Los sanitarios aseguran que las campañas se orientan más a evitar embarazos no deseados, y se descuida la prevención de infecciones como sífilis entre parejas
Entramos todas, somos un equipo. Las tres madres», exclama una de las chicas. «¡Calla!», le recrimina otra que se muestra más nerviosa en la sala de espera del Centro de Orientación Sexual para Jóvenes, en el barrio de la Victoria. Para hacer tiempo, las adolescentes consultan folletos sobre prevención del virus del papiloma humano y el uso adecuado del preservativo.
Las citas para solicitar una prueba de embarazo han descendido notablemente en este centro, al igual que la dispensación de la píldora poscoital –una caída del 200% en una década–. La venta de este fármaco sin receta médica ha reducido las consultas en los centros de planificación familiar, y hay que sumar las campañas para evitar embarazos no deseados. Pero los sanitarios advierten de que no se presta tanta atención a la prevención de contagios de enfermedades sexuales, como sífilis, o o gonorrea, entre parejas que mantienen relaciones continuadas. El problema es que existe desinformación sobre estas infecciones, se asocian con determinados colectivos, de exclusión social. También se vinculan con la promiscuidad. «Las campañas de sensibilización para frenar estas infecciones llegan tarde. Muchas parejas se conforman con métodos que eviten embarazos», explica María Jesús Alonso, doctora del centro de orientación sexual.
Pero entre adolescentes se produce lo que se conoce como monogamia sucesiva, esto es que en un año pueden tener seis parejas distintas con las que practican sexo con otros métodos anticonceptivos, como la píldora o el DIU. En cambio, existe más sensibilización sobre la práctica de sexo seguro para relaciones esporádicas, como medida de protección del VIH.
Los sanitarios se muestran preocupados por la falta de conocimiento sobre las infecciones de transmisión sexual, y el hecho de que estén aumentando. Desde 1995 a 2009 la incidencia, por ejemplo, de la sífilis se ha doblado, al pasar de 2,5 casos por cada 100.000 habitantes, a 5,3. Esta enfermedad, al igual que la infección gonocócica (que se localiza generalmente en la uretra) son de declaración obligatoria. «Se relacionan estas enfermedades con el hecho de tener muchas relaciones. Y no es así, entre parejas de poco tiempo puede generarse ese contagio, pero casi nunca se va a sospechar» explica María del Mar Padrón, sexóloga y psicóloga del Instituto de Sexología de Málaga.
El sexo, un tabú en clase
En una clase de Secundaria, un grupo de alumnos juega a las preguntas anónimas sobre sexo. María del Mar empieza a leer las cuestiones en voz alta: «¿Es cierto que hay determinados días en el ciclo menstrual que es imposible quedarse embarazada, aunque no utilice el preservativo?»; «¿Dónde está el clítoris?»; «¿Si eres homosexual, también eres transexual?» «¿La píldora del día después me vale para abortar?»
Esta escena se repite en cada una de las charlas que María del Mar organiza en los centros de Secundaria y Bachillerato de la provincia. Su conclusión es siempre la misma: que los adolescentes siguen siendo ignorantes en muchos aspectos del sexo, pero lo más preocupante, que a través de sus relaciones íntimas se perpetúan las conductas sexistas.
«Se piensa que el sexo sólo es penetración. No se enseña que hay mucho más, como la masturbación, las caricias», cuenta Padrón, para quien la educación sexual no está resultando eficaz, porque sólo está enfocada a evitar prácticas de riesgo y a prevenir embarazos, pero no presta atención al desarrollo personal. Para la especialista, se debe conjugar ambas cosas, el sexo seguro y el placer.