Sin repostaje, se intenta afinar aún más el proceso de sustituir los neumáticos usados por los nuevos. El entrenamiento simula la tensión de carrera. Sólo que el coche está parado con un técnico dentro y le empujan a mano hasta las marcas en el suelo.
El jefe de mecánicos de Ferrari, cronómetro en mano, habla por radio a sus catorce hombres (dos menos que el año pasado): "Entra Felipe". En unos segundos, el F10 está en su sitio y le ajustan la incidencia del alerón delantero (algo muy habitual este año cuando se descargue el depósito), y le cambian los neumáticos. En las pruebas de ayer la media estuvo en torno a los tres segundos. También probaron el cambio de morro y entonces se elevaba a nueve.
Y hubo algunos errores, con pistolas que se enganchaban ante los ojos del jefe de ingeniería, Chris Dyer.
Al menos no volverá a suceder como en el pasado GP de Singapur, cuando la manguera de gasolina se quedó enganchada en el coche de Felipe Massa. Este año no hay repostajes.