Cuerpo técnico y dirigentes coinciden en que la experiencia de la última temporada, con numerosos futbolistas foráneos, ha sido negativa. El club centra todos sus esfuerzos en jugadores conocidos y adaptados al ritmo de la Liga
El Málaga no quiere experimentos. Lo hizo la pasada temporada y casi acaba con sus huesos en la Segunda División. El mercado nacional quedó totalmente restringido por la escasa celeridad en las gestiones y al final, ya con la pretemporada empezada, hubo que recurrir a futbolistas que no entraban en los planes de sus equipos, que llegaban cortos de forma o que procedían de países que exigían un nivel físico, mental y competitivo muy inferior.
«No es sólo la nacionalidad, es también una cuestión de culturas. Concentrar muchas en el vestuario puede resultar muy problemático». Esa es una las teorías del ex entrenador malaguista Antonio Tapia. Tanto él como otros muchos entrenadores del fútbol español prefieren contar en sus plantillas con futbolistas españoles o al menos que tengan experiencia en la Liga.
Las barreras idiomática y cultural suelen complicar la convivencia. No es un secreto que en el Málaga se ha vivido durante toda la temporada y que eso ha dificultado la trayectoria del equipo, aunque a la capacidad de Juan Ramón Muñiz como conductor de grupo -una cualidad que nadie discute- se ha sumado el respaldo de sus ayudantes y de los pesos pesados del vestuario.
Aval
Uno de los grandes avales del Málaga en la temporada del ascenso fue el magnífico ambiente que se gestó desde que comenzó la concentración de pretemporada en el Hotel Antequera Golf. La plantilla se configuró desde la base de futbolistas que habían sufrido para sobrevivir en Segunda con el añadido de otros experimentados (Carpintero o Peragón) y varios de lengua portuguesa. La cohesión se produjo al instante. Al año siguiente el club perdió a elementos carismáticos en el vestuario -los dos citados, Iván Rosado o Hidalgo-, pero mantuvo la estructura y lo complementó con mayoría de ex jugadores (Manolo, Fernando, Nacho, Miguel Ángel, Duda...). La cifra de incorporaciones 'externas' fue mínima: Adrián y poco más.
Esta temporada recién concluida el Málaga ha superado numerosos obstáculos. No es que la implicación haya sido total -porque en algunos casos sí ha sucedido-, pero la convivencia entre distintas culturas ha provocado diversos roces que requirieron posteriormente de una reunión del grupo para limar asperezas. A ello hay que añadir las dificultades vividas por Mtiliga con el idioma, especialmente en el primer semestre. En este sentido los notorios esfuerzos de sus compañeros allanaron el camino y le permitieron que la integración pudiera ser más cómoda.
En el plano deportivo la necesidad de recurrir a jugadores que competían en otros países derivó en un periodo de adaptación casi interminable para algunos al ritmo de la Liga española o al necesario para contar con el mínimo exigible. Este detalle quedó patente en casi todos los futbolistas ofensivos incorporados: Obinna, Caicedo, Forestieri, Benachour o Edinho. Incluso sucedió con el leonés Valdo. Los primeros meses fueron muy complicados y hubo que luchar contra el reloj para que pudieran dar un cierto nivel. De ahí que el técnico se viera forzado a tirar de jóvenes del filial.
«Sin el vestuario unido nos habríamos ido a pique mucho antes», confesó a poco del final uno de los futbolistas más importantes de la plantilla. Durante la temporada costó mucho mantener en el redil a todos y, sobre todo, conseguir que varios de los foráneos pensaran más en el grupo que en su éxito personal. De ahí que la experiencia haya servido como escarmiento para buscar incorporaciones en el mercado nacional; es decir, futbolistas que conozcan bien el campeonato, su ritmo, sus exigencias... Aunque haya cambio en la propiedad, Fernando Sanz está llamado a seguir con las riendas del club y comparte esta tesis de los técnicos.
http://malagacf.sur.es/noticias/2010-06-01/malaga-busca-producto-nacional-20100601.html