El 'torero' ha recuperado la felicidad. Él sabía que sólo en el Málaga podía volver a sentirse futbolista
Su sueño era volver. «A ver si ahora que estás de presidente...». Fernando, uno de sus mejores amigos y su compañero de habitación en la primera etapa en el Málaga, recogió el guante. «Alberto, ya sabes que si te pones a tiro...» Así que Sanz no se sorprendió cuando en una de sus llamadas Luque le anunció en agosto que iba a negociar con el Ajax para acordar su cesión al Málaga. «Quiero disfrutar del fútbol, volver a sentirme futbolista, y eso sé que sólo puedo hacerlo allí». La sonrisa de oreja a oreja en la presentación denotaba su felicidad. Y ahora, meses después, el torero catalán ya ha salido por la puerta grande. Cinco goles y, sobre todo, el cariño de la afición.
Alberto frisa ya los 30 años pese a que mantiene esa cara de niño pillo y siempre sonriente. Ni siquiera su permanente segundo plano en aquel Málaga de Peiró cambiaba su sentido del humor. En cada chárter siempre se le escuchaba una broma ocurrente. «Es un compañero extraordinario, le da al vestuario una alegría...», suele reconocer Antonio Tapia. Los más escépticos pensaron que Luque no era un futbolista del estilo del fuengiroleño. «Claro que me gustan los buenos jugadores», se defiende el técnico. Pero este Luque no es aquel jugador frío, aquel al que su amigo Fernando Sanz le aconsejaba no correr al trote. Los más escépticos en su primera etapa (incluido el que suscribe) no dudaban de su clase, de sus recursos técnicos, de su calidad. Pero sí de su contribución al colectivo. «En Inglaterra me di cuenta de que si pierdes al balón y no lo robas inmediatamente estás perdido». Fue una confesión en toda regla. En Alhaurín de la Torre, degustando una tortilla de espárragos en Casa Peña, fue más allá. «Ahora me toca dar consejos a los demás». Definitivo: otro Luque.
Sorprendidos
Nada más aterrizar en el Málaga muchos de sus compañeros se quedaron sorprendidos. «Está superimplicado, como si estuviera empezando su carrera, con un hambre... Y como tiene su calidad...». Los más veteranos, los que guían el vestuario sin salir a la palestra -con papel importante para 'Arni' (Arnau)-, encontraron a otro aliado.
«Nadie sabe lo que se echa de menos sentirse futbolista cuando uno lo es», le recordaba el sábado a uno de los entrenadores por los que siente predilección. «Aprovecha mientras puedas, después lo echarás mucho de menos. Si trabajas bien, cuidas la alimentación y el descanso, se puede llegar a los 40», era la respuesta de Sergio Kresic. El hispanocroata nunca olvida aquella llamada del delantero desde Corea del Sur, en plena concentración del Mundial, para agradecerle sus consejos en el Mallorca.
Después de tres años fuera de España regresó bajo de forma. «Necesito tiempo, me falta ese puntito...», pidió. Luque se sintió arropado desde el primer día. Encontró un vestuario de lujo, «el mejor en el que he estado y no veas cómo ayuda». Amante del fútbol, dio su primer pase de pecho (su celebración) ante el Osasuna. Fue en una vaselina, rebote incluido. Pero él tenía claras sus intenciones. «Conocía a Ricardo de cuando estuvimos en el Mundial y sé que siempre da unos pasos hacia adelante. Por eso golpeé así el balón», admitió luego.
A Luque le ha costado recuperar su olfato goleador. Después de un par de fallos recalcó: «Sí, me falta meter goles, pero ya llegarán. Lo importante es que el equipo gane y siga así». El sentido colectivo del Málaga lo ha contagiado. «Es un lujo ver trabajar a todos día a día, disfrutamos con el fútbol. Y yo lo necesitaba. Sabía que iba a acertar volviendo aquí».
Cuatro partidos seguidos han bastado para ver a un Luque incluso mejor que el que deslumbró en Mallorca y La Coruña. Marca goles espectaculares, como siempre; es muy vertical, como siempre: siembra el pánico entre los defensas, como siempre. Pero baja a robar el balón casi a la frontal del área. «No puede ser él», debió pensar el escurridizo Víctor el domingo en el Nuevo Zorrilla. «Lo hace todo bien. Es una maravilla verlo jugar», apuntaba Kresic.
Futuro en 'casa'
¿El futuro? En Málaga. Junto a sus amigos. Junto a Pablo y Alma, junto a 'Torron' y Susana, junto a tantos otros. Nunca vendió su casa de Guadalmar. Nunca perdió el contacto. Al contrario, ejerció de embajador de la ciudad con compañeros y nuevos amigos. De camino vienen dos niños -la noticia que ha culminado esta etapa de plena felicidad para él y para Marta- y animarán el cotarro junto a Elena, Carlota y Samuel. «Gracias a Dios yo ya he ganado dinero. Ahora me toca disfrutar y divertirme varios años», insiste. «No sigas así, que van a venir a buscarte los 'grandes'», bromean sus amigos. Pero él responde con contundencia: «Aunque meta 30 goles y venga el Milan, yo no me muevo de aquí». Depende de «los holandeses» (el Ajax), pero él tiene pactado con su amigo Fernando tres años más. Su pie izquierdo es como la muñeca de Curro Romero; su repertorio de remates, como la variedad de quites de Joselito, y su dominio del juego, sólo comparable a la capacidad del genial José Tomás. La Rosaleda es para él La Malagueta, y el césped, el albero. Alberto ya ha abierto la puerta grande, pero quiere vivir muchas tardes de gloria hasta 2012.
http://malagacf.sur.es/noticias/2009-02-24/puerta-grande-para-luque-20090224.html
Su sueño era volver. «A ver si ahora que estás de presidente...». Fernando, uno de sus mejores amigos y su compañero de habitación en la primera etapa en el Málaga, recogió el guante. «Alberto, ya sabes que si te pones a tiro...» Así que Sanz no se sorprendió cuando en una de sus llamadas Luque le anunció en agosto que iba a negociar con el Ajax para acordar su cesión al Málaga. «Quiero disfrutar del fútbol, volver a sentirme futbolista, y eso sé que sólo puedo hacerlo allí». La sonrisa de oreja a oreja en la presentación denotaba su felicidad. Y ahora, meses después, el torero catalán ya ha salido por la puerta grande. Cinco goles y, sobre todo, el cariño de la afición.
