Sabíamos que, salvo milagro, Alonso no ganaría el GP de China. Pero de ahí a lo que ocurrió ayer en Shanghai media un abismo. Ha resultado el colofón ideal para un arranque de Mundial desastroso para Ferrari. Menos mal que llega un parón hasta la próxima carrera de Estambul y podemos tomar aire, porque la situación es realmente preocupante. No tan sólo por lo que ya se ha perdido (el asturiano está a 42 puntos del liderato de Vettel), sino también por la sensación que nos queda de que el déficit de los coches rojos no va a tener fácil solución... y que como se entretengan mucho en encontrarla, a este ritmo de sangría de puntos puede resultar definitivamente tarde. Y sería una tragedia perder todas las opciones sin haber llegado siquiera a tenerlas...
Me da la impresión, me gustaría que equivocada, que el desánimo está cundiendo en Maranello. Ni siquiera el asturiano es el mismo de siempre, falla reiteradamente en las salidas y su ritmo ayer fue peor que el de Massa y de otros pilotos menos competitivos sobre el papel. A un coche que no corre y a unos pilotos que tampoco pueden hacer mucho más con él se unen los errores desde el muro. Tiene razón Alonso al decir que a toro pasado es fácil asegurar que la estrategia a tres paradas era más efectiva que a dos, pero es que precisamente de eso se trata, de que sus estrategas acierten... como lo hicieron sin ir más lejos los de McLaren y Red Bull. Lo dicho, recuperemos el ánimo en estas semanas y ojalá que sirvan para que llegue la reacción.