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El Unicaja avanza curtido en el sufrimiento (76-66)
La inspiración desde la línea de tres permite al equipo malagueño enderezar el rumbo frente al DKV Joventut y romper el encuentro a su favor durante el último cuarto
Ni marcha triunfal, ni superioridad irritante. El arranque se mantiene casi intachable, pero no se basa desde luego en el desequilibrio que genera su plantilla respecto a las demás, ni en la brillantez de un juego descorazonador para quien se lo topa de frente. El nuevo Unicaja es un equipo de uno fijo, incesante en su avance, pero curtido desde el sufrimiento. Los rivales cuentan. Lo demuestran jornada a jornada y, desde esta semana, por partida doble. El DKV Joventut volvió a exigir un sobreesfuerzo, una gota más de sudor extra a cambio de una nueva victoria que, por fortuna, no se resistió para el equipo malagueño (76-66).
Fue otra noche complicada resuelta por un chispazo de magia desde la línea de tres. Una serie continuada de cuatro ataques con lanzamientos desde 6,25 acertados eliminó la incertidumbre en las postrimerías del último cuarto. Para espantar temores. El Unicaja salvó la papeleta de una zona 3-2 dispuesta por Sito Alonso a falta de siete minutos para el final del choque -la misma con la que inauguró el encuentro-. Haislip, Kelati y Welsch, en dos ocasiones, fueron los encargados de tornar la sonrisa de ganador esbozada por el técnico verdinegro en un gesto de resignación, no exenta de orgullo, eso sí, tras haber mantenido el pulso a su maestro durante 30 minutos.
Decisivo
Su Joventut hizo daño y sembró dudas hasta que Haislip anotó el último de los 23 triples convertidos ayer para elevar la ventaja hasta una máxima de diez puntos (72-62) a falta de un minuto y medio. Atrás quedó de nuevo la inquietud por el desenlace y la desazón procurada por el equipo, que tuvo la actitud añorada frente al Le Mans y la capacidad defensiva a la que habitúa -salvo en el control de Jasaitis por momentos-. Pero ni las ganas, ni el coraje depositado, ni el trabajo sin balón lo son todo. Quien mete, gana.
En ese sentido, el Unicaja estuvo a punto de pagar sus lagunas ofensivas y sus carencias en la media pista contraria. Otra evidencia para pensar que el proceso de construcción se encuentra aún lejos de concluir. Más de cinco minutos y medio sin anotar en juego -cuatro tiros libres convertidos fue su único bagaje- entre el tercer y el último cuarto y un parcial de 1-10 adverso (del 50-44 al 51-54) estuvieron a punto de costarle su segunda derrota en casa en esta Liga corregida por ese estado de gracia que inundó al perímetro en el momento de la verdad.
Que el Unicaja sufre en ataque es tan cierto como que brilla en defensa. Resultó evidente en esos minutos de sequía, cuando el patrón en cada cuenta de 24 segundos se repetía una y otra vez. Bote, bote, bote. Pérdida, fallo, pérdida, bocina. Como en la propia vida. La misma libertad que incita a la inspiración y da manga ancha a la magia se convierte en elemento de condena y autodestrucción cuando las ideas no son del todo claras. En demasiadas ocasiones el equipo malagueño no las tuvo frente al Joventut.
Zonas
Sito Alonso trató de ponerlo de manifiesto con una apuesta descarada por la zona. Demasiados años con Aíto como para desconocer el talón de Aquiles a estas alturas del proyecto. El Unicaja se zafó de la trampa gracias a sus racha desde la línea de tres en el primer y último cuarto. Cabe preguntarse qué habría ocurrido de carecer de un porcentaje tan elevado de acierto desde la larga distancias. Los problemas para circular la pelota, hacerla llegar hasta las posiciones interiores y desestabilizar el orden rival son elevados.
Tiempo. Otro día. Todo por partes, que ayer fue el partido destinado a aprender a manejar los comienzos de partido, a plasmar la intensidad defensiva más alta desde el primer minuto. Mucho mejor no ir a remolque, mandar y marcar el ritmo. Mantenerlo forma parte de la siguiente lección, porque ayer no lo consiguió. A pesar del gran primer cuarto y de las ventajas adquiridas (26-17, minuto 11, la máxima en el primer tiempo), el equipo se dejó comer el terreno ganado por un Joventut acertado también desde el perímetro y con un talante igualmente aguerrido. Su espíritu y la calidad de una plantilla que se multiplica para tapar la ausencia de Ricky Rubio le dio para plantar cara, pero no fue suficiente.