Alberto frisa ya los 30 años pese a que mantiene esa cara de niño pillo y siempre sonriente. Ni siquiera su permanente segundo plano en aquel Málaga de Peiró cambiaba su sentido del humor. En cada chárter siempre se le escuchaba una broma ocurrente. «Es un compañero extraordinario, le da al vestuario una alegría...», suele reconocer Antonio Tapia. Los más escépticos pensaron que Luque no era un futbolista del estilo del fuengiroleño. «Claro que me gustan los buenos jugadores», se defiende el técnico. Pero este Luque no es aquel jugador frío, aquel al que su amigo Fernando Sanz le aconsejaba no correr al trote. Los más escépticos en su primera etapa (incluido el que suscribe) no dudaban de su clase, de sus recursos técnicos, de su calidad. Pero sí de su contribución al colectivo. «En Inglaterra me di cuenta de que si pierdes al balón y no lo robas inmediatamente estás perdido». Fue una confesión en toda regla. En Alhaurín de la Torre, degustando una tortilla de espárragos en Casa Peña, fue más allá. «Ahora me toca dar consejos a los demás». Definitivo: otro Luque.
Sorprendidos
Nada más aterrizar en el Málaga muchos de sus compañeros se quedaron sorprendidos. «Está superimplicado, como si estuviera empezando su carrera, con un hambre... Y como tiene su calidad...». Los más veteranos, los que guían el vestuario sin salir a la palestra -con papel importante para 'Arni' (Arnau)-, encontraron a otro aliado.
«Nadie sabe lo que se echa de menos sentirse futbolista cuando uno lo es», le recordaba el sábado a uno de los entrenadores por los que siente predilección. «Aprovecha mientras puedas, después lo echarás mucho de menos. Si trabajas bien, cuidas la alimentación y el descanso, se puede llegar a los 40», era la respuesta de Sergio Kresic. El hispanocroata nunca olvida aquella llamada del delantero desde Corea del Sur, en plena concentración del Mundial, para agradecerle sus consejos en el Mallorca.
Después de tres años fuera de España regresó bajo de forma. «Necesito tiempo, me falta ese puntito...», pidió. Luque se sintió arropado desde el primer día. Encontró un vestuario de lujo, «el mejor en el que he estado y no veas cómo ayuda». Amante del fútbol, dio su primer pase de pecho (su celebración) ante el Osasuna. Fue en una vaselina, rebote incluido. Pero él tenía claras sus intenciones. «Conocía a Ricardo de cuando estuvimos en el Mundial y sé que siempre da unos pasos hacia adelante. Por eso golpeé así el balón», admitió luego.
A Luque le ha costado recuperar su olfato goleador. Después de un par de fallos recalcó: «Sí, me falta meter goles, pero ya llegarán. Lo importante es que el equipo gane y siga así». El sentido colectivo del Málaga lo ha contagiado. «Es un lujo ver trabajar a todos día a día, disfrutamos con el fútbol. Y yo lo necesitaba. Sabía que iba a acertar volviendo aquí».
Cuatro partidos seguidos han bastado para ver a un Luque incluso mejor que el que deslumbró en Mallorca y La Coruña. Marca goles espectaculares, como siempre; es muy vertical, como siempre: siembra el pánico entre los defensas, como siempre. Pero baja a robar el balón casi a la frontal del área. «No puede ser él», debió pensar el escurridizo Víctor el domingo en el Nuevo Zorrilla. «Lo hace todo bien. Es una maravilla verlo jugar», apuntaba Kresic.
Futuro en 'casa'
¿El futuro? En Málaga. Junto a sus amigos. Junto a Pablo y Alma, junto a 'Torron' y Susana, junto a tantos otros. Nunca vendió su casa de Guadalmar. Nunca perdió el contacto. Al contrario, ejerció de embajador de la ciudad con compañeros y nuevos amigos. De camino vienen dos niños -la noticia que ha culminado esta etapa de plena felicidad para él y para Marta- y animarán el cotarro junto a Elena, Carlota y Samuel. «Gracias a Dios yo ya he ganado dinero. Ahora me toca disfrutar y divertirme varios años», insiste. «No sigas así, que van a venir a buscarte los 'grandes'», bromean sus amigos. Pero él responde con contundencia: «Aunque meta 30 goles y venga el Milan, yo no me muevo de aquí». Depende de «los holandeses» (el Ajax), pero él tiene pactado con su amigo Fernando tres años más. Su pie izquierdo es como la muñeca de Curro Romero; su repertorio de remates, como la variedad de quites de Joselito, y su dominio del juego, sólo comparable a la capacidad del genial José Tomás. La Rosaleda es para él La Malagueta, y el césped, el albero. Alberto ya ha abierto la puerta grande, pero quiere vivir muchas tardes de gloria hasta 2012.
http://malagacf.sur.es/noticias/2009-02-24/puerta-grande-para-luque-20090224.html