La afirmación del técnico tras el empate en Mallorca refuerza la senda reciente del equipo, pero concuerda poco con su deseo de construir el Málaga desde la defensa
«Marcamos dos goles fuera de casa y prefiero empatar a dos que a cero», se sinceró en la rueda de prensa del domingo, en el Ono Estadi, Antonio Tapia. Su afirmación va en consonancia con las palabras pronunciadas antes del choque contra el Villarreal: «Mañana se verá a dos equipos con ambición y juego de ataque, y el público se va a divertir». ¿Ha cambiado de libro de estilo el entrenador del Málaga?
Fernando Sanz incorporó a Antonio Tapia a su proyecto como un técnico capaz de sacar el máximo partido del potencial limitado de una plantilla confeccionada sin pago de traspasos, como un trabajador nato que no dejaría ni un detalle sin estudiar para maximizar el rendimiento. Quizás lo que no se esperaba es que un equipo seco en ataque en las cuatro primeras jornadas, hasta el punto de estar justificada la alarma, haya dado paso a otro desatado, que ve puerta con facilidad pero con una debilidad defensiva que empieza a ser preocupante.
Etiquetar a Tapia de entrenador defensivo no es hacer justicia con la filosofía del juego del fuengiroleño. Más allá de que los técnicos suelen quedar a expensas de los mimbres de la plantilla, hay que recordar también que con él el Málaga ha protagonizado marcadores históricos como un inolvidable 1-6 en Pamplona o un 0-4 en Huelva, más recientemente. Sin embargo, lo más característico de su trabajo fue siempre construir buenos equipos a través de la solidez defensiva. De momento este Málaga no tiene este aspecto, a pesar de que el propio Tapia no se cansó de admitir en pretemporada y durante el inicio de la campaña que pondría su énfasis en el trabajo defensivo.
Cifras indiscutibles
La realidad dicta ahora que el Málaga ha encajado doce goles sólo en las cuatro últimas jornadas, lo que enturbia su facilidad realizadora. Aunque entre los rivales hayan estado el Real Madrid, el Barcelona y el Villarreal, no es menos cierto que el equipo no se mostraba tan vulnerable en la Liga en cuatro partidos consecutivos desde el final de la temporada 2005-06, la del último descenso, con Manolo Hierro al frente de la misma.
Las cifras no engañan: los doce goles recibidos en estos últimos compromisos superan con creces los nueve encajados en las ocho jornadas precedentes. El Málaga ha pasado de un promedio de apenas una diana por partido en su contra a tres, lo que obliga a una eficacia ofensiva muy destacada para tener opción alguna de puntuar.
Esta tendencia va unida a una sobresaliente mejora en ataque. Ningún gol los primeros cuatro partidos y diecisiete en los ocho siguientes, un promedio de más de dos, que tampoco está nada mal.
¿Es este el Málaga que preconiza Tapia? Sus últimas declaraciones no son una justificación fácil para ocultar errores defensivos. No es el estilo del técnico del cuadro de La Rosaleda. Quizás todo vaya orientado a la asunción de que la mayoría de la plantilla tiene una concepción alegre del juego, que se ha manifestado con el paso de los partidos.
No son pocos los componentes del vestuario que admiten que los dos medios centro actuales tienen más virtudes técnicas que los ocupantes de esta demarcación en temporadas pretéritas del equipo en la máxima categoría. Y, por contra, menos despliegue y quite. Y como se habla de los 'pivotes' se podría hacer extensivo a otros aspectos, como la eficacia en el trabajo sin balón de los extremos (Eliseu y Duda) o el desparpajo que muestra el Málaga en ataque, con fases de juego de una brillantez que obligan a remitirse a la etapa dorada con Peiró y la pareja de ataque formada por Darío Silva y Dely Valdés.
Errores puntuales
El análisis convendría centrarlo en si los goles encajados se deben a una deficiencia concreta del juego. En la entrevista anexa, el ayudante de Tapia atribuye la mayoría de ellos a «errores puntuales». Lo que parece evidente es que si el equipo sufre fases en las que no consigue mantener la presión o la cercanía entre las líneas queda más expuesto. Por tanto, los fallos puntuales de un central o del portero (Arnau y Hélder Rosário ya han pagado con la pérdida de la titularidad) pueden ser más asiduos por una simple cuestión de probabilidad. En la segunda mitad del partido del domingo, el acoso del Mallorca llegó a tal intensidad en determinados momentos que el balón no se alejaba de los dominios de Goitia.