diariosur.com
La inspiración desde la línea de tres permite al equipo malagueño enderezar el rumbo frente al DKV Joventut y romper el encuentro a su favor durante el último cuarto
Ni marcha triunfal, ni superioridad irritante. El arranque se mantiene casi intachable, pero no se basa desde luego en el desequilibrio que genera su plantilla respecto a las demás, ni en la brillantez de un juego descorazonador para quien se lo topa de frente. El nuevo Unicaja es un equipo de uno fijo, incesante en su avance, pero curtido desde el sufrimiento. Los rivales cuentan. Lo demuestran jornada a jornada y, desde esta semana, por partida doble. El DKV Joventut volvió a exigir un sobreesfuerzo, una gota más de sudor extra a cambio de una nueva victoria que, por fortuna, no se resistió para el equipo malagueño (76-66).
Fue otra noche complicada resuelta por un chispazo de magia desde la línea de tres. Una serie continuada de cuatro ataques con lanzamientos desde 6,25 acertados eliminó la incertidumbre en las postrimerías del último cuarto. Para espantar temores. El Unicaja salvó la papeleta de una zona 3-2 dispuesta por Sito Alonso a falta de siete minutos para el final del choque -la misma con la que inauguró el encuentro-. Haislip, Kelati y Welsch, en dos ocasiones, fueron los encargados de tornar la sonrisa de ganador esbozada por el técnico verdinegro en un gesto de resignación, no exenta de orgullo, eso sí, tras haber mantenido el pulso a su maestro durante 30 minutos.
Decisivo
Su Joventut hizo daño y sembró dudas hasta que Haislip anotó el último de los 23 triples convertidos ayer para elevar la ventaja hasta una máxima de diez puntos (72-62) a falta de un minuto y medio. Atrás quedó de nuevo la inquietud por el desenlace y la desazón procurada por el equipo, que tuvo la actitud añorada frente al Le Mans y la capacidad defensiva a la que habitúa -salvo en el control de Jasaitis por momentos-. Pero ni las ganas, ni el coraje depositado, ni el trabajo sin balón lo son todo. Quien mete, gana.
En ese sentido, el Unicaja estuvo a punto de pagar sus lagunas ofensivas y sus carencias en la media pista contraria. Otra evidencia para pensar que el proceso de construcción se encuentra aún lejos de concluir. Más de cinco minutos y medio sin anotar en juego -cuatro tiros libres convertidos fue su único bagaje- entre el tercer y el último cuarto y un parcial de 1-10 adverso (del 50-44 al 51-54) estuvieron a punto de costarle su segunda derrota en casa en esta Liga corregida por ese estado de gracia que inundó al perímetro en el momento de la verdad.
Que el Unicaja sufre en ataque es tan cierto como que brilla en defensa. Resultó evidente en esos minutos de sequía, cuando el patrón en cada cuenta de 24 segundos se repetía una y otra vez. Bote, bote, bote. Pérdida, fallo, pérdida, bocina. Como en la propia vida. La misma libertad que incita a la inspiración y da manga ancha a la magia se convierte en elemento de condena y autodestrucción cuando las ideas no son del todo claras. En demasiadas ocasiones el equipo malagueño no las tuvo frente al Joventut.
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Sito Alonso trató de ponerlo de manifiesto con una apuesta descarada por la zona. Demasiados años con Aíto como para desconocer el talón de Aquiles a estas alturas del proyecto. El Unicaja se zafó de la trampa gracias a sus racha desde la línea de tres en el primer y último cuarto. Cabe preguntarse qué habría ocurrido de carecer de un porcentaje tan elevado de acierto desde la larga distancias. Los problemas para circular la pelota, hacerla llegar hasta las posiciones interiores y desestabilizar el orden rival son elevados.
Tiempo. Otro día. Todo por partes, que ayer fue el partido destinado a aprender a manejar los comienzos de partido, a plasmar la intensidad defensiva más alta desde el primer minuto. Mucho mejor no ir a remolque, mandar y marcar el ritmo. Mantenerlo forma parte de la siguiente lección, porque ayer no lo consiguió. A pesar del gran primer cuarto y de las ventajas adquiridas (26-17, minuto 11, la máxima en el primer tiempo), el equipo se dejó comer el terreno ganado por un Joventut acertado también desde el perímetro y con un talante igualmente aguerrido. Su espíritu y la calidad de una plantilla que se multiplica para tapar la ausencia de Ricky Rubio le dio para plantar cara, pero no fue suficiente.
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