El peaje del 'nuevo rico'
Tras la compra del club por Al Thani la petición inicial del Cartagena de 600.000 euros se disparó hasta los 1.325.000 pagados El precio por Rubén supone más del doble de lo que exigían por él en junio
S. CORTÉS.-
Para la mayoría de los especialistas en el mercado futbolístico la inversión del Málaga no se ajusta a la relación calidad-precio. El club ha pagado estos meses el peaje del 'nuevo rico' y las exigencias de los propietarios de los jugadores debido a la llegada del jeque qatarí Abdullah Al Thani a la entidad. El mejor ejemplo es el guardameta Rubén, que al final ha costado más del doble que hace menos de tres meses.
Rubén ya estaba en la agenda de los anteriores responsables del club e incluso Fernando Sanz había dado el visto bueno a la operación. Los informes sobre el guardameta titular del Cartagena -el mejor de la categoría la pasada temporada junto a los viejos conocidos Goitia (Betis) y Calatayud (Hércules)- coincidían en destacar sus virtudes, sin olvidar además su edad (25 años), lo que permite aventurar un gran margen de mejora.
El Málaga se movió con celeridad consciente de que otros conjuntos de Primera podían estar interesados en su contratación. El mercado de porteros no es precisamente amplio y además, como en el mundillo futbolístico tarde o temprano casi todo se sabe, Rubén podía convertirse en un futbolista cotizado. El tiempo jugaba a favor del Cartagena, claramente beneficiado en una hipotética subasta durante el mes de agosto.
Aquellos primeros contactos sirvieron para conocer precio, en torno a 600.000 euros. En aquellos momentos el jugador ya había sido sondeado y veía con muy buenos ojos la opción del salto a Primera División, y su club no sólo se aseguraba una importante inyección económica con vistas a la planificación de su plantilla para la segunda tentativa de ascenso a la élite, sino que además tenía tiempo suficiente para encontrar un recambio de garantías.
Sin embargo, los acontecimientos jugaron en contra del Málaga. La compra del club ralentizó las negociaciones, después los anteriores dirigentes quedaron al margen de cualquier operación, y posteriormente se produjo un receso en la planificación hasta que a mediados de julio, justo después del éxito de la selección en el Mundial de Sudáfrica, se reactivaron diferentes gestiones.
Mes y medio perdido
Ese más de mes y medio perdido supuso un lastre para el Málaga, que en condiciones normales habría cerrado el fichaje de Rubén por una cantidad cercana a los 600.000 euros. Y esto, en el peor de los casos, porque estaría sujeta a una negociación y el club probablemente habría reducido las exigencias del Cartagena.
Bien es cierto que desde el principio el entrenador y máximo responsable deportivo, Jesualdo Ferreira, tenía claras sus intenciones para la portería: incorporar a dos porteros que acompañaran a Arnau. Pero ese parón también influyó. El técnico portugués quería un fichaje del exterior, pero deseaba que el otro tuviera experiencia en el fútbol español y también que no fuera veterano. Rubén cumplía todos los requisitos.
Visto el panorama, el Cartagena se enrocó desde el principio, con una postura tajante de no bajar del millón y medio de euros por el traspaso del cancerbero. Las noticias sobre la capacidad económica del Málaga, acentuadas a raíz de los fichajes de Rondón, Sandro Silva y Sebastián Fernández por encima de la barrera de los dos millones cada uno -y de tres en algún caso-, llevaron aparejadas una petición astronómica desde el conjunto departamental.
El Málaga dejó pasar el tiempo, más de una semana, para retomar las negociaciones. No obstante, para entonces el Cartagena tenía la sartén por el mango. En ningún momento transigió. Aceptó bajar ligeramente la cantidad inicial, pero el tiempo jugaba en contra de la entidad de La Rosaleda. Al final hubo que pactar por 1.325.000 euros, casi el triple de lo que probablemente habría costado en el mes de junio.
Rubén ya estaba en la agenda de los anteriores responsables del club e incluso Fernando Sanz había dado el visto bueno a la operación. Los informes sobre el guardameta titular del Cartagena -el mejor de la categoría la pasada temporada junto a los viejos conocidos Goitia (Betis) y Calatayud (Hércules)- coincidían en destacar sus virtudes, sin olvidar además su edad (25 años), lo que permite aventurar un gran margen de mejora.
El Málaga se movió con celeridad consciente de que otros conjuntos de Primera podían estar interesados en su contratación. El mercado de porteros no es precisamente amplio y además, como en el mundillo futbolístico tarde o temprano casi todo se sabe, Rubén podía convertirse en un futbolista cotizado. El tiempo jugaba a favor del Cartagena, claramente beneficiado en una hipotética subasta durante el mes de agosto.
Aquellos primeros contactos sirvieron para conocer precio, en torno a 600.000 euros. En aquellos momentos el jugador ya había sido sondeado y veía con muy buenos ojos la opción del salto a Primera División, y su club no sólo se aseguraba una importante inyección económica con vistas a la planificación de su plantilla para la segunda tentativa de ascenso a la élite, sino que además tenía tiempo suficiente para encontrar un recambio de garantías.
Sin embargo, los acontecimientos jugaron en contra del Málaga. La compra del club ralentizó las negociaciones, después los anteriores dirigentes quedaron al margen de cualquier operación, y posteriormente se produjo un receso en la planificación hasta que a mediados de julio, justo después del éxito de la selección en el Mundial de Sudáfrica, se reactivaron diferentes gestiones.
Mes y medio perdido
Ese más de mes y medio perdido supuso un lastre para el Málaga, que en condiciones normales habría cerrado el fichaje de Rubén por una cantidad cercana a los 600.000 euros. Y esto, en el peor de los casos, porque estaría sujeta a una negociación y el club probablemente habría reducido las exigencias del Cartagena.
Bien es cierto que desde el principio el entrenador y máximo responsable deportivo, Jesualdo Ferreira, tenía claras sus intenciones para la portería: incorporar a dos porteros que acompañaran a Arnau. Pero ese parón también influyó. El técnico portugués quería un fichaje del exterior, pero deseaba que el otro tuviera experiencia en el fútbol español y también que no fuera veterano. Rubén cumplía todos los requisitos.
Visto el panorama, el Cartagena se enrocó desde el principio, con una postura tajante de no bajar del millón y medio de euros por el traspaso del cancerbero. Las noticias sobre la capacidad económica del Málaga, acentuadas a raíz de los fichajes de Rondón, Sandro Silva y Sebastián Fernández por encima de la barrera de los dos millones cada uno -y de tres en algún caso-, llevaron aparejadas una petición astronómica desde el conjunto departamental.
El Málaga dejó pasar el tiempo, más de una semana, para retomar las negociaciones. No obstante, para entonces el Cartagena tenía la sartén por el mango. En ningún momento transigió. Aceptó bajar ligeramente la cantidad inicial, pero el tiempo jugaba en contra de la entidad de La Rosaleda. Al final hubo que pactar por 1.325.000 euros, casi el triple de lo que probablemente habría costado en el mes de junio.