El jeque: vernácula de Málaga
El fútbol alberga como característica fundamental el que personajes mercadeen con los sentimientos y el cariño de una ciudad por sus colores
Málaga es agua en una olla. Apartada del fuego y con poca cantidad todo va bien. No hay problemas porque no se cuece nada. Así se puede pasar años. Siglos. Eternidades. De vez en cuando, alguien llega y enciende el fuego. Pone la olla y además le echa mucha agua. Que fluya. Que cueza. ¡Alegría! Y el agua empieza a dar borbotones. Glup, Glup, Glup. Pero llega un momento que de tanto borbotear se sale. Y se quema. Y salen chispas. Y se reseca la olla. Y hace crack. Y se rompe. Así es Málaga.
El Jeque del Málaga, antes llamado Árabe y ahora llamado El Moro del Málaga ha jugado de manera descarada con la olla y el agua. Sentado en un sillón, iba echando agua, después dejaba que se consumiera y volvía a echar más. Al gusto. Y con la otra mano que tenía libre iba manejando el botón del gas. Le daba la intensidad que quería según el momento. Y en esas estamos. A punto de romper la olla.
A día de hoy, teniendo en cuenta la cantidad de problemas graves que nos estrujan y abofetean a diario, la reflexión y crítica sobre temas tan banales como el fútbol o la feria que está por venir se convierten en asuntos propios de las formas de cultura hechas por puro placer. Se ha convertido en puro divertimento el análisis descarado o profundo sobre estos temas que colman la atención cultural local. En vernácula malagueña.
Bien pudiera parecer que a los responsables municipales les conviene mil veces más que nosotros nos pasemos los días hablando sobre el Málaga y las casetas de feria que defendiendo a bocaos y tragantás la calidad de la sanidad, el nivel de corrupción municipal o que a tu abuela le cambien sus pastillas del azúcar cada mes. Pero no. No es así. O eso espero.
El nivel de endeudamiento de la sociedad malagueña no siempre va relacionada con las cuentas y el dinero que se debe. Hay veces en las que hipotecamos nuestra propia identidad y nos agarramos a clavos ardiendo sin mirar en lo más mínimo los defectos.
Pobres de nosotros si usamos el fútbol como seña de identidad malagueña. Pero pobres de nosotros si no defendemos nuestro equipo y quien lo gobierna pues es éste el que más mueve el nombre de nuestra tierra por todo el país.
El fútbol alberga como característica fundamental el que personajes –o personalidades respetables– mercadeen con los sentimientos y el cariño de una ciudad por sus colores.
El Moro del Málaga, desde el quinto pino, no sabe que la gente quiere al equipo porque lo cree suyo. Porque su abuelo le enseñó dónde estaba la Rosaleda. Porque iba con su padre de chico y se puso una gorrilla blanquiazul. Porque en su dormitorio hay un banderín de su equipo pegado en la pared.
De eso sigue quedando todo. Pero hemos entrado en conflicto. Conflicto de intereses entre los económicos del dueño y los sentimentales nuestros.
Ni en los sueños más remotos jamás imaginables pude figurarme que la gente, mis conciudadanos, fueran capaces de enfrentarse a los suyos y negarlos con tal de defender al de fuera. Al que juega con tu equipo como si se comprara una empresa de hacer puertas.
Y nos ha pasado. Se ha llegado a plantear una y mil veces que la culpa de todo es de nuestro país, de nuestra comunidad autónoma y de nuestro sistema. Porque hemos cansado al inversor. Pero, amigos, ¿qué iba a hacer el inversor?
Válvula. Hay quien defiende una ciudad deportiva, que no pisará en su vida prácticamente, en los únicos terrenos vírgenes y libres que Málaga mantiene. La válvula de escape de la ciudad. El único sitio para crecer hacia el Oeste. ¿Y se lo vamos a dar al moro? Y hay quien defiende que se venda La Rosaleda por tres millones de euros. ¿Sabes lo que vale la vida? ¿Sabes que eso es regalado? De igual manera sucede con el concurso del puerto de Marbella. Hay quien entiende que parar un concurso donde el que gana no cumple los requisitos es echar a los inversores. ¿Inversores o listillos?
¿De verdad que quieres normas especiales para él? ¿Qué se acabe antes un hotel al que no podemos ir porque es de súper lujo que el metro de la ciudad? ¿Que lo hagan antes que un hospital que nos hace tanta falta?
No seré yo quien defienda el sistema a capa y espada pero tampoco lo pisotearé para que el Sheriff de Qatar venga aquí con tarifa plana de incumplimientos.
Pero no todo es eso. Por supuesto que sería riqueza. Claro que sería inversión. Es mercantilizar hasta límites insospechados el club pero también subirlo de categoría. Y eso gusta. El Málaga en Europa gracias al moro. Y así ha sido. Pero sus planes se han roto. Y con él el verano del Málaga.
Esperábamos un mes de presentaciones. Fiestas. Descorchar millones que sirvieran de nebulosa deslumbradora de nuestra triste realidad. Pero no ha sido así.
Pero hay que ser positivos. Igual nos sirve para entender bien de qué va esto. Para saber diferenciar lo que es nuestro de lo que es suyo. Nuestro es el nombre de esta tierra y del equipo. Nuestros los colores y la bandera. Hasta el escudo es nuestro que se ha conseguido mantener. Pero no es nuestra la empresa. Ni sus términos ni movimientos. Somos pobres ya lo sea el club o no.
Igual dentro de poco tenemos de presidente a alguien de aquí. A un nuevo Puche o a un grupo de ellos. Yo daría saltos de alegría. Siempre prefiero a la gente de aquí. Prefiero ser pobre pero honrado que muy rico pero poco respetable.
Y si lo quiero para mí lo quiero para mi ciudad y lo que aprecio.
Cuando creas que los políticos se portan mal con el Jeque mírate las manos. Y mira tu casa. Tu vida y tu familia. Seguidamente piensa si a vosotros os hacen favores desde el Ayuntamiento o la Junta. Si alguien os echa un cable o pasan la mano. Ahí tendrás tu respuesta.
Dice el Jeque que se meten con él por ser árabe. Que lo de pagar es anecdótico. Claro que sí. Y yo me llamo Andrés.
Viva Málaga y nuestro Málaga.
http://www.laopiniondemalaga.es/opinion/2012/08/02/jeque-vernacula-malaga-gonzalo-leon/523972.html