Segundo partido consecutivo en el que el Málaga termina con diez, y de nuevo injustamente. Con un mismo protagonista, Eliseu, al que aparte de que la hayan tomado con él hay que pedirle cierta mesura, porque sin duda está señalado. Primer encuentro de esta temporada en el que el Málaga empata. Un buen resultado, sin duda, porque jugar casi 50 minutos en inferioridad es mucha desigualdad. Pues aún así, el equipo de Ferreira logró un resultado positivo. Un punto que sabe a gloria ante un Almería que se vio con alas gracias a ese señor que se llama árbitro y que se apellida Clos.
Un Málaga peleón sacó un punto de donde había poco que rascar, y al final nos podemos dar por contentos, porque los locales pegaron tres postes y fallaron un penalti. Tenemos un problema. Ya lo advertí la pasada semana en esta misma columna, y tras lo visto ayer en el estadio almeriense, lo vuelvo a decir: este Málaga no cae bien en Madrid, y cuando hablo de la referida capital hay que leer en la Liga de Fútbol Profesional y demás organismos competentes, formados por los mismos desde hace muchos años, quienes además no están dispuestos a que vengan de fuera a importunarles en sus 'reuniones de trabajo'. Es duro, sin duda, pero tan real como la vida misma. ¿Y qué hacer ante esto? Nada. Seguir trabajando, seguir metiendo goles y evitar que Eliseu mire a los contrarios. Lo demás llegará por 'aburrimiento'. Lo que está fuera de duda alguna es que este Málaga ha conectado como pocas veces en la historia con su afición. Los malagueños están volcados con su equipo. Lanzados más bien.
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