Posteado Lun 21 Feb 2011 - 9:32
RAFAEL M. GUERRA. ENVIADO ESPECIAL A SEVILLA Hoy debían ustedes leer que el Unicaja, después de tropecientas jornadas, volvía a puesto de play off: octavo. Que en un partido rematadamente malo, impreciso, con malos porcentajes y 29 pérdidas de balón, había sacado la cabeza, por fin, de la mediocridad de mitad de la tabla, y que había conquistado el gran derbi de las Cajas andaluzas. Y, como siempre, la que tiene sede en Málaga le había ganado la partida a la de Sevilla.
Y así era y así tenía que haber sido. Porque a un minuto y cuatro segundos del final, el Unicaja dominaba 66-73. McIntyre se había quitado el disfraz de base del montón, pero millonario, y había matado el partido con un triple. No les miento: ya había incluso titulado la crónica a esas alturas de la soleada mañana sevillana. Me ahorro el titular. Para no herir sensibilidades.
Pero el Unicaja se empeñó en tocarle las palmas a Bullock, y el ex cajista se puso saleroso con tres copitas de manzanilla. Lo que pasó a partir de entonces pertenece al capítulo de ciencia ficción. Pero es real, como la Feria de Abril. Y dejó una imagen, un empaque de poquita cosa y de fragilidad, que tardará tiempo en quitarse de encima.
Paul Davis, en el inicio de la debacle, anotó y recibió falta. Erró el tiro libre y Urtasun le birló el rebote a Archibald. El ex del Unicaja encontró a Bullock, otro ex, y el americano se enchufó un triple. Faltaban 47 segundos. El Unicaja aún tenía la sartén por el mango: 71-73. Sucedió que en el siguiente ataque, Archibald se resbaló, el Cajasol corrió y Bullock volvió a anotar de tres. Faltaban 34.6 segundos: 74-73. Por el pasaje del terror pasó entonces McIntyre, que cometió pasos. Otra bola perdida. Otro error. Otro fiasco. Urtasun anotó dos tiros libres, tras una falta desesperada, cuando faltaban 26 segundos.
Blakney metió un tiro libre y Calloway dos desde la personal: 78-74. McIntyre, a la desesperada, metió un triple. La falta fue esta vez a Bullock, que no perdonó. Con 80-77, a 8 segundos, hubo una posibilidad de forzar la prórroga. Pero Tripkovic hizo pasos en su intento de tres. Bullock tuvo tiempo de visitar de nuevo la línea de 4,60 metros. Y firmó 10 puntos en cuarenta y tantos segundos, 16 para el Cajasol en 1:04. Y 82-77. El Unicaja salvó el average. Por un punto. Pero eso, que probablemente de aquí a dos meses será muy importante, hoy, sinceramente, da exactamente igual. Porque el papelón costasoleño fue bochornoso.
El triunfo, casi en el bolsillo
No, no se puede hacer ese paripé. No se puede jugar tan mal y, cuando el triunfo está en la cacerola, tirar la cuchara. El Unicaja no está para estos dispendios. Fue imperdonable el desastroso final de partido malagueño. Y ya va siendo hora de de pedir y exigir. El Unicaja no gana a domicilio desde el 12 de enero, en Granada (69-73), con Aíto aún en el banco. O sea, que Chus Mateo aún no ha logrado picar fuera de casa. Todo un lastre. Sobre todo viendo que el jueves hay que ganar sí o sí en Vitoria. Y por más de cinco puntos. Mateo lleva ya ocho partidos en el banquillo verde, entre Liga y Euroliga, y su bagaje no anima: tres victorias y cinco derrotas. Las sensaciones han ido de más a menos. El efecto gaseosa parece decaer. Como la botella de dos litros de Coca Cola que, tras cuatro días abierta en la nevera, se convierte en agua chirri.
El partido, además de demostrar que el baloncesto es un deporte que puede llegar a aburrir –jamás pensé que podía escribir esto–, le enseñó al Unicaja varios asuntos. Lo bueno: Freeland es, al mismo tiempo, el mejor cuatro y el mejor cinco del equipo. Habría que clonarle. Y con un pívot a su lado, el Unicaja tiene otra pinta. El equipo enseñó coraje y garra. Blakney resucitó y Saúl mostró chispa y acierto.
Lo malo: A McInytre lo mismo le hace un traje El-Amin que Satoransky o Calloway. No merece ser, salvo por lo que le cuesta al club, el base titular del Unicaja. A día de hoy. A pesar de los dos triples finales. Printezis tampoco defiende un pimiento, aunque su talento ofensivo es muy necesario en un equipo tan cortito de calidad. Fitch ha durado menos que el Operación Triunfo de Pilar Rubio. Y cuando se defiende en zona se cogen menos rebotes. Se permite un triple, dos, tres... Y aunque el Cajasol sea el penúltimo en porcentaje de tres de la ACB –ayer un triste 30%– al final surge alguien, por ejemplo Bullock. Increíble, pero cierto.
En el partido de los despropósitos, el Unicaja, después de tres minutos caóticos tras el salto inicial, agarró el timón. El Cajasol perdió ocho balones en el primer cuarto y sólo anotó 8 puntos: 8-19.
Como en este Unicaja lo bueno siempre dura poco, el segundo cuarto confirmó que no había que lanzar las campanas al vuelo. Nunca sabremos si fue el Cajasol el que endureció su defensa o el Unicaja el que sufrió una empanada descomunal. Como tampoco si en el primer parcial había sucedido justo lo contrario. Lo cierto es que el Unicaja sólo fue capaz de anotar tres puntos en seis minutos. El Unicaja más impreciso que recuerde, incapaz siquiera de sacar de banda o de fondo sin temor a perder la bola, comenzó a descomponerse: mates que se salían, pérdidas estúpidas... incluso Bullock le robó una bola a Berni a medio campo: los pájaros disparando a las escopetas. En el desaguisado destacaron Fitch y Tripkovic: 23-24. El equipo, agarrado por Freeland, aguantó el achuchón sevillano: 27-31.
Decayendo
El Unicaja fue de mal en peor. McIntyre, en la línea de Vilna, permitió a Calloway, que reaparecía en la ACB después de tres meses lesionado, pusiera al Cajasol en franquicia: 42-41. Y eso no pasaba desde el 3-2. Blakney pidió minutos a base de triples y Freeland se convirtió en imprescindible 52-59 (a 6:56). Printezis, tan holgazán atrás, apareció: 58-65 (a 4:33). El partido se apretó y, por fin, llegó el triple de McInytre. El partido estaba listo: 66-73 a 1:04. Y entonces llegó lo que parecía imposible. Lo imperdonable, lo inimaginable. Por favor, pellízquenme, que no me lo creo.