Con 37 puntos tras 38 jornadas, el Málaga de Muñiz se salvó de carambola tras un año marcado por los errores, en los despachos y sobre el césped, tras una concatenación de desgracias, horribles arbitrajes y múltiples lesiones. Todo lo que podía ir mal salió mal. La flor del ´presi´ Sanz salvó al equipo. Se fichó tarde y mal, y el técnico no tuvo mano izquierda

38 partidos después, el Málaga concluyó la Liga con 37 tristes puntos en su casillero. Ha sido la permanencia más barata desde que la Liga adquirió este formato, hace más de una década. El equipo de Juan Ramón López Muñiz se salvó, pero no ha dado la talla. No hay más cera que la que arde y el Málaga, quizá gracias a esa flor mágica que acompaña al presidente Fernando Sanz, no se quemará, menos mal, en el infierno de Segunda.
Los deméritos propios, no lo duden, y también un compendio de circunstancias que se han unido en esta extraña campaña han estado a punto de hundir el proyecto blanquiazul. Esa flor, ya mítica, ha aguantado una concursal, una lucha agónica por no descender a Segunda B, un ascenso y una permanencia ´in extremis´.
El mal endémico de este proyecto comenzó a tomar forma el pasado verano. No se quiso o no se pudo renovar a Antonio Tapia, tras su exitosa temporada. Y se dejaron marchar a algunos actores importantes: Goitia, Calleja, Lolo o Eliseu. Quizá ahí se fraguó el desastre. Sanz apostó por Muñiz, el hombre que le llevó a Primera y que venía rebotado de Santander. Y esa operación se hizo muy tarde. A contrarreloj, se trajeron a una docena de hombres, algunos, fichados por vídeos, y cogidos con alfileres: Munúa, Santamaría, Mtiliga, Stepanov, Valdo, Xavi Torres, Jordi Pablo, Juanito, Benachour, Forestieri, Edinho –se pagó por él– y Obinna.
La pretemporada se retrasó hasta en tres ocasiones, ya que apenas había profesionales disponibles. Pese a todo, el equipo irradió buenas sensaciones en un debut pletórico ante el Atlético (3-0). Las miserias tardaron poco en aparecer. Faltaba contundencia atrás, ideas en la medular, alguien por la derecha y, especialmente, un ´9´. El equipo ha muerto por ahí, por arriba, sin goleador. El talento dentro del área hay que pagarlo. Forestieri, el ´nuevo Messi´, ha sido un bluff. Baha jugó muy atrás, Obinna es lo que es y a Edinho no se le dieron oportunidades. El recambio de emergencia de Caicedo tampoco aportó lo que se esperaba de él.
Problemas en la finalización y errores, de bulto, atrás en la zaga, comenzaron a destruir al equipo. El mal trabajo en la secretaría técnica o la falta de liquidez impidieron remediar los males en el mercado invernal. Y eso que estaban bien focalizados. La marcha de Ricardo Rodríguez dejó entrever que no existía la complicidad necesaria en las entrañas del club. Sin conexión con el míster, que tan foco son fluidas con Sandro, las carencias siguieron siendo patentes. Y eso, unido a las lesiones y a las ´ideas´ de Muñiz, transformaron en miedo y pavor lo que antes parecía alegría y esperanza.
Lo del míster también merece un capítulo aparte. El asturiano tuvo la gallardía de, en el comienzo de curso, apostar por los canteranos. Hasta once niños han debutado. Algunos, con vocación de continuidad, como Toribio o Iván –éste, de más a menos–. Otros, como soluciones de emergencia: Manu Torres o Javi López. Los más, para parchear: Juanmi, Edu Ramos u Orozco.
Muñiz también dio con un sistema de juego que le dio resultados: 1-4-1-4-1. Justo, con el que empató ante el Madrid. El equipo se creció. E incluso Fernando, menos volcado a la banda, parecía aprovechable. Pero el pánico se apoderó de Muñiz. O quizá su inexperiencia en éste, su segundo año en Primera. Tampoco tuvo mano izquierda para lidiar con Luque o Stepanov. Mareó a propios y extraños, llevando del once titular a la grada y viceversa, sin paso por el banquillo, a los Xavi Torres, Forestieri, Edinho, Benachour y a los propios Luque y Stepanov.
El caos llegó luego al campo, con un único delantero nato por sistema, aunque el partido se disputara en casa y enfrente estuvieran el Xerez, el Sporting o el Tenerife. Con los entrenamientos cerrados al público en el último mes, Muñiz ha sufrido un desgaste brutal. Su continuidad en el banco, con un año más firmado, es complicada de garantizar. ¿Quizá en los despachos?
Falló el Málaga y Muñiz ante, precisamente, los rivales directos. Y eso estuvo a punto de matarlo. Tuvo, en casa, en esta segunda vuelta, una serie de partidos consecutivos ante los rivales de su Liga. Y los desaprovechó. Con haber ganado un único encuentro se habrían evitado los sufrimientos del domingo.

Xerez, punto de inflexión

El duelo contra el Xerez marcó un punto de inflexión. Aquel 2-4 fue un golpe contra la autoestima. El equipo palmó en Almería (1-0), tiró el partido de Valencia (1-0) para preparar el encuentro de Tenerife, en el que sólo se empató (1-1). Se hizo el ridículo en Zaragoza (2-0) y los empates ante Valladolid (0-0) y Sporting (1-1) significaron el caos.
A las tremendas indecisiones en la zaga o los errores de Munúa –salvador contra el Madrid– o los cientos de fallos cara a la puerta rival hay que unirles otros dos asuntos: lesiones y arbitrajes. Tanto monta, monta tanto. El Málaga ha cerrado el curso sin que le hayan pitado un solo penalti. De récord. Al equipo blanquiazul le han birlado, al menos, diez puntos este año. Con error de Undiano incluido en la última jornada, cuando se tragó el silbato tras el penalti de Ramos a Caicedo.
Bien haría Sanz en reforzar su puesto en la Federación y pedir cuentas a quien corresponda. Para que el año que viene no se vuelva a tomar al Málaga por el pito del sereno. Ese cóctel, bien agitado, incluye el apartado de las lesiones. La mayoría, por desgracia e infortunios. Como la de Jordi Pablo, internacional sub´21, que se destrozó la rodilla en pretemporada. Luego no han cesado de producirse percances. Apoño llegó tocado y sus problemas físicos le han matado. A él y al equipo, pues era pieza clave, la brújula. Hélder apareció con 11 kilos de más. De barbacoa en barbacoa. El chaval Edu Ramos se fastidió la rodilla en el Mundial de su categoría.
Y superar el golpe anímico del tobillo del mariscal Weligton resultó complejo. Para colmo, Cristiano decidió hacerle la cirugía estética, y sin anestesia, a la nariz a Mtiliga. Y Gaspar pasó por el quirófano por apendicitis. Las desgracias, por suerte, se acabaron el domingo. De todo habrá que aprender para corregir.


http://www.laopiniondemalaga.es/malagacf/2010/05/19/claves-sufrir/341149.html

Pues no veo mucho autocrítica en el Málaga, Muñiz sigue.

bok1977 escribió:Pues no veo mucho autocrítica en el Málaga, Muñiz sigue.