La cercanía de la provincia a las placas tectónicas entre África y la Península Ibérica convierten a esta zona en una de las de mayor riesgo de registrar un seísmo
La proximidad al borde de la placa tectónica situada entre el continente africano y la Península ibérica, más conocida como euroasiática, convierten a Málaga en una de las zonas de mayor riesgo de sufrir un seísmo. Es, junto a Granada y Almería, la provincia con mayor actividad sísmica y donde se han producido algunos de los terremotos más destructores ocurridos en España a lo largo de la historia. Pero ni siquiera la moderna tecnología actual puede llegar a predecirlos y la incertidumbre de cuándo podría producirse uno de ellos es inevitable.
La historia se ha encargado de demostrar el poder destructivo de algunos de estos terremotos que tuvieron en Málaga su epicentro. El de mayor intensidad del que se tiene constancia ocurrió el 9 de octubre de 1680 y tuvo una intensidad máxima de diez y una magnitud estimada superior a 6,5. Sólo existe un precedente de un terremoto tan devastador en la provincia y fue el ocurrido en enero de 1494 con una intensidad similar.
En la historia más reciente de la provincia no se ha vuelto a producir un seísmo de tales características, aunque el terremoto ocurrido en 1884 en Alhama de Granada, y que tuvo una intensidad máxima de nueve, afectó gravemente a varias poblaciones de la comarca malagueña de la Axarquía.
Pero, sin llegar a fenómenos tan destructores, la provincia ha registrado una frecuente actividad sísmica en las últimas décadas con terremotos de intensidad entre moderada y baja que se han dejado notar entre la población.
No se puede saber dónde se va a producir. Lo que sí han constatado los expertos es que la parte oriental de la provincia, sobre todo, la comarca de la Axarquía que está más próxima a la provincia de Granada es la que concentra el mayor riesgo, aunque eso no significa que el resto esté exento. De hecho, según los datos del Instituto Andaluz de Geofísica de la Universidad de Granada, aunque muchos de los terremotos que se han sentido en Málaga han tenido su epicentro en el mar, ha habido numerosos casos en los que la actividad sísmica ha tenido su origen en las comarcas del interior.
Sin embargo, ninguno de ellos responde a un patrón común. Mercedes Feriche, del Instituto Andaluz de Geofísica, aseguró a este periódico que no hay hora ni época del año determinada en la que se den con más o menos frecuencia, ya que "no está claro del todo el régimen tectónico relacionado con la sismicidad de la zona".
Es la razón por la que los expertos la han bautizado como zona de bordes difusos. El principal obstáculo con el se encuentran los especialistas para poder indagar en el comportamiento de los terremotos ocurridos en esta zona es, según contó Feriche, que desde que en los años 80 se mejoró la instrumentación de registro de la actividad sísmica no se han producido "suficientes terremotos de magnitud significativa que permitan definir de manera definitiva las implicaciones tectónicas de esta actividad".
Lo que sí ha permitido esta nueva tecnología es, por ejemplo, que desde el Instituto Andaluz de Geofísica se pueda realizar un seguimiento en tiempo casi real de la actividad sísmica de toda la comunidad.
Aunque aún no se pueden predecir, la experta señaló que sí se pueden prevenir los posibles efectos y tomar medidas para que se produzcan los menores daños posibles y "combinarlo con una educación de toda la población en medidas de autoprotección".
La ordenación del uso del territorio y el cumplimiento de los códigos de construcción sismoresistente en la edificación, a los que obliga la legislación europea, frente a posibles terremotos son dos de las medidas que mejor contribuirían a paliar las consecuencias de un seísmo de gran intensidad.
Hasta la fecha, los seísmos de los que se tienen datos ocurridos en esta zona nunca han superado una magnitud -que mide la energía liberada tras la ruptura de una zona sometida a una deformación previa- de 6,5 ó 7 y una intensidad -que se calcula en función de los efectos que se producen a causa del terremoto- moderada a diferencia de lo que ocurre en otros puntos del planeta como Chile, California, Japón o México. No obstante, aún no se ha podido comprobar en esta zona el comportamiento que tendrían los edificios modernos ante un fenómeno así. Mejor no saberlo.
