El club obtiene un beneficio de medio millón al margen de los pagos obligados que están sujetos al convenio de acreedores
SERGIO CORTÉS.-
Durante este año no han faltado algunas voces críticas con Sanz al considerar que tanta restricción ponía en riesgo la continuidad del Málaga en Primera. Sin embargo, la realidad es que el club está obligado todos los años hasta 2013 a abonar cada 1 de agosto en torno a tres millones y medio de euros (al cambio, casi 600 millones de pesetas). Es evidente que la permanencia en la máxima categoría es imprescindible para superar este difícil escollo, porque en Segunda los ingresos se reducen drásticamente y, por ejemplo, el Valladolid tendrá la próxima temporada 10,5 millones, sólo el triple del superávit que debería tener la entidad de La Rosaleda al final de cada campaña.
El cierre de este ejercicio refleja un superávit de cuatro millones, medio millón por encima de la cantidad que debe desembolsar el Málaga en las próximas semanas dentro de sus obligaciones correspondientes al convenio de acreedores. La gestión de Sanz, avalada por la figura creada por el Juzgado de lo Mercantil de Málaga (el supervisor del seguimiento y control de los pagos, Daniel Pastor), ha sido con mano y pulso firmes para tratar de que no hubiera contratiempos que pusieran en riesgo la estabilidad de la entidad. Cabe recordar como anécdota que periódicamente el presidente y el conocido economista malagueño analizaban cómo estaba «la hucha».
Un año más, el Málaga no pasará apuros para abonar los 3,5 millones en las dos fechas fijadas, el 14 de julio (para los créditos ordinarios) y el 1 de agosto. Sólo que en esta ocasión el club cerrará el ejercicio con otro medio millón de beneficio, una circunstancia atípica hoy en día en el fútbol español y en una situación global tan adversa.