Sus más cercanos ya le habían recalcado los últimos meses que no debía seguir con el mismo ritmo de trabajo y de presión Sanz asumió durante la temporada que él solo no podía tirar del Málaga

«'Fer', debes parar un poco». Ese ha sido probablemente el mensaje que más ha recibido de sus cercanos Fernando Sanz los últimos nueve meses. Una temporada verdaderamente complicada y la convicción de que necesitaba un apoyo económico fiable para el Málaga con vistas al futuro obligaron al hasta ahora presidente a plantearse un cambio radical. Era el momento idóneo para un traspaso del club y también ha conseguido este objetivo.

La misma noche del ascenso a Primera División, en plena celebración, Fernando Sanz recibió un claro mensaje de su cuñado (a la sazón director general), Luis Yáñez. «Hay que irse siempre en lo más alto de la ola, porque luego la cosa cambia...». Sanz lo meditó, pero hizo oídos sordos. «Mañana tenemos que convencer a Weligton», fue su respuesta. Horas después ya tenían medio cerrada la renovación del central brasileño, uno de los pilares del equipo.

Sanz había recibido un par de propuestas para vender el club e incluso había sondeado al consejero Miguel Narváez como cabeza visible de un grupo de empresarios malagueños. Casi llegó a tirar la toalla el mismo día que Juan Ramón Muñiz le comunicó su marcha. Pero le pudo más lo que él llama 'pasión malaguista'. Había sufrido tantísimo desde que cogió las riendas, había perdido tanto peso, había regalado tantas horas de sueño que su ilusión era afianzar al equipo en la élite y dejar la entidad sin un solo euro de deuda, una vez superado el trance del proceso concursal.

Como un extremo

En su etapa como presidente Fernando Sanz se ha comportado más como un extremo capaz de sortear obstáculos que como lo que fue, un defensa central que sabía colocarse y anticiparse. Ha sabido sacar a flote su familia pese a tantas horas de trabajo para el Málaga, de viajes de ida y vuelta, de días y días sin dedicación a su esposa y a sus tres hijos. En ello ha tenido un papel primordial Íngrid, su mujer, que asumió desde el primer día el reto de su marido como suyo propio, sin duda porque esa pasión ya la vivió muy de cerca con su padre, Antonio Asensio (figura clave en la salida del club del pozo futbolístico). Y en el trasfondo de todo subyace indudablemente la admiración real -casi veneración- que sentía Sanz hacia su suegro. En cierto modo desde que tomó el mando esperaba colocar al club de La Rosaleda donde pretendía el desaparecido empresario: en primer plano en el escaparate futbolístico. La fiabilidad del jeque qatarí lo convenció desde el primer momento de que era el comprador adecuado.

Sanz ha optado por vender el Málaga en el momento justo. Paradójicamente, también un viernes por la noche, como sucedió con la compra del club por su suegro en agosto de 1997. Entonces, se fraguó en una notaría en pleno centro de la ciudad. Había llegado un momento en que su salud comenzaba a resentirse y en que sus más cercanos, los que realmente lo aprecian, le insistían en la necesidad de frenarse en seco, de dar un giro a su vida y de soltar tanta presión.

Además, durante el último año él mismo se había notado más irascible. En su entorno más cercano, con su familia, el propio Sanz confesaba que estaba más distante, menos comunicativo, más susceptible. La insistencia de sus más cercanos hizo mella en él. La agonía de las últimas semanas para alcanzar la permanencia lo llevó a dar el paso definitivo. Se dio cuenta de que él solo no podía tirar del carro, de que debía buscarse apoyos para que el club no estuviera permanentemente anclado desde el punto de vista económico y en inferioridad de condiciones. Precisamente ahora es cuando había que negociar, porque la entidad tiene más crédito: en Primera y casi saneado. El momento idóneo.

Un porcentaje elevado de la primera inyección de Ben Nasser irá destinado a los distintos descartes del equipoPrescindir de los jugadores que no entran en los planes implica de salida un coste que supera los tres millones.

La inyección económica que conlleva la entrada en escena del jeque qatarí Abdullah ben Nasser Al-Thani en el Málaga está condicionada en su primer año por un obstáculo: los numerosos descartes de la plantilla. Un porcentaje elevado de la inversión irá destinado obligatoriamente a las indemnizaciones a aquellos futbolistas que no entran en los planes para la próxima temporada, lo que reducirá considerablemente el deseo de formar un equipo con aspiraciones la campaña venidera.

La presencia de Fernando Sanz como segunda pieza en la estructura del Málaga -ya no como presidente tras el acuerdo firmado anteanoche- apenas variará la perspectiva que los responsables del club tenían de la plantilla de la pasada temporada. El equipo necesita una reestructuración a fondo, un drástico lavado de cara, para ofrecer las mínimas garantías de competir en la élite.

Sanz ya era consciente de ello en enero y por esa razón comenzó a cambiar de actitud -antes ni se planteaba un apoyo accionarial y mucho menos la venta del club- cuando el embajador de Kuwait le trasladó el interés de un grupo de empresarios de su país en adquirir el club. Luego llegó la 'vía qatarí', pero para entonces la decisión ya estaba tomada.

Desde el viernes por la noche, cuando se rubricó documentalmente el acuerdo entre la sociedad propietaria del club (Fernando Sanz y su esposa, Íngrid Asensio) y Ben Nasser, el Málaga ya puede pensar en un 'plan A'. Y el primer punto no se centra en posibles cambios a corto plazo en la estructura deportiva o ejecutiva del club. Ni siquiera en las incorporaciones, aunque estas llegarán. La prioridad es soltar lastre desde el punto de vista económico en el capítulo de las fichas de la plantilla.

Como ha explicado reiteradamente este periódico, en caso de no haberse alcanzado un acuerdo entre Sanz y Ben Nasser, las dificultades habrían sido notorias. El margen de maniobra era mínimo: 12 millones para los sueldos del primer equipo, y 10,5 ya pactados con los veintitrés jugadores con contrato (sin contar a Toribio, con el que existe un acuerdo para la mejora de sus condiciones). Ahora el panorama varía radicalmente, porque el club sí podrá encarar con garantías la negociación con los jugadores descartados.

Decisiones anunciadas

De momento sólo son tres los jugadores cuya continuidad está en principio descartada, los cedidos Pere Martí y Miguel Ángel (sus contratos suman un montante de 800.000 euros), y Luque (con una ficha superior al millón de euros y dos años más de vinculación). Existe un cuarto, el delantero portugués Edinho (otros 400.000 euros), aunque en este caso no se anuncia de momento la verdadera intención del Málaga para no depreciar su valor en el mercado. Si se añadieran otros jugadores, como Fernando o Benachour, la cifra se dispararía a más de tres millones.

El Málaga deberá acometer ahora las diversas gestiones y lo hará con el arma de doble filo que supone la anunciada inyección económica. De un lado, es una indudable ventajar contar con liquidez para no demorar las salidas y disponer de las fichas vacantes necesarias. Pero por otro juega en su contra, porque los jugadores -y sobre todo sus representantes- apretarán al máximo y no ofrecerán facilidades en las negociaciones, con el objetivo de obtener lo máximo posible.

El club también tendrá aún más margen si encuentra destino a futbolistas jóvenes o a los que se pretende ver en otros equipos (como Edu Ramos, David González, Javi López o Xavi Torres). Como quiera que sus fichas no son elevadas, el ahorro será mínimo, aunque al mismo tiempo será más factible que tengan acomodo en conjuntos de Segunda División que además puedan hacerse cargo de la totalidad de sus emolumentos. O al menos, de la gran mayoría.