Condenan a un policía local por empujar y llamar «gitana de mierda» a una mujer
La víctima fue a pedirle explicaciones al agente que había agredido a su padre porque se negó a mostrarle la documentación
Un agente de la Policía Local de Málaga ha sido condenado por la Audiencia de Málaga por empujar bruscamente a una mujer a la que insultó llamándola «gitana de mierda» cuando ésta fue a pedirle explicaciones al agente, que momentos antes había agredido a su padre por negarse a mostrarle la documentación. El tribunal le impone al policía una multa de 800 euros por dos faltas de lesiones y una de vejaciones y le obliga a indemnizar a padre e hija con un total de 625 euros. El hombre también ha sido condenado por una falta leve de desobediencia a la autoridad al pago de 90 euros de multa.
Los hechos ocurrieron el 15 de octubre de 2009, cuando el agente ahora condenado se dirigió a la mujer, que era conductora de un coche de caballos, para ponerle una multa, ya que obstaculizaba el tráfico en el Paseo de los Curas de la capital.
Una vez impuesta la sanción, el mismo agente se dirigió a otra parada de coches de caballos situada enfrente de la entrada al puerto donde se encontraba el padre de la mujer, al que requirió la documentación. El hombre se negó a mostrársela, entregándosela posteriormente al otro agente que le acompañaba. Pese a ello, el policía le cogió por la camisa y tirando de ella le golpeó en el hombro con el puño.
Al ver lo que estaba sucediendo, la mujer se acercó al agente y le pidió explicaciones. Éste entonces la empujó bruscamente al tiempo que le decía: «Vete de aquí gitana de mierda». Debido al empujón la mujer se golpeó en la zona lumbar con uno de los coches que estaba aparcado.
Como consecuencia de la agresión, la mujer sufrió lesiones que tardaron tres días en curar, mientras su padre estuvo diez días impedido.
La sentencia de la Audiencia de Málaga, que ratifica la dictada el pasado mes de febrero por un juzgado de la capital, por lo que ya es firme, desestima el recurso presentado por el policía local, a quien reprocha «un uso incorrecto del ejercicio de sus atribuciones» y a quien culpa, junto con otro hombre, de ser «parte desencadenante del altercado» y de haber obrado «en reacción iracunda». En ese sentido, afirma que su comportamiento fue contrario al de su compañero, quien «haciéndose respetar en su condición de agente de la autoridad y respetando los derechos del ciudadano al que requería, instruyéndole de forma educada y debidamente del motivo de la solicitud de identificación, logró el resultado perseguido con su intervención».