La proximidad al borde de la placa tectónica situada entre el continente africano y la Península ibérica, más conocida como euroasiática, convierten a Málaga en una de las zonas de mayor riesgo de sufrir un seísmo. Es, junto a Granada y Almería, la provincia con mayor actividad sísmica y donde se han producido algunos de los terremotos más destructores ocurridos en España a lo largo de la historia. Pero ni siquiera la moderna tecnología actual puede llegar a predecirlos y la incertidumbre de cuándo podría producirse uno de ellos es inevitable.
La historia se ha encargado de demostrar el poder destructivo de algunos de estos terremotos que tuvieron en Málaga su epicentro. El de mayor intensidad del que se tiene constancia ocurrió el 9 de octubre de 1680 y tuvo una intensidad máxima de diez y una magnitud estimada superior a 6,5. Sólo existe un precedente de un terremoto tan devastador en la provincia y fue el ocurrido en enero de 1494 con una intensidad similar.
En la historia más reciente de la provincia no se ha vuelto a producir un seísmo de tales características, aunque el terremoto ocurrido en 1884 en Alhama de Granada, y que tuvo una intensidad máxima de nueve, afectó gravemente a varias poblaciones de la comarca malagueña de la Axarquía.
Pero, sin llegar a fenómenos tan destructores, la provincia ha registrado una frecuente actividad sísmica en las últimas décadas con terremotos de intensidad entre moderada y baja que se han dejado notar entre la población.
No se puede saber dónde se va a producir. Lo que sí han constatado los expertos es que la parte oriental de la provincia, sobre todo, la comarca de la Axarquía que está más próxima a la provincia de Granada es la que concentra el mayor riesgo, aunque eso no significa que el resto esté exento. De hecho, según los datos del Instituto Andaluz de Geofísica de la Universidad de Granada, aunque muchos de los terremotos que se han sentido en Málaga han tenido su epicentro en el mar, ha habido numerosos casos en los que la actividad sísmica ha tenido su origen en las comarcas del interior.
Sin embargo, ninguno de ellos responde a un patrón común. Mercedes Feriche, del Instituto Andaluz de Geofísica, aseguró a este periódico que no hay hora ni época del año determinada en la que se den con más o menos frecuencia, ya que "no está claro del todo el régimen tectónico relacionado con la sismicidad de la zona".
Es la razón por la que los expertos la han bautizado como zona de bordes difusos. El principal obstáculo con el se encuentran los especialistas para poder indagar en el comportamiento de los terremotos ocurridos en esta zona es, según contó Feriche, que desde que en los años 80 se mejoró la instrumentación de registro de la actividad sísmica no se han producido "suficientes terremotos de magnitud significativa que permitan definir de manera definitiva las implicaciones tectónicas de esta actividad".
Lo que sí ha permitido esta nueva tecnología es, por ejemplo, que desde el Instituto Andaluz de Geofísica se pueda realizar un seguimiento en tiempo casi real de la actividad sísmica de toda la comunidad.
Aunque aún no se pueden predecir, la experta señaló que sí se pueden prevenir los posibles efectos y tomar medidas para que se produzcan los menores daños posibles y "combinarlo con una educación de toda la población en medidas de autoprotección".
La ordenación del uso del territorio y el cumplimiento de los códigos de construcción sismoresistente en la edificación, a los que obliga la legislación europea, frente a posibles terremotos son dos de las medidas que mejor contribuirían a paliar las consecuencias de un seísmo de gran intensidad.
Hasta la fecha, los seísmos de los que se tienen datos ocurridos en esta zona nunca han superado una magnitud -que mide la energía liberada tras la ruptura de una zona sometida a una deformación previa- de 6,5 ó 7 y una intensidad -que se calcula en función de los efectos que se producen a causa del terremoto- moderada a diferencia de lo que ocurre en otros puntos del planeta como Chile, California, Japón o México. No obstante, aún no se ha podido comprobar en esta zona el comportamiento que tendrían los edificios modernos ante un fenómeno así. Mejor no saberlo.