Lo peor no es que el Málaga haya vuelto a perder, que ya es grave e incluso peligroso, sino con la facilidad con la que nos ganan los contrarios. Ocurrió la semana pasada y los tres goles que nos endosó el Deportivo de La Coruña, y se repitió ayer en las Baleares ante el Mallorca, que 'solo' nos metió dos. Es cierto que una vez más el equipo de Pelegrini no estuvo ayudado por la diosa Fortuna, fundamental en la pelota (palo de Weligton, primer gol local en más que posible fuera de juego, penalti fallado...), pero tampoco es mentira que el Málaga se descompone con una facilidad pasmosa, y nos volvió a ocurrir. Todo llegó en una jugada que pudo ser el 0-1, pero el error en el control de Eliseu dio lugar al 1-0, y ahí el Málaga se cayó de bruces, y más cuando cinco minutos después un nuevo error defensivo propició el segundo gol local, con Castro y Webo jugando como si fueran dos verdaderas estrellas (que es mérito, sí).
Pelegrini hizo cambios, y en los primeros 45 minutos el Málaga jugó y muy bien, con Iván muy centrado en su novedosa labor; con seriedad atrás y un contraataque rápido y peligroso con Eliseu y 'Sebas', pero no le hacemos un gol al arco iris, y en cuanto cometemos un fallo nos venimos abajo. El equipo está tocado. Nos hemos metido en una dinámica muy peligrosa, al margen de que sigue habiendo jugadores muy lejos en forma y mente. No me gusta la cara que se le está poniendo al enfermo, que aunque sigue en planta tiene ya un pie en la UCI...
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