El Tau frena la euforia y se confirma como el rival maldito del Unicaja (69-75)
El equipo malagueño suma la primera derrota con Aíto como entrenador en su encuentro más espeso El bajo acierto y la pérdida en la batalla por el rebote dieron opciones a un rival notablemente mermado (69-
Cómo no. El Tau. Haciendo amigos y marcando estilo. No podía ser otro el protagonista del primer tropiezo de una nueva era. Ni cambio de entrenador, ni caras nuevas. La pesadilla del Unicaja es la misma de siempre. Más de dos años inmerso en un maleficio al que todavía no se le ve un final próximo. Se le puede tutear, conservar opciones de victoria, pero a la hora de la verdad siempre da el mismo. Zas. Como anoche, en un partido con el que frena en seco la euforia desatada (ganó por 69-75) para poner de manifiesto que, hoy por hoy, siguen existiendo clases.
Mantener posibilidades de éxito hasta los dos últimos minutos anima a confiar en la competitividad del nuevo Unicaja. No se rinde, no ceja jamás en su empeño. Tiene actitud, eso está garantizado. Calidad, parece que también. Sin embargo, tropezar ante el equipo más fuerte, pero más mermado, con el que se ha enfrentado hasta la fecha resulta un tanto sintomático. Con apenas ocho jugadores, sin dos piezas clave como Splitter y Sergi Vidal, el Tau se las apañó para buscarle las cosquillas a su rival, incidir en sus carencias y sacar el máximo partido a una noche ofensivamente aciaga.
El Unicaja no contó con la inspiración ofensiva de antaño, con porcentajes en tiros de dos y tres inferiores al 45 por ciento. Ni siquiera dio con la tecla para anotar desde la personal. Como su rival. La salvedad la marcó la insistencia del Tau. A golpe de posesión, a fuerza de rebotear y rebotear más que el equipo de Aíto logró mantener las distancias (el Unicaja cedió 20 rechaces bajo su tablero). Fueron mínimas. Seis puntos la que más, pero suficientes gracias a la gestión eficaz y el oportunismo ofensivo de una plantilla que mantiene el talento de siempre y que en Málaga se encontró con el elemento que faltaba por aparecer: Mustafa Shakur.
Rapidez
Casi inédito hasta ahora, ayer aprovechó la oportunidad brindada por los problemas físicos de Prigioni para saltar a la cancha en el quinteto inicial y dar un ritmo vivo, demasiado vivo, a su equipo. El Tau hizo daño al contraataque. Castigó con velocidad los fallos de un Unicaja especialmente dependiente de Haislip en el comienzo y que pagó la marcha del americano a los cuatro minutos víctima de una pequeña torcedura de tobillo. Nada grave visto lo que le ocurrió después a Gabriel. La presión no dio fruto. Los jugadores de Ivanovic sabían cómo acabar con ella.
Era otra historia, muy diferente a las vividas en las dos primeras jornadas. Todo un campeón con vocación de continuidad capaz de endosar por primera vez a este Unicaja 20 puntos en un cuarto. La prueba de aptitud presumida en las vísperas cobró forma. Haislip intentó insuflar de nuevo aire en los pulmones del equipo, que pareció tomar impulso después de un espectacular mate del estadounidense tras cazar el balón a dos metros del aro y depositarlo en su interior supendido en el aire. Puro espectáculo.
Ni por esas. Algo andaba más atascado. Las rotaciones no resultaban tan eficientes, ni la defensa, ni la fluidez de su ataque. Cobró ventajas mínimas, despidió la primera mitad por delante en el marcador (35-34), pero sin ofrecer en ningún momento las garantías y la seguridad que desprendió frente al Real Madrid o el Cajasol, incluso en los momentos más difíciles.
