El Málaga asume que sus limitaciones económicas y la falta de instalaciones impiden un mejor cuidado del terreno de juego
El césped de la discordia, lejos de favorecer al Málaga, contribuye a su pobre arranque liguero, hasta el punto de que algún gol en contra ha podido venir motivado por su mal estado. Como dio a entender el domingo el entrenador del Zaragoza, Marcelino García, el tanto de Soriano, que supuso el 0-2 para el Almería (1-2 final) pudo haber sido provocado por un problema de Cuadrado en el control del balón a causa del terreno de juego.
El argumento al que se acogen todos los técnicos visitantes en la sala de prensa de La Rosaleda no tiene visos de solucionarse. El terreno de juego está mal, seco, con calvas e irregular. El bote no se anticipa fácilmente y ejecutar las acciones técnicamente bien resulta sumamente complicado. Sin embargo, el Málaga asume que no tiene presupuesto para cambiar esta situación ni sus instalaciones de entrenamiento permiten que pueda dar descanso cada dos semanas al campo principal.
Déficit de campos
«Más no se puede hacer. Más supondría tener una ciudad deportiva o tener capacidad económica para cambiar el campo». A la postre, como argumenta el presidente del Málaga, Fernando Sanz, las limitaciones de un club que aún ha de abonar cada año un montante a sus deudores impiden la solución a la que recurren otros clubes de Primera. Las técnicas actuales permiten trasladar en camiones tepes de otra zona para ser sembrados, en un proceso que puede durar unos diez días incluyendo ya su puesta a punto para ser utilizado. «Nosotros no podemos gastarnos cien mil o doscientos mil euros en un nuevo campo», insiste Fernando Sanz, que explica que el club desembolsa ahora del orden de 50.000 euros al año sólo en las resiembras que se hacen cada dos semanas en el campo de La Rosaleda. Asimismo, la entidad ha invertido en maquinaria (un tractor, una pinchadora y una recebadora) y en el asesoramiento de una firma vitoriana, Laziturri, S. L., que se ha encargado de examinar las deficiencias del césped y de proponer soluciones, aunque los responsables directos del cuidado sigan siendo los mismos empleados.
La sequedad del comienzo del otoño tampoco ha ayudado a empeorar el césped. Las temperaturas en octubre y noviembre han sido las más cálidas en décadas y tampoco se han prodigado las lluvias. La realidad es que el campo, que se encontraba a mediados de julio, antes de la Copa de la Paz, en su mejor aspecto en años, ha vuelto a quedar expuesto al rigor del final del estío. Incluso, los propios jugadores admiten que está peor que la última campaña, pese a la inversión del club.
Fernando Sanz, cocinero antes que fraile, es el primero en admitir la importancia que tiene un buen terreno para desplegar un juego aceptable. «Precisamente por eso hicimos un gran esfuerzo económico en adquirir maquinaria», admite, pero no tiene más remedio que aceptar las críticas de los entrenadores y jugadores que desfilan por el estadio -«es un campo para que pasten las vacas», llegó a decir Marcelino-, aunque el presidente afirma también: «Hemos ido a estadios en los que el terreno de juego estaba muy mal, como en Tenerife o Jerez. Hay clubes con menos presupuesto, con una situación más comprometida y que no gastan lo que no pueden». Hasta el propio Muñiz ha tenido que reconocer que el césped de La Rosaleda «no es propio de un equipo profesional».
Estadio de atletismo
Esta temporada se llegó a un acuerdo con el Ayuntamiento para usar el estadio de atletismo Ciudad de Málaga, en principio los jueves, aunque en la práctica el equipo sólo ha acudido allí en dos ocasiones, y no con toda la plantilla, algo que no ha hecho en las últimas semanas.
La situación es que el Anexo, el escenario habitual de las sesiones de trabajo, también está en un estado deplorable, más allá de que sus dimensiones tampoco sean las más idóneas, por lo que el conjunto blanquiazul ha de ejercitarse al menos dos veces cada semana en La Rosaleda, que no tiene el descanso recomendable, el que les suelen dar la mayoría de clubes de la categoría a sus respectivos campos. La única razón para la esperanza es la confianza en que la llegada de la primavera siempre suele coincidir con una mejora evidente del campo, lo que confirma un problema endémico.
Antes de la disputa de la Copa de la Paz y coincidiendo con la vuelta al trabajo del equipo, el césped de La Rosaleda presentaba una de sus mejores imágenes en varios años.
En esta imagen de ayer se aprecia la irregularidad del campo, aunque los propios jugadores advierten incluso de que hay que pisarlo para descubrir que está peor de lo que parece.
http://malagacf.sur.es/noticias/2009-11-25/cesped-discordia-20091125.html