Del oro al ¿ERE? La imagen fue objeto de mofa en tertulias a nivel nacional. Era el primer partido del Málaga en la etapa del jeque Abdullah Al-Thani y en La Rosaleda las cámaras de televisión hicieron su agosto con distintos reportajes. Pero aquella secuencia de un empleado del Málaga limpiando con una bayeta los cristales del coche del hijo del nuevo dueño fue la comidilla durante varios días en todos los puntos de la geografía nacional. Durante dos años el club de La Rosaleda ha estado en boca de demasiada gente, más por la envidia al 'nuevo rico' que por el reconocimiento al crecimiento de un club permanentemente modesto y más conocido históricamente por su etiqueta de 'ascensor'. De ahí que este verano se hayan frotado las manos ante los problemas de un fastuos fastuoso proyecto que en un momento determinado venía a cambiar el estatus de determinados conjuntos del fútbol español. Del oro se ha pasado a manejar la opción de un ERE.
Este verano el Málaga ha debido vender a algunos de sus activos (jugadores con salida en el mercado), ha negociado en un pub con supuestos emisarios de no se sabe quién y ahora va a emprender una reestructuración interna que se intuye descomunal. Sea con recortes en los sueldos o a través de un drástico ERE, el club se ve forzado a bajar a la tierra después de dos años en una de las muchas nubes sorteadas por su avión contratado a Iberia, ese que durante la pasada temporada en más de una ocasión iba casi vacío, con la plantilla y los dirigentes, media docena de periodistas (de estos, tres contratados por el club) y un puñado de aficionados. En ocasiones, hasta con casi un centenar de asientos vacíos. El yate y los coches de lujo
Por tierra o por aire, el 'Málaga del jeque' -como se le ha conocido los dos últimos años a nivel nacional-despertó un mar de comentarios. Ya fuera por aquel supuesto megayate atracado en el Puerto los días previos al desembarco de Al-Thani («ese no es el nuestro, el nuestro es más grande», aclaró el vicepresidente Abdullah Ghubn tras su primera comparecencia) o por los automóviles de lujo, con el Pagani a la cabeza ('el coche de Batman', como lo bautizaron los jugadores). «Ya les he dicho muchas veces que lo de los coches en La Rosaleda es perjudicial para el club y para su imagen, que sería conveniente sacarlos del estadio», confesaba José Carlos Pérez días antes de que le sobreviniera aquel ictus que acabó con su vida.
Ese Málaga que vivía a todo tren fue objeto de avispados personajes durante los primeros meses. Las asesorías se agolpaban al olor del dinero y más de una se benefició del profundo desconocimiento de los propietarios en cuestiones relativas al fútbol o a la gestión de un club. Eso sí, el afán por cuidar las apariencias llevó a un profundo lavado de cara del estadio, a gastarse 300.000 euros en la construcción de una nueva sala de prensa, a pedir precio por videomarcadores nuevos, a adquirir el mejor 'speedtime' del Mundial de Sudáfrica para la publicidad a pie de campo, a cambiar todo el césped y los banquillos, a pintar el estadio de arriba abajo, a colocar enormes televisores de plasma en las cabinas de radio para impresionar a los visitantes con motivo del encuentro frente al Real Madrid... Por no hablar del enorme desembolso en la adaptación del estadio de atletismo Ciudad de Málaga para convertirlo en la 'segunda casa', con un sinfín de obras.
Aquello fue solo el comienzo. «Yo les dije que todo no se podía hacer de golpe, en uno o dos años», explicaba semanas atrás Jesualdo Ferreira en Atenas. Precisamente del entorno del técnico portugués se tienen muchas sospechas por el precio de algunos jugadores que llegaron en su etapa, desconocidos como Galatto, Malagueño, Sandro Silva o Stadsgaard, que costaron en total casi 6,5 millones. O el desorbitado valor de Sebastián Fernández (3,6) y Rondón (3,5). Con todo, la novatada se pagó con creces al abonar al contado la mayoría de estos fichajes, y no con una amortización a varios años, como suele ser habitual.
DesenfrenoPero el desenfreno del Málaga acababa de empezar. Esa misma temporada, sobre la marcha, el crecimiento del club se plasmó en una sobredimensión de su plantilla de trabajadores y, sobre todo, de gastos. Comenzó un 'que pase el siguiente' amparado en los sueños de grandeza. El equipo pasó a alojarse siempre en hoteles de cinco estrellas e incluso, como los poderosos, los jugadores comenzaron a dormir en habitaciones individuales. Se multiplicó la seguridad, y en los viajes, uniformados como parte de la expedición del club -lo que captó la atención de varios colegiados de Primera-, no faltaron el fotógrafo, el locutor de radio y otras dos personas para los contenidos de la web.
