Fernando; Popo, Brescia, Regenhart, Urdaci; Martín, Recio, Canillas, Juan Carlos; Toto y Jose. Este once inicial hizo historia no sólo en el malaguismo, sino en la historia de la Liga. Ellos fueron los protagonistas del 6-2 que el club de Martiricos le endosó al Real Madrid de Camacho, Juanito y Santillana. Desde ese choque, un único equipo fue capaz de marcarle seis goles a los madridistas y ese fue el Barcelona del 'triplete' con Guardiola en el banquillo.
Ayer una representación de jugadores de los años 1976 hasta 1986 se reunieron en una comida organizada por Popo y Brescia, nada que ver con la que se produce todos los últimos viernes de cada mes por la Asociación de Veteranos del club. Por la falta de tiempo y la dificultad en el traslado, acudieron sólo 28 ex jugadores blanquiazules, suficientes para que las emociones afloraran entre los asistentes. Los abrazos abundaban y las viejas batallas empezaban a salir a la luz.
«Algunos sí seguíamos viéndonos, pero hay compañeros que desde hace más de veinte años no sabíamos nada». Así expresaba Popo el principal motivo de esta comida, con la que se reunió lo que Brescia llamó 'la generación perdida'. Popo lleva años pidiendo al club que se les otorgue un carnet para poder ver los partidos en La Rosaleda como el resto de los equipos hacen y que el estadio sea el punto de encuentro de estos ex jugadores.
Museo del club
El organizador de la comida también pedía que se solventara el «salto desde la generación de Viberti hasta la historia más reciente en el museo del Málaga». «Así los jóvenes no pueden apreciar parte de una historia de su club, que es muy bonita», dice.
Los invitados empezaban a llegar y en una mesa se reunían diez años de viajes, partidos, victorias, derrotas y, sobre todo, de amistad. Salvador Mayorga fue el masajista del club y por sus manos han pasado todos los futbolistas presentes. Su función no era sólo la de aliviar las molestias de los jugadores, sino como él dice, la de «orientar a los jóvenes que venían a comerse el mundo en el Málaga y necesitaban ponerles los pies en la tierra».
Jugadores como Astorga o Toto aparecían juntos , compartiendo vivencias y puntos de vistas. Uno hablaba sobre la juventud de su debut en Primera y otro se jactaba de haber marcado en el 6-2 contra el Real Madrid y en el 5-1 contra el Atlético. Se escuchaba de fondo a Mayorga gritar: «Este es el que la tocaba bien, tenía todo en la cabeza», haciendo referencia a Alberto Martín. En definitiva, la comida no fue una reunión de ex futbolistas, sino más bien de viejos amigos que el fútbol unió y que el mismo deporte los volvió a juntar 20 años después.
Ayer una representación de jugadores de los años 1976 hasta 1986 se reunieron en una comida organizada por Popo y Brescia, nada que ver con la que se produce todos los últimos viernes de cada mes por la Asociación de Veteranos del club. Por la falta de tiempo y la dificultad en el traslado, acudieron sólo 28 ex jugadores blanquiazules, suficientes para que las emociones afloraran entre los asistentes. Los abrazos abundaban y las viejas batallas empezaban a salir a la luz.
«Algunos sí seguíamos viéndonos, pero hay compañeros que desde hace más de veinte años no sabíamos nada». Así expresaba Popo el principal motivo de esta comida, con la que se reunió lo que Brescia llamó 'la generación perdida'. Popo lleva años pidiendo al club que se les otorgue un carnet para poder ver los partidos en La Rosaleda como el resto de los equipos hacen y que el estadio sea el punto de encuentro de estos ex jugadores.
Museo del club
El organizador de la comida también pedía que se solventara el «salto desde la generación de Viberti hasta la historia más reciente en el museo del Málaga». «Así los jóvenes no pueden apreciar parte de una historia de su club, que es muy bonita», dice.
Los invitados empezaban a llegar y en una mesa se reunían diez años de viajes, partidos, victorias, derrotas y, sobre todo, de amistad. Salvador Mayorga fue el masajista del club y por sus manos han pasado todos los futbolistas presentes. Su función no era sólo la de aliviar las molestias de los jugadores, sino como él dice, la de «orientar a los jóvenes que venían a comerse el mundo en el Málaga y necesitaban ponerles los pies en la tierra».
Jugadores como Astorga o Toto aparecían juntos , compartiendo vivencias y puntos de vistas. Uno hablaba sobre la juventud de su debut en Primera y otro se jactaba de haber marcado en el 6-2 contra el Real Madrid y en el 5-1 contra el Atlético. Se escuchaba de fondo a Mayorga gritar: «Este es el que la tocaba bien, tenía todo en la cabeza», haciendo referencia a Alberto Martín. En definitiva, la comida no fue una reunión de ex futbolistas, sino más bien de viejos amigos que el fútbol unió y que el mismo deporte los volvió a juntar 20 años después.