Os dejo la noticia de mi hermana:
Piruetas de mil colores
Más de 250.000 personas acudieron a las playas de La Malagueta y la Caleta para ver el Festival Aéreo Internacional, en el que participaron 30 aeronaves históricas
ANA PRIETO / MÁLAGA | ACTUALIZADO 06.09.2010 - 01:00
La abarrotada imagen de las playas de agosto se continúa ayer con un lleno absoluto, a pocos días del comienzo de septiembre; donde, entre toallas y sombrillas, los asistentes tenían puesta la mirada en el cielo. Y no por culpa del tiempo. Los espectáculos aéreos comenzaron históricamente en forma de maniobras evasivas para escapar del enemigo, hasta evolucionar y convertirse en un deporte federado, que ayer quisieron se mostró a los malagueños con motivo del II Festival Aéreo Málaga 2016.
Los saludos se tradujeron en acrobacias desde el cielo. Toneles, carruseles, loopins, cruces, roturas... la imagen perfecta para tomar una instantánea. Las aeronaves bailaron en las alturas al son de la música, alcanzando velocidades tales que la simple arenilla en los zapatos de los pilotos, a la hora de las acrobacias, puede convertirse en un verdadero proyectil. Se trataba de un festival internacional, en el que no sólo participaron patrullas españolas, sino que también intervinieron unidades de Italia, Francia y Holanda.
La jornada comenzó a las 10:30, con la aparición de un Cessna 172 -la aeronave de aviación general más construida en la historia-, seguido del equipo de Buckers, auténticas máquinas del tiempo, construidas en el año 33, cuyos mandos eran controlados por el ex jugador del Málaga CF, Salva Ballesta, que además de la profesión futbolística, estudió la carrera de piloto civil y al que, tanto el público como los operativos mostraron su cariño y reconocimiento. Una de las piruetas, de hecho, estaba bautizada con su nombre.
La jornada fue ganando espectacularidad a medida que avanzó la mañana. La primera sorpresa la protagonizó el Ángel, un helicóptero de Policía del que, entre una nube de arena, descendieron cuatro miembros del grupo operativo de seguridad de la Policía para entregar a las azafatas una bandera de Málaga 2016, que otorgaron al alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, y colocaron en la arena a modo de diana, donde más tarde aterrizarían los paracaidistas.
Sin llegar a tomar tierra firme, el helicóptero del servicio de búsqueda y salvamento de la Guardia Civil, conocido como Súper Puma, realizó un espectacular rescate a unos supuestos náufragos, que con sólo verlo volar, ya suponía todo un espectáculo. El Canadair, uno de los pocos aviones anfibios del mundo, fabricado exclusivamente para combatir incendios forestales, dejó relucir la belleza de su cometido, que no se llega a apreciar en situaciones de riesgo, y se posó en el mar para repostar agua -hasta 6.000 litros en nueve segundos-, para descargarla en descenso, formando una enorme catarata en el aire.
El momento álgido comenzó con la aparición de la patrulla Aspa, a bordo de cinco Colibrís, que pusieron en vilo el alma de los asistentes, que se pusieron en pie debido a la dificultad extrema de sus maniobras. El Pionner Team disfrutó bailando al son de Pavarotti, con un estilo armonioso y elegante, dibujando figuras de humo de colores en el cielo y sorprendiendo al público con fuegos artificiales. El sonido ensordecedor de los F-16 y F-18 y la exhibición del varias veces campeón del mundo en vuelo acrobático, Ramón Alonso, que flotó en el aire, pusieron la guinda a la jornada.
La playa estaba a rebosar desde ambas puntas del horizonte, sobrepasando de forma tangible la asistencia de la edición pasada, con más de 250.000 personas, y una larga hilera de barcos se alineaban en los límites de seguridad de las boyas, marcado por el Notam Marítimo. En la arena, los prismáticos y las cámaras eran aliados inseparables y, aunque había quien hacía caso omiso del espectáculo, las miradas estaban fijas en el cielo y las manos, a modo de visera, intentaban combatir al deslumbrante sol.
No fueron pocos, por otra parte, los que asistieron con el equipo al completo especialmente para la ocasión. "El ver los días anteriores los entrenamientos, me motivó para venir con la familia preparados con el almuerzo y, la verdad, es que estamos encantados", explicaba Betsy Rivas, que acudió prevista con tiendas de campaña. Fueron muchos los aficionados, pero también bastantes expertos acudieron a la cita, engalanados con sus trajes e insignias y acomodados en la zona vip. Emilio Pérez, piloto de helicóptero, señaló que "el festival es un evento muy importante para Málaga". "Sólo hay que mirar a los alrededores para ver la gran acogida que está teniendo esta segunda edición", añadía.
El colofón lo puso la Patrulla Acrobática de Paracaidismo del Ejército del Aire (Papea), que cayó en picado desde 2.000 metros de altura, con descensos en parejas y tríos, que rompieron peligrosamente cerca del suelo y ondeando en el cielo las banderas de España, Andalucía, Málaga y la Capitalidad Cultural de Málaga 2016, uno de los principales objetivos de esta segunda edición, que defendieron con optimismo durante la jornada. En la exhibición, que se prolongó hasta pasadas las 14:30, participaron 30 aeronaves y unos 90 pilotos y 60 mecánicos especializados, aunque se echó de menos la participación de la Patrulla Águila. La jornada dejó patente la pericia de los pilotos, mezcla del amor por la aviación histórica y las acrobacias.