Familias malagueñas de clase media que nunca han tenido que pedir ayuda para subsistir, tienen que hacerlo ahora
La historia de Roberto Marín Martín de 49 años es el relato de la desesperación y la impotencia. Este hombre al que la vida ha golpeado duramente en el último año y medio es el claro rostro de la crisis. Ése del que tanto se habla. Representa a una familia de clase media, normal y corriente, que siempre ha vivido bien y además feliz, sin lujos pero sin ninguna carencia y algún que otro capricho confesable, como en tantas casas malagueñas.
Pero la suerte de Roberto cambió. Ahora apenas puede subsistir y la alegría se ha vuelto sufrimiento hasta tal punto que ha solicitado por primera vez ayuda social. En su caso ha tenido la satisfactoria respuesta de la Liga Malagueña. «Gracias a la Liga y a Isidro mi familia come todos los días», afirma este hombre que reclama a los cuatro vientos una oportunidad y un trabajo para poder salir del agujero en el que se encuentra.
Empezó a trabajar a los 13 años y nunca le ha faltado un empleo, asegura. Hostelería, vigilante... «He tenido estabilidad laboral siempre y he estado cinco o seis años en cada empresa», dice. En su última etapa estaba empleado en la construcción, el sector más atacado por la actual coyuntura económica. Pronto empezaron sus males. Ahora lleva ya dos años en paro y un año y medio sin cobrar desempleo. Sobreviven con los 426 euros de la ayuda familiar, porque su mujer también carece de trabajo, lamenta. Ambos tienen que mantener una boca más, la de su hija de 16 años.
Ahora Roberto recoge chatarra para poder aportar algo más a la malograda economía familiar. La situación llegó a tal punto que tuvo que rehipotecar su vivienda, que ya tenía pagada, por lo que ahora debe pagar 300 euros cada mes de préstamo. Las cuentas no salen. Queda para poco.
La falta de liquidez le llevó a contraer deudas también con la comunidad de propietarios y, tras lograr salvar una situación de desahucio, va saldando como puede lo que debe. Una de las estampas que más dolor le produjo fue cuando tuvo que empeñar las joyas de su mujer y los regalos de oro de su hija de la comunión. «Lo tengo todo empeñado. Estoy depresivo, con pastillas para dormir por la noche y calmantes para relajarme de día, el estómago lo tengo fatal y me hincho de llorar por las noches ante la impotencia», declara este hombre visiblemente emocionado.
Dice que la situación afecta además a su relación familiar. «Y encima estás de mal humor y lo pagas con tu mujer y te ves desplazado de tu entorno. No tengo apenas relaciones con la familia y con los amigos porque no tenemos dinero para salir a comer ni hacer nada», expresa. Roberto y su familia han encontrado el apoyo incondicional de la Liga Malagueña y son beneficiarios del cheque-menú de la entidad Unicaja que distribuye esta organización. «Ellos son los únicos que me están dando oportunidades», dice. Roberto no pide que le regalen nada, tiene sus manos, su empeño y su orgullo, sólo reclama y suplica una oportunidad para aquel hombre de bien que quiera emplearlo y para ello facilita su número de teléfono 655 57 99 51.
Empresarios que van a pique
De exitosos empresarios a estar inmersos en importantes apuros económicos. Joaquín García Salas y su mujer Mª Ángeles Doblas, de 46 y 43 años, tienen tres hijos de 20,18 y 11 que alimentar. Llevan 15 años dedicados a su particular rastro de artículos de segunda mano y también de objetos nuevos. Desde hace siete están ubicados en la calle el Gordito número 4, en el local 5, una calle perpendicular a la recién remozada Avenida Velázquez.
Vivían más que bien, relatan, y el negocio iba viento en popa. Pero la crisis, como a muchas familias de clase media, unida a las obras del metro les ha llevado a tener que pedir amparo, en este caso a la asociación benéfica Padre Huelin. Y es que se da la curiosa circunstancia de que esta familia que durante años ha ayudado a esta organización y a los necesitados es ahora la que es ayudada. Gracias a los cheque-menú de Unicaja «tiran para adelante».
Desde finales de 2008 y 2009 al completo la situación ha sido dramática. Las dos hipotecas relativas a la casa en la que viven y el local les llevó a asumir una subida de 1.050 euros lo que sumado a un descenso de las ventas del 60% del negocio familiar transformó la situación en insostenible.
Comenzaron a pedir ayuda a familiares y amigos y llegaron a deber 12.000 euros. Hoy la deuda ha bajado a los 7.000 y el negocio parece que levanta poco a poco. Tan sólo trabaja en estos momentos Mª Ángeles, porque no podían pagar el autónomo de los dos, relatan. «Te sientes impotente. Llevas toda la vida luchando y...he estado sin dormir muchas noches», expresa Joaquín. Dicen que el que siempre recoge y ahora la solidaridad y cariño que ellos han trasladado durante años a otros que lo necesitaban a través de la Asociación Padre Huelin les está siendo correspondida. Además de los cheques-menú reciben alimentos del Banco de Alimentos de la Costa del Sol.
Roberto Marín Martín atraviesa una situación dramática a causa de la crisis y reclama ayuda
http://www.laopiniondemalaga.es/malaga/2010/06/14/castigados-rostros-crisis-malaga/346969.html