Ser la elegante víctima de un forcejeo con Cristiano Ronaldo, que acabó con la fractura de los huesos propios de su nariz y la correspondiente expulsión y sanción de dos partidos al portugués, ha llevado al lateral danés del Málaga Patrick Mtiliga a una dimensión que le era ajena.
Conocido en Málaga, y pocos sitios más de la piel de toro -sólo hizo falta ver el concurso de incompetencias y desidias celebrado en distintos medios de este país a la hora de escribir su apellido que se ha vivido tras el famoso lance-, este fanático del hip-hop, que elabora sus propios temas, ha salido más en los medios de comunicación en las dos semanas que han transcurrido desde la visita al Santiago Bernabéu hasta que ha podido regresar a los terrenos de juego que en el resto de la primera vuelta de la competición.
Él, caballero y deportivo desde el primer instante (así lo reflejó en todas sus manifestaciones cuando fue cuestionado por la dichosa jugada), se ha recluido en su trabajo. El mismo que ayer le permitió volver a jugar con su equipo.
No fue un día corriente para Mtiliga. Al ya de por sí molesto hecho de tener que jugar con una máscara de polipropileno para proteger su dañada nariz, la atención que ha despertado en los medios de comunicación le acompaña más de lo que le gustaría a este danés, amable, simpático y educado, que prefiere estar más en un segundo plano. Pero, dentro de este foco que se ha iluminado en torno a su persona, también hay una cara alegre que le saca a relucir esa sonrisa perenne con la que sus compañeros del vestuario suelen definirle. Y ésta está formada por un numeroso grupo de periodistas daneses que llevan varios días haciendo un seguimiento de su aclimatación a España.
En danés, en holandés, en inglés y en un curioso spanglish, respondía a todas las cuestiones que se le formularon en la zona mixta después de su regreso. La incomodidad de la máscara, que llevará tres semanas más, y las instrucciones de no perder la línea de cuatro que le había dado Muñiz fueron parte de un balance en el que sobresale una frase: "Era muy importante para mí volver a jugar de nuevo".
Antes ya se había convertido en el héroe sencillo de la grada cuando un sector bastante importante de La Rosaleda, promovido por los Malaka Hinchas, empezó a corear su nombre en una de sus múltiples incursiones, con desdoble a Duda incluido, que realizó en la primera parte y que poco prodigó en la segunda.
Día de reencuentros
Había varias caras conocidas, con pasado rival en ambos bandos. Dos ex malaguistas y un ex deportivista. O al revés, que es lo que son realmente ahora. Se trataba de Juan Rodríguez y Adrián en el Deportivo y Munúa en el Málaga. Cada uno tuvo su momento entrañable, de reconocimiento.
El centrocampista malagueño, que acabó indignado con el colegiado, se medía a hombres como Manolo y Juanito, con los que había vivido muchas aventuras ya en el filial malaguista. En el terreno de juego sólo se reencontró con el paleño -también había algún ex compañero suyo como Duda- y su camiseta fue para su gran amigo Juanito, con el que antes de juveniles ya compartía vestuario. Para Adrián el reconocimiento más destacado llegó de la propia afición del Málaga. Justo en el momento en el que fue sustituido recibió una de esas ovaciones que te hacen temblar las piernas por lo bella, emotiva y de corazón. Fue la forma de agradecer su gran temporada en Martiricos. Munúa también tuvo y recibió gestos que delatan que su pasado no sólo fue el incidente con Aouate. Se intercambió la elástica con Colotto y muchos jugadores gallegos pasaron la palma de su mano por su rostro demostrando que allí cosechó amigos.
diversidad de intereses
No tan emotiva por su belleza, que sí en el sufrimiento que espera, es la situación en que queda el Málaga, que pagó con un empate el no saber jugar en superioridad. La siguiente jornada los ojos no sólo estarán en Santander, también en Zorrilla.
http://www.malagahoy.es/article/deportes/626487/mtiliga/heroe/sencillo.html