El trabajo que se realizaba para tejer una red de seguridad tenía como peor escenario una invitación para jugar la Eurocup. O sea, que el Unicaja en cualquier caso hubiera jugado en Europa. Pero se hubiera peleado por mantener el privilegio máxima. Paradójicamente, dos de los clubes que más han protestado, junto a Valencia, por el privilegio adquirido años atrás por los buenos resultados cajistas, Bilbao y Banca Cívica, han perdido la oportunidad de darle un empujón. Y es un alivio enorme.
¿Qué supone la Euroliga? Es la mejor competición del baloncesto europeo, la mejor fuera de la NBA. El Unicaja jugará su duodécima temporada consecutiva en la élite. En las siete anteriores estuvo entre los 16 mejores. Es un indudable gancho para las mejores piezas. A igualdad de condiciones, y el Unicaja siempre tiene el aval de que paga religiosamente, un jugador elige equipo de Euroliga. En su día fue capital para que Garbajosa llegara a Málaga en 2004.
Está el tema de prestigio y el económico. Hay ingresos derivados por participar en la competición, por resultados alcanzados. Se negocia con Canal Sur para prorrogar el compromiso para que ofrezca los partidos del Unicaja. Bertomeu expuso en su rueda de prensa en Málaga que la relación con el ente andaluz era satisfactoria, pero que en el caso de que no se prolongara el compromiso no debía implicar problemas para el Unicaja. La Euroliga, como la ACB, estudia cambios en la explotación del modelo televisivo, pero no hay aún nada definitivo. El contrapeso es el coste en los viajes por Europa. Ya se recortó en el asunto de los chárters. Se cambió comodidad para los jugadores por ahorro.
Hay un tema que preocupa hondamente en el club respecto a la Euroliga. Y es el progresivo descenso de público. La media, según los datos oficiales de asistencia, ha sido de 8.431 espectadores. Cualquiera que haya estado en el Carpena sabe que es una cifra inflada. El número de abonados ha descendido drásticamente cada temporada. Confluyen la coyuntura económica más el empeoramiento de resultados del equipo. En la temporada 2011/12 hubo 3.600 abonados a la Euroliga, apenas un tercio raspado del aforo del Carpena. El equipo de márketing se ha afanado por atraer público. Colegios, institutos, clubes de baloncesto, colectivos diversos... Un esfuerzo ímprobo para que el Carpena ofrezca un aspecto presentable, una variable que la Euroliga vigila con el tema de licencias (aunque CSKA o Barcelona no tengan entradones).
En el club existe la certeza absoluta de que la Euroliga es un tren que no se puede dejar escapar, sobre todo con un posible cierre de la competición en un futuro no muy lejano. Pero también que hay que cambiar la percepción en la afición y la ciudad. Tema difícil en esta época. Esos 3.600 abonados suponen un ingreso aproximado de medio millón de euros. El próximo año habrá cambios en los días de competición (jueves y viernes) y se estudian medidas para atraer a más gente. Incluso no se descarta tapar algunas partes del anillo superior del Carpena para que haya una sensación mayor de lleno.
El director deportivo, Manolo Rubia, y el presidente, Eduardo García, estarán el próximo fin de semana en Estambul para la Final Four de la Euroliga. Tras dos años en sus respectivos cargos, el equipo ha firmado un octavo y un noveno puesto en la ACB, una presencia y una ausencia en la Copa y dos estancias en el Top 16. En la gestión deportiva ha habido un bajón en los resultados y toca recomponer de nuevo la plantilla y el cuerpo técnico. En la económica, sostienen, se han arreglado desfases. Estambul será un foco de interés y de movimiento de mercado.
Y, en este entramado, la Euroliga es prioritaria. La próxima temporada el Top 16 tendrá ocho partidos más, lo que implica más intensidad y menos descanso si se llega ahí. Es el sitio en el que hay que estar, pero con unas exigencias enormes.