Tras sólo dos victorias en 17 jornadas y la eliminación en la Copa del Rey, una derrota del Málaga pasado mañana podría llevar al club a rescindir el contrato del técnico gijonés, que vuelve a estar en el ojo del huracán después del ridículo hecho en Getafe
Durante el trayecto del AVE 2092 que llevó ayer a la expedición malaguista de Atocha a la estación María Zambrano, e incluso durante las dos horas de espera tanto en Madrid como ya en el tren, el semblante de Juan Ramón Muñiz era serio, muy serio. Y no es para menos.
El entrenador asturiano sabe que ha jugado con fuego al no apostar por el equipo titular de la Liga para el choque de anteayer en Getafe, lo que se traduce, según fuentes del propio club, como ´tirar la Copa el Rey´. Muñiz dejó en Málaga a Apoño, Mtiliga y Forestieri –además de Stepanov, Edinho y Caicedo, que ya contaba con el tránsfer al mediodía– y dejó en el banquillo sin jugar a Juanito y Fernando.
Vuelven a oírse, cada vez con más fuerza, las voces que sitúan a Muñiz en la cuerda floja, sobre todo tras el ridículo mostrado por el equipo albiceleste en el Coliseo Alfonso Pérez (5-1).
Un puñado de seguidores recibieron ayer al Málaga con gritos en contra y una pancarta en la que se leían insultos hacia Albert Luque, Nabil Baha y Juan Ramón Muñiz.
Una derrota del Málaga este domingo frente al Getafe podría llevar al club de Martiricos a destituir al gijonés, que no ha enderezado el rumbo de la nave blanquiazul tras 17 jornadas.
Sólo dos victorias, frente al Atlético de Madrid y el Mallorca, representan un exiguo registro.
El Málaga acumula en la Liga ocho jornadas seguidas sin perder, pero este dato es engañoso, ya que en él se incluye un triunfo y nada menos que siete empates. O sea, siete oportunidades desperdiciadas de salir del abismo.
El Málaga se metió en puesto de descenso con el empate que cosechó en Jerez a comienzos de octubre (6ª jornada) y desde entonces Muñiz no sólo no ha sacado al equipo de abajo; ni siquiera ha encontrado un once tipo. Pasado mañana, de cinco a siete de la tarde, el técnico se la juega.
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