El Málaga contrató sucesivamente a Manuel Pellegrini, Antonio Fernández y Manel Casanova para el primer equipo (la desconfianza en Ferreira se disparó en dos semanas), la dirección deportiva y La Academia, y a todos se les dio carta blanca para montar una estructura propia de los mejores clubes del continente. No se escatimaron gastos. Al segundo de ellos se le exigió que montara una estructura para viajar todos los fines de semana a varios lugares de España, para no faltar en cualquier cita internacional -ya fuera en Europa o América, ya fuera de categoría sub-21 o sub-17- y para optar a cualquier fichaje. «Eso no es dinero para nosotros», encontró como respuesta el jerezano cuando los propietarios le sugirieron que fuera en busca de su amigo Eto'o y él recalcó que el camerunés cobraba unos 15 millones. O los lujos para recibir y convencer a Toulalan en Málaga. O la intención de adquirir un Ferrari para convencer al medio punta argentino Ricardo Álvarez. O la exigencia de negociar con Neymar o Dani Alves. Mención aparte merecen las fastuosas presentaciones de los jugadores la pasada temporada, con actuaciones, fuegos artificiales, 'catering' para prensa e invitados... Solo a la empresa contratada para esto se le adeudan decenas de miles de euros.
Paralelamente se produjo el cambio de patrocinador. En una cita en enero con José Carlos Pérez y el entonces mánager general, Fernando Hierro -que había llegado al club por recomendación directa del entorno del mismísimo emir de Catar-, el propio Al-Thani aseguró sentirse sorprendido por el coste de la operación con la Unesco: de rechazar ofertas de patrocinadores por valor de un millón se pasó a realizar una donación anual de millón y medio a este organismo vinculado a la ONU.
En la cantera se produjo un vuelco insólito. A Manel Casanova se le dio un presupuesto multiplicado por diez (de 200.000 euros se pasó a más de dos millones) con el fin de codearse con el Barcelona y el Real Madrid, con una superestructura, coordinadores de departamentos (como Julen Guerrero, fichado como reclamo), cuerpos técnicos completos en todos los equipos y, especialmente, el interés en reclutar, costase lo que costase, a los jóvenes valores más destacados de España. Y todo, a la espera de construir La Academia...
Ampliación de capitalLa conclusión es sencilla: el Málaga, que genera unos 30 millones de ingresos al año, ha perdido casi 175 en dos ejercicios. Según cálculos internos, la pasada temporada los euros que entraron en las arcas sirvieron para pagar únicamente a Pellegrini y a siete jugadores de la primera plantilla. Y si en la primera campaña Al-Thani hubo de afrontar una ampliación de capital de 83 millones (las pérdidas generadas), en la segunda ya ha sido imposible hacer frente al fastuoso proyecto. «Esto no hay bolsillo que lo aguante», se decía ya en febrero en el seno de la entidad.
Independientemente de la estructura (plagada de sueldos por encima de los 50.000 euros y en varios casos de 100.000) y de los cuantiosos gastos, el Málaga ha pagado su crecimiento nada sostenido para pelear con el Valencia por ser el mejor de la 'otra Liga'. En dos temporadas, hasta mediados de agosto, el club se gastó casi 80 millones en 20 jugadores (a los que hay que añadir Quincy y Asenjo, cedido, y Maresca y Van Nistelrooy, con la carta de libertad), más los sueldos, las primas y todo tipo de cláusulas individuales bendecidas y auspiciadas por los propietarios para sumarlos al proyecto. Sin olvidar tampoco los elevados sueldos de canteranos y filiales. De aquello se pasó a reclutar a un jugador con la carta de libertad en el bolsillo, el centrocampista chileno Iturra.
Los coches de lujo desaparecieron de La Rosaleda, la megaestructura es inasumible, los proveedores se agolpan a las puertas (alguno, incluso, ha cerrado), las deudas asfixian en el día a día... El nuevo rico está ahora en peor situación que nunca. Esa es la realidad actual del Málaga. Del oro se ha pasado a pensar en un ERE. Y a soñar con la 'vuelta' del jeque Al-Thani.