El beneficiado de este Málaga de idas y venidas, de partidos que concluyen con un mínimo de cuatro goles, es el espectáculo y, por ende, el aficionado. En lo táctico se mantiene la incógnita sobre si Antonio Tapia está siendo fiel a su libro de estilo, a la concepción del trabajo con el que ha hecho carrera en el fútbol, y el partido del domingo contra el renacido Osasuna puede ofrecer nuevas pistas.
diariosur.com
«Marcamos dos goles fuera de casa y prefiero empatar a dos que a cero», se sinceró en la rueda de prensa del domingo, en el Ono Estadi, Antonio Tapia. Su afirmación va en consonancia con las palabras pronunciadas antes del choque contra el Villarreal: «Mañana se verá a dos equipos con ambición y juego de ataque, y el público se va a divertir». ¿Ha cambiado de libro de estilo el entrenador del Málaga?
Fernando Sanz incorporó a Antonio Tapia a su proyecto como un técnico capaz de sacar el máximo partido del potencial limitado de una plantilla confeccionada sin pago de traspasos, como un trabajador nato que no dejaría ni un detalle sin estudiar para maximizar el rendimiento. Quizás lo que no se esperaba es que un equipo seco en ataque en las cuatro primeras jornadas, hasta el punto de estar justificada la alarma, haya dado paso a otro desatado, que ve puerta con facilidad pero con una debilidad defensiva que empieza a ser preocupante.
Etiquetar a Tapia de entrenador defensivo no es hacer justicia con la filosofía del juego del fuengiroleño. Más allá de que los técnicos suelen quedar a expensas de los mimbres de la plantilla, hay que recordar también que con él el Málaga ha protagonizado marcadores históricos como un inolvidable 1-6 en Pamplona o un 0-4 en Huelva, más recientemente. Sin embargo, lo más característico de su trabajo fue siempre construir buenos equipos a través de la solidez defensiva. De momento este Málaga no tiene este aspecto, a pesar de que el propio Tapia no se cansó de admitir en pretemporada y durante el inicio de la campaña que pondría su énfasis en el trabajo defensivo.
Cifras indiscutibles
La realidad dicta ahora que el Málaga ha encajado doce goles sólo en las cuatro últimas jornadas, lo que enturbia su facilidad realizadora. Aunque entre los rivales hayan estado el Real Madrid, el Barcelona y el Villarreal, no es menos cierto que el equipo no se mostraba tan vulnerable en la Liga en cuatro partidos consecutivos desde el final de la temporada 2005-06, la del último descenso, con Manolo Hierro al frente de la misma.
Las cifras no engañan: los doce goles recibidos en estos últimos compromisos superan con creces los nueve encajados en las ocho jornadas precedentes. El Málaga ha pasado de un promedio de apenas una diana por partido en su contra a tres, lo que obliga a una eficacia ofensiva muy destacada para tener opción alguna de puntuar.
Esta tendencia va unida a una sobresaliente mejora en ataque. Ningún gol los primeros cuatro partidos y diecisiete en los ocho siguientes, un promedio de más de dos, que tampoco está nada mal.
¿Es este el Málaga que preconiza Tapia? Sus últimas declaraciones no son una justificación fácil para ocultar errores defensivos. No es el estilo del técnico del cuadro de La Rosaleda. Quizás todo vaya orientado a la asunción de que la mayoría de la plantilla tiene una concepción alegre del juego, que se ha manifestado con el paso de los partidos.
No son pocos los componentes del vestuario que admiten que los dos medios centro actuales tienen más virtudes técnicas que los ocupantes de esta demarcación en temporadas pretéritas del equipo en la máxima categoría. Y, por contra, menos despliegue y quite. Y como se habla de los 'pivotes' se podría hacer extensivo a otros aspectos, como la eficacia en el trabajo sin balón de los extremos (Eliseu y Duda) o el desparpajo que muestra el Málaga en ataque, con fases de juego de una brillantez que obligan a remitirse a la etapa dorada con Peiró y la pareja de ataque formada por Darío Silva y Dely Valdés.
Errores puntuales
El análisis convendría centrarlo en si los goles encajados se deben a una deficiencia concreta del juego. En la entrevista anexa, el ayudante de Tapia atribuye la mayoría de ellos a «errores puntuales». Lo que parece evidente es que si el equipo sufre fases en las que no consigue mantener la presión o la cercanía entre las líneas queda más expuesto. Por tanto, los fallos puntuales de un central o del portero (Arnau y Hélder Rosário ya han pagado con la pérdida de la titularidad) pueden ser más asiduos por una simple cuestión de probabilidad. En la segunda mitad del partido del domingo, el acoso del Mallorca llegó a tal intensidad en determinados momentos que el balón no se alejaba de los dominios de Goitia.
El beneficiado de este Málaga de idas y venidas, de partidos que concluyen con un mínimo de cuatro goles, es el espectáculo y, por ende, el aficionado. En lo táctico se mantiene la incógnita sobre si Antonio Tapia está siendo fiel a su libro de estilo, a la concepción del trabajo con el que ha hecho carrera en el fútbol, y el partido del domingo contra el renacido Osasuna puede ofrecer nuevas pistas.
diariosur.com