Las principales instituciones de la ciudad reconocen en un informe que hay que "racionalizar" las inversiones y finalizar los servicios básicos de salud o agua · Ciedes se "ofrece" a gestionar la Fundación Málaga Cultural
El horno no está para bollos y hay que asumirlo para no caer en una continua decepción. Las principales instituciones malagueñas reconocen en las reflexiones del II Plan Estratégico de Málaga para 2020, llamado Nuevos rumbos y editado por la Fundación Ciedes, que, ante la situación de crisis actual y la escasez de recursos públicos y privados, hay que resignarse y olvidar la posibilidad de hacer nuevas grandes infraestructuras. Ahora la clave pasa por centrarse en aspectos básicos, toda vez que Málaga ya se ha visto beneficiada con la llegada del AVE o la ampliación del aeropuerto. "La situación actual requiere más que nunca la aplicación de la racionalidad en las inversiones (evaluar los proyectos basándose en su eficacia regional y su capacidad inductora de desarrollo), con lo que más que apostar por nuevas y grandes infraestructuras y equipamientos se ha de tender a finalizar las dotaciones de servicios básicos, como los de salud o los de agua (abastecimiento y saneamiento integral)", reza el documento.
Hacer proyectos básicos, asequibles, que tengan una puesta en marcha "razonablemente inmediata", que cuenten como eje principal la creación de empleo y que se basen en un consenso entre todas las instituciones, abriendo la posibilidad al sector privado de que se incorpore a los proyectos mediante una gestión conjunta. Esa es la máxima que se quiere seguir en la capital, al menos, hasta 2020 a no ser que, de pronto y de manera inesperada, la economía dé un giro de 180 grados y se puedan acometer proyectos de mayor envergadura.
En cualquier caso, dejar de lado la posibilidad de hacer megaproyectos no implica que se deje de ser ambicioso. En el informe, que se dio a conocer ayer por la tarde en un acto multitudinario en Unicaja, se reitera la posibilidad de crear una ciudad aeroportuaria en la que se promueva "una gestión urbanística integral del área de influencia del aeropuerto" y se desarrolle una "acción de promoción comercial" siguiendo ejemplos como el adoptado en Berlín. También se insiste en la idea de integrar el cauce del Guadalmedina en la ciudad, si bien se quiere que haya un consenso ciudadano a la hora de realizar una determinada acción.
El documento es crítico con la política llevada a cabo en el área litoral o con la llamada Ciudad del conocimiento. En el primer aspecto, se asegura que "Málaga continúa con una fachada litoral sin imagen y la construcción de los paseos marítimos no ha dado el salto cualitativo y de proyección en el Mediterráneo a la franja litoral, por lo que la última gran oportunidad de poner el contrapunto, que es La Térmica, se debe estudiar con mucha atención y cuidado y con liderazgo público de su planificación". En el segundo, se afirma que "existen numerosos actores trabajando y haciendo grandes cosas pero lo hacen de forma descoordinada". En este sentido, apuestan por crear un "proyecto unitario", al que incluso denominan Málaga Innov@, que tenga una plantilla y un presupuesto y que se dedique a coordinar todas las propuestas, incluyendo el proyecto de los barrios del conocimiento y la atracción de talento.
En materia cultural, la Fundación Ciedes "se ofrece a continuar la labor en caso de ser necesario" de la Fundación Málaga Cultural -la que gestionó la solicitud de Capitalidad Cultural Europea 2016-, si bien el alcalde, Francisco de la Torre, apuntó en anteriores ocasiones que Ciedes era "inoperativa" en este aspecto.
El horno no está para bollos y hay que asumirlo para no caer en una continua decepción. Las principales instituciones malagueñas reconocen en las reflexiones del II Plan Estratégico de Málaga para 2020, llamado Nuevos rumbos y editado por la Fundación Ciedes, que, ante la situación de crisis actual y la escasez de recursos públicos y privados, hay que resignarse y olvidar la posibilidad de hacer nuevas grandes infraestructuras. Ahora la clave pasa por centrarse en aspectos básicos, toda vez que Málaga ya se ha visto beneficiada con la llegada del AVE o la ampliación del aeropuerto. "La situación actual requiere más que nunca la aplicación de la racionalidad en las inversiones (evaluar los proyectos basándose en su eficacia regional y su capacidad inductora de desarrollo), con lo que más que apostar por nuevas y grandes infraestructuras y equipamientos se ha de tender a finalizar las dotaciones de servicios básicos, como los de salud o los de agua (abastecimiento y saneamiento integral)", reza el documento.
Hacer proyectos básicos, asequibles, que tengan una puesta en marcha "razonablemente inmediata", que cuenten como eje principal la creación de empleo y que se basen en un consenso entre todas las instituciones, abriendo la posibilidad al sector privado de que se incorpore a los proyectos mediante una gestión conjunta. Esa es la máxima que se quiere seguir en la capital, al menos, hasta 2020 a no ser que, de pronto y de manera inesperada, la economía dé un giro de 180 grados y se puedan acometer proyectos de mayor envergadura.
En cualquier caso, dejar de lado la posibilidad de hacer megaproyectos no implica que se deje de ser ambicioso. En el informe, que se dio a conocer ayer por la tarde en un acto multitudinario en Unicaja, se reitera la posibilidad de crear una ciudad aeroportuaria en la que se promueva "una gestión urbanística integral del área de influencia del aeropuerto" y se desarrolle una "acción de promoción comercial" siguiendo ejemplos como el adoptado en Berlín. También se insiste en la idea de integrar el cauce del Guadalmedina en la ciudad, si bien se quiere que haya un consenso ciudadano a la hora de realizar una determinada acción.
El documento es crítico con la política llevada a cabo en el área litoral o con la llamada Ciudad del conocimiento. En el primer aspecto, se asegura que "Málaga continúa con una fachada litoral sin imagen y la construcción de los paseos marítimos no ha dado el salto cualitativo y de proyección en el Mediterráneo a la franja litoral, por lo que la última gran oportunidad de poner el contrapunto, que es La Térmica, se debe estudiar con mucha atención y cuidado y con liderazgo público de su planificación". En el segundo, se afirma que "existen numerosos actores trabajando y haciendo grandes cosas pero lo hacen de forma descoordinada". En este sentido, apuestan por crear un "proyecto unitario", al que incluso denominan Málaga Innov@, que tenga una plantilla y un presupuesto y que se dedique a coordinar todas las propuestas, incluyendo el proyecto de los barrios del conocimiento y la atracción de talento.
En materia cultural, la Fundación Ciedes "se ofrece a continuar la labor en caso de ser necesario" de la Fundación Málaga Cultural -la que gestionó la solicitud de Capitalidad Cultural Europea 2016-, si bien el alcalde, Francisco de la Torre, apuntó en anteriores ocasiones que Ciedes era "inoperativa" en este aspecto.