Rubén Iván Martínez Andrade (22-06-1984, Coristanco, La Coruña) llegó en los instantes finales del mercado de fichajes. La de su contratación fue una historia de excesivo suspense, hasta para este guardameta que a los 13 años se fue a Barcelona a hacerse futbolista y que en el Málaga dice haber cumplido su sueño.
-Menudo veranito que nos dio.
-Sí, fue un fichaje muy largo, que no sé ni cuándo se empezó y que duró hasta el último día. Al final, lo bueno es que se ha podido hacer y creo que todas las partes han quedado satisfechas. Yo soy el más feliz de poder venir aquí, que era mi ilusión y mi sueño. Más feliz no se puede estar.
-¿Qué se le pasaba por la mente cuando veía que no se paraba de hablar de su fichaje por el Málaga pero no se concretaba?
-Se me pasaba de todo. Que se podría hacer bien, luego se peleaban y te daba tiempo a pensar que no, que al final no se iba a hacer… Le dabas mil vueltas a la cabeza, aunque yo estaba intentando mantenerme un poco al margen al principio, porque tenía que ponerme en forma y la pretemporada es corta y tienes poco tiempo. Hasta que decidí un poco fijar mi posición, porque mi sueño era venir aquí.
-Incluso se impuso la ley del silencio. ¿Por qué se llega a eso?
-Porque quería estar concentrado en trabajar. Esos temas los estaban llevando los clubes y yo tampoco tenía mucho poder para hacer demasiados movimientos. Sólo podía aguantarme, entrenar, concentrarme con el equipo, ponerme en forma lo antes posible. El Cartagena sabía que yo quería venir aquí. Entonces, yo tampoco tengo por qué decir mucho más. Ellos sabían lo que quería y por suerte lo pudimos hacer.
-¿Y cuándo tuvo la certeza de que acabaría aquí?
-Un día antes de venir, la verdad, no más. Hasta la última hora, el último minuto, tuve la incertidumbre de si vengo o no vengo, si se hace o no. Y hasta el día antes por la tarde, que hice la conferencia de prensa de despedida del Cartagena, no lo sabía seguro.
-Aparte de por poder dar el salto de Segunda a Primera, ¿cómo le sedujo el Málaga?
-¡Uf! El del Málaga era un proyecto muy ambicioso, un club que acaba de ser adquirido por un nuevo dueño. Pero, bueno, fuera del proyecto, todo el mundo me hablaba muy bien de la ciudad. El club apostó por mí, mi sueño era llegar a Primera, Málaga me gustaba tanto como ciudad y como club, por lo que fue un sueño llegar aquí.
-Entonces, ¿qué ha sido más difícil, su fichaje por el Málaga o hacerse con un hueco en el once?
-Hombre, son dos cosas muy diferentes. El hueco en el once se dio por la desgracia, que no le deseo nunca a nadie, del problema que tuvo Galatto. El entrenador decidió ponerme y le estoy muy agradecido. Ahora quiero intentar devolverle la confianza con mi trabajo y que siga apostando por ponerme a mí en el once. Y, bueno, del fichaje ya sabemos todos la complicación que tuvo. Para mí fue demasiado largo. Pero las dos cosas no se pueden comparar, son muy diferentes.
-Pero complicadas.
-Claro. Tengo dos compañeros aquí que son dos grandísimos porteros y no me puedo relajar ni un segundo.
-¿De Coristanco a Málaga hay...? (Su localidad natal está a 1.165 kilómetros)
-No sé, mil y pico kilómetros. No me ha dado tiempo a mirarlo todavía.
-En vivencias es media vida suya.
-Sí, tengo 26 años ya. La verdad es que desde que me fui de allí a los 13 años el camino es largo.
-Irse de casa tan joven no debe ser sencillo.
-No, pero siempre lo tuve muy claro. Mi padre, antes de llevarme a hacer las pruebas con el Barcelona, me dijo medio de broma que si yo me iría a jugar fuera. Él ya lo sabía, pero yo no y aún así le dije que sí. Y una vez allí no tienes ningún problema. Yo, por suerte, me adapté bien. Lo que pasa es que cuando viene a verte tu familia, tu hermano o amigos la despedida sí que es difícil. Pero, una vez allí, tampoco se lleva tan mal.
-Pero no se puede decir que no al fútbol. ¿O la decisión de emigrar hubiera sido otra si no es el Barcelona el que llama a la puerta?
