El derbi era innegociable |
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Por Félix Godoy
Da la sensación de que Jesualdo Ferreira y alguno de los nuevos jugadores no conocen la dimensión que tiene un Málaga-Sevilla. Para la mayoría del malaguismo es el partido del año, el que no se puede perder nunca, el que se sueña con ganar. Sólo hay que ver el ambientazo que había en las gradas, que estaban casi repletas. Málaga se entregó con el equipo desde mucho antes de que comenzase el encuentro, con cánticos y tifos espectaculares. Pero la calentura inicial se fue helando, como la efusividad del equipo, que fue de más a menos hasta parecer un conjunto inocuo y deslabazado.
El Málaga evidenció carencias importantes. Las mismas que mostró ante el Valencia y el Zaragoza. El sistema no cuaja y quizá no sea el más adecuado para los jugadores que hay en la plantilla, los cuales, dicho sea de paso, son casi todos muy válidos. El problema es que el técnico está empecinado en hacer valer su 4-3-3. Y nadie le podrá negar a Ferreira su romanticismo y las buenas intenciones que trae consigo su propuesta, pero es complicado que cuaje.
Algunos jugadores están sufriendo en exceso y no por culpa directa. Son víctimas de la falta de intensidad del equipo y de la insolidaridad de ciertos elementos. Ferreira es cómplice de muchas de estas situaciones. Porque falta fluidez en la circulación, falta agresividad, la defensa zonal está costando goles sistemáticamente... Los equipos empiezan a conocer al Málaga y saben por dónde dañarle. Es un síntoma preocupante.
Hasta Álvarez supo leer el partido y crear superioridad justo donde el Málaga es más débil. Y eso que llegaba en franca depresión y sin Jesús Navas, Luis Fabiano y Konko. Ferreira, en cambio, no supo leerlo. Está colaborando a hacer que Gámez parezca un jugador vulgar. Y no lo es. Porque sabía que Perotti le estaba apuñalando y no hizo el más mínimo reajuste táctico para evitarlo. Tampoco estuvo acertado en los cambios.
Ojalá sea cuestión de tiempo como él anuncia, pero la única certeza que tenemos ahora mismo es la de los resultados y la de la imagen que da el equipo. Y no olvidemos que está construido para quedar entre los diez primeros, ese es el objetivo. Aunque, de momento, el bagaje son ocho goles encajados en tres partidos, cero victorias en casa y los primeros pitidos de La Rosaleda.