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El Málaga, casi salvado
Solo una extraña combinación evitaría la permanencia después de su quinto triunfo consecutivo, por 2-0 frente al Sporting
10 de mayo de 2011
SERGIO CORTÉS | MÁLAGA.-
Dedicado a los malpensados o malinformados: Julio Baptista ha convertido La Rosaleda en un sambódromo. Él acapara todo el protagonismo en un Málaga que esta noche ha conseguido virtualmente la permanencia después de encadenar por primera vez cinco victorias en Primera. Definitivamente al equipo le falta Liga. El sello de Manuel Pellegrini, elevado a su máxima expresión, volvió a dejarse notar para superar con toque y un juego basado en múltiples apoyos a un Sporting rocoso. Solo una combinación extraña evitaría la continuidad en la élite después de una insufrible agonía. Pero la afición, cauta donde las haya, optó por una prudente celebración.
En fútbol lo que funciona no se toca. Pellegrini premió la soberbia actuación del sábado en el Vicente Calderón y no introdujo cambios, ni siquiera la vuelta de Weligton después de cumplir su sanción. El equipo rindió a un nivel altísimo en todas las facetas frente al Atlético y era obligado mantener el bloque. Por contra, Manolo Preciado siguió con su política habitual de rotaciones y varió al Sporting de arriba abajo, con lo que además dejaba en la recámara a piezas como Barral, Miguel de las Cuevas, Carmelo o Nacho Novo para recuperar terreno después del descanso, como así sucedió.
Claro que también el Malaga fue fiel a sí mismo y en una falta de comunicación entre Caballero y los centrales pudo ceder ventaja a los doce segundos. Pero como no hay mal que por bien no venga al equipo le vino de maravilla para espabilar y cerciorarse de que este era otro partido y frente a un rival tan exigente o más que el Atlético. Por fortuna, está enrachado, con el santo de cara, y quedó patente en dos jugadas. La primera acabó en gol, cómo no, de Baptista. Fue en una falta en la mitad de campo visitante generada por él mismo que sacó muy templada Apoño a la prolongación del palo izquierdo en busca de un primer toque de Demichelis. El despeje de Juan Pablo le permitió al brasileño ejecutar una tijera lateral. La segunda acción, apenas tres minutos más tarde, llegó en un desajuste por el flanco izquierdo que acabó en centro al corazón del área pequeña. El remate a bocajarro de Eguren encontró como respuesta un felino movimiento de Caballero, y en el rechace el argentino se encontró con el balón e incluso hizo malabares con él.
Problemas entre líneas
El Málaga se asemejó en demasía al de la primera parte frente al Hércules. Pese a la presencia de Camacho y Apoño por delante de la defensa, los problemas entre líneas le pasaron factura. Los escalones eran demasiado pronunciados. La presión no surtía efecto y por eso el Sporting hacía mucho daño. Sin intensidad, el equipo corre detrás del balón y sufre más de la cuenta. La enorme distancia provocó que en algunos momentos la defensa tuviera que alejarse mucho de su zona y pudo costar cara, sobre todo porque cuando Stadsgaard sale ‘entre líneas’, al no ser un jugador de choque, se ve superado con facilidad. Sangoy le buscó las vueltas un par de veces con peligro y en la primera asustó al personal, pero Caballero, portentoso, había dado tres pasos al frente, para ganar terreno, y despejó el esférico al flanco derecho.
Mientras Baptista se dosificaba –en un contragolpe de Eliseu no acompañó la jugada y en la siguiente prefirió bajar trotando–, el Málaga se encontró con el contratiempo de la lesión del otro ‘búfalo’, Rondón, que sufrió una rotura fibrilar precisamente por no dar el balón por perdido. Esta desgracia trajo como consecuencia que a Pellegrini se le presentara la oportunidad de rearmar al equipo. Sebastián Fernández y Duda no estaban finos en la presión, así que en vez de optar por un cambio de piezas (Juanmi por el venezolano) introdujo a Recio para colocarlo como falso volante derecho y adelantó al uruguayo.
Esta variante le dio la vida al Málaga, porque entre las virtudes del joven jugador malagueño está la inteligencia para tocar y desmarcarse (lo que desahoga el juego), para meter el pie cuando más se requiere y, sobre todo, para cerrar líneas de pase. Los últimos minutos fueron un paseo militar, porque el equipo dispuso en la medular de otro hombre de características para esta zona y el Sporting ni olió el balón.
La reanudación trajo consigo la entrada de Barral. Preciado introdujo paulatinamente a sus elementos más ofensivos (después les tocó el turno a Miguel de las Cuevas y a Nacho Novo), y el Málaga pasó apuros durante varias fases. Sobre todo, en los primeros minutos. Pero parecía evidente que en cuanto el conjunto blanquiazul tuviera una salida medio digna al contragolpe, la contienda iba a quedar decidida.
Un remate de Barral a centro de Ayoze hizo temer otro partido agónico, contando los minutos y hasta los segundos, pero al Málaga se le veía afianzado. Bien es cierto que Apoño y Duda, que han sufrido un desgaste brutal en los dos últimos meses –viniendo además de diversos problemas físicos–, estaban contra las cuerdas, especialmente el portugués. Pero a cambio la presencia de Baptista arriba y del siempre incordiante Sebastián Fernández le daban salida al equipo. El brasileño controlaba todos los envíos, era una montaña inaccesible para Gregory –que ya es decir– y se permitía el lujo de bailar samba con el balón en plena efervescencia del público.
Preciado tuvo que arriesgar y para dar entrada a De las Cuevas hubo de sacrificar a uno de sus ‘pivotes’, con el consiguiente riesgo de que en esa zona la única presencia de Andre Castro derivara en fisuras. A Pellegrini se le vio hacer gestos desde la grada y a los pocos minutos Eliseu, lateral, encontró un pasillo y resolvió con un temple que curiosamente nunca lo adornó como virtud.
El técnico recurrió de inmediato a Sandro Silva para suplir el agotamiento de Apoño, y entre el brasileño, Camacho e incluso Recio lo barrieron todo por el centro para mayor seguridad de la cobertura. El mérito de Pellegrini es mayúsculo: ha hecho mejores a muchísimos jugadores, ha sepultado la visceralidad de algunos, ha implantado un modelo de juego que fascina en Málaga, siempre ha mostrado una plena confianza en sus ideas... Y en las dinámicas positivas la fortuna no falla: el remate de Andre Castro en el minuto 92 se fue al palo. Al Málaga le falta Liga.