El Málaga ha pasado del todo, en el estreno liguero frente al Atlético de Madrid –goleada por 3-0 y tercero en la clasificación– a la nada en casi dos meses, ya que es penúltimo después de haber sumado en los seis encuentros restantes un empate y cinco derrotas.
El equipo dirigido por Juan Ramón Muñiz parece haber acusado en demasía las bajas del central serbio Stepanov y, sobre todo, del mediocentro malagueño Apoño, ambos lesionados. Y es que el conjunto albiceleste no halla su brújula, ese organizador que dirija el juego. Frente al Atlético, el Deportivo –golazo de Luis Filipe desde 40 metros– y el Racing –errores a balón parado– se echó en falta que Jesús Gámez estuviera en su posición habitual de lateral derecho –jugó de central–, y Duda lo hizo en el lateral ante los cántabros. Contra el Espanyol hubo mayor posesión y marcador a favor, pero en la segunda mitad el bloque cedió excesivo terreno. Ante el Barça, sólo aguantó el ritmo 20 minutos, contra el Xerez el árbitro perjudicó al Málaga con claridad –gol ilegal que dio al equipo gaditano, otro anulado al Málaga de Edinho y penalti no pitado a Valdo– y frente al Almería se jugó con un solo delantero. Albert Luque apenas ha jugado un partido como titular de los siete, mientras que Muñiz, salvo frente al Racing, ha confiado siempre en una pareja de mediocentros que no sabe crear, sino sólo destruir.
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