-No lo sé. Creo que si hubiese sido una cantera de Primera, también hubiese ido. Pero nunca se sabe. El Barcelona es el Barcelona, uno de los dos más grandes de España. Sabemos la cantera que tiene y era una oportunidad muy importante para que pudiera dedicarme al fútbol. También me simpatizaba, así que era casi imposible negarse.
-¿Cuándo y por qué decide que su carrera se separe del Camp Nou?
-En el momento en el que fui cedido. Mi etapa en el filial se había acabado. Al no disponer de minutos en el Racing de Ferrol, no podía volver al primer equipo. Sin jugar no me iba a quedar allí. Entonces, decidimos rescindir el año de contrato que me quedaba y me fui a Cartagena.
-¿Ha sido su decisión más difícil?
-No, ni mucho menos. Tenía muy claro desde pequeño que llegar allí y quedarse lo hacen unos pocos. Tienen que tener calidad, suerte, aprovechar la oportunidad, que no siempre te llega. Tenía muy claro que la vida allí no se acababa y que iba a intentar con todas mis fuerzas llegar a Primera División. Estuve allí 10 años, mi mujer es de allí, tengo amigos también, pero sabía que el fútbol no es para toda la vida en un sitio.
-Entre medias quedaron El Ferrol y Cartagena.
-En Ferrol estuve al lado de mi casa, con mi familia. Mi hijo nació en Galicia, que estoy contento por ello. Fue un año duro porque no dispuse de minutos, pero me sirvió para, después, mentalmente ver las cosas desde otra perspectiva. No juegas, pasas malos días, entonces ya ves las cosas de otra manera. Creo que me sirvió mucho al fichar por el Cartagena, donde he estado dos temporadas estupendas. Si no fuera por esos dos años, no estaría aquí mismo.
-En Málaga ha sido llegar y caer de pie: titular en apenas tres semanas.
-Bueno, circunstancias que se han dado. He intentado entrenar cada día, esforzarme al máximo para que el entrenador me diera esa oportunidad.
-¿Qué es lo que más le ha impactado desde que está aquí?
-El club. Yo no sé cómo sería antes pero, desde que he llegado aquí, se ve que es un club de Primera, todas estas instalaciones, un club profesional. Esto, quitando el Barcelona, no lo había vivido.
-Sin restarles méritos, no es lo mismo medirse a Getafe, Villarreal o Almería que al Real Madrid.
-Hombre, todos conocemos al Real Madrid, sus jugadores, la clase y potencial que tienen. Es uno de los equipos más fuertes del mundo. No deja de ser un partido de fútbol. Quizás más difícil que otros, pero seguro que nosotros tenemos nuestras opciones si hacemos las cosas bien.
-¿Es esta semana de esas en las que le llueven las llamadas para motivarle?
-De momento está siendo una semana normal. Hablo con mi familia, con los amigos, pero nada más. No me llaman normalmente para motivarme para los partidos.
-¿Es un partido especial?
-No, no especialmente. He luchado mucho para llegar aquí y poder disfrutar de minutos. Sí es un partido contra uno de los mejores equipos del mundo, pero para mí ahora cualquier partido es una ilusión, es lo máximo y estoy disfrutando y viviéndolo a tope. Así que, es el Madrid, es uno de los mejores equipos del mundo, pero no deja de ser un partido de fútbol más y para mí todos están siendo especiales.
-Supongo que sabrá que el Málaga es al equipo al que más rematan de la Liga y el Madrid el que más dispara. Menuda papeleta la suya.
-Sí, algo he leído que somos al que más rematan. Tenemos que mirarnos un poco nosotros mismos, corregir nuestros fallos, yo el primero, porque el Madrid es el Madrid. Tenemos que empezar por nosotros mismos para que ellos no se sientan cómodos.
-¿Cómo se les frena?
-Es complicado. Creo que con nuestras armas, con nuestra velocidad arriba igual les podemos hacer daño. Creo que, si conseguimos hacer nuestro partido, alguna opción tendremos.
-¿Qué estará haciendo a las diez de la noche de este sábado?
-Pues no lo sé. En el campo, seguro. Y, si el técnico decide ponerme, tendré la suerte de jugar. Espero que el equipo pueda hacer un gran partido ante la afición.
-¿Y qué tiene pensado hacer dos horas después?
-De momento esas cosas no se pueden pensar. No voy más allá del partido. Luego, ya se verá.