Fue una ventaja inconsistente, incapaz de resistir la embestisdas de un Tau que amplió su abanico de opciones en ataque en la reanudación. Teletovic abrió el campo, Rakocevic desbordó a sus defensores en sus 'uno contra uno' y el Unicaja volvió a verse en la obligación de tapar agujeros en una tubería a punto de estallar. Hacía aguas. Ni siquiera la superioridad interior de partida, en lo que a número de efectivos se refiere, pudo ser un consuelo. A falta de casi dos minutos, Gabriel se despidió del partido y de algo más. Su esguince de tobillo fue grave. De quirófano.
Fallos
Los destellos concretos de talento sostenían el pulso. Y fue en ese elemento en lo que trató de apoyarse Aíto para frenar el penúltimo intento de fuga del Tau (57-62, minuto 35) tras dos triples de Rakocevic y Prigioni. El madrileño hizo coincidir a Cabezas, Gomis, Kelati, Haislip y Ndong, lo más granado en ataque del Unicaja, con el objetivo de cambiar su sino durante todo el encuentro. El marcador final canta a las claras que no lo consiguió. Sólo lo tuvo a tiro.
Estuvo cerca, pero fue noche para poner los pies en la tierra. Y Kelati ayudó a ello. El estadounidense no tuvo respuesta a la confianza del técnico. Mickeal lo superó; Rakocevic hizo lo mismo. Y en ataque asumió el rol de protagonista absoluto. Pleno de desacierto. Frustrante. Todo un toque de atención. Una llamada a la serenidad. Botó y botó sin criterio, lanzó con precipitación, perdió un balón clave en un ataque para voltear el partido. Toda una bienvenida al mundo real, el de la ACB.
diariosur.com
El equipo malagueño suma la primera derrota con Aíto como entrenador en su encuentro más espeso El bajo acierto y la pérdida en la batalla por el rebote dieron opciones a un rival notablemente mermado (69-
Cómo no. El Tau. Haciendo amigos y marcando estilo. No podía ser otro el protagonista del primer tropiezo de una nueva era. Ni cambio de entrenador, ni caras nuevas. La pesadilla del Unicaja es la misma de siempre. Más de dos años inmerso en un maleficio al que todavía no se le ve un final próximo. Se le puede tutear, conservar opciones de victoria, pero a la hora de la verdad siempre da el mismo. Zas. Como anoche, en un partido con el que frena en seco la euforia desatada (ganó por 69-75) para poner de manifiesto que, hoy por hoy, siguen existiendo clases.
Mantener posibilidades de éxito hasta los dos últimos minutos anima a confiar en la competitividad del nuevo Unicaja. No se rinde, no ceja jamás en su empeño. Tiene actitud, eso está garantizado. Calidad, parece que también. Sin embargo, tropezar ante el equipo más fuerte, pero más mermado, con el que se ha enfrentado hasta la fecha resulta un tanto sintomático. Con apenas ocho jugadores, sin dos piezas clave como Splitter y Sergi Vidal, el Tau se las apañó para buscarle las cosquillas a su rival, incidir en sus carencias y sacar el máximo partido a una noche ofensivamente aciaga.
El Unicaja no contó con la inspiración ofensiva de antaño, con porcentajes en tiros de dos y tres inferiores al 45 por ciento. Ni siquiera dio con la tecla para anotar desde la personal. Como su rival. La salvedad la marcó la insistencia del Tau. A golpe de posesión, a fuerza de rebotear y rebotear más que el equipo de Aíto logró mantener las distancias (el Unicaja cedió 20 rechaces bajo su tablero). Fueron mínimas. Seis puntos la que más, pero suficientes gracias a la gestión eficaz y el oportunismo ofensivo de una plantilla que mantiene el talento de siempre y que en Málaga se encontró con el elemento que faltaba por aparecer: Mustafa Shakur.
Rapidez
Casi inédito hasta ahora, ayer aprovechó la oportunidad brindada por los problemas físicos de Prigioni para saltar a la cancha en el quinteto inicial y dar un ritmo vivo, demasiado vivo, a su equipo. El Tau hizo daño al contraataque. Castigó con velocidad los fallos de un Unicaja especialmente dependiente de Haislip en el comienzo y que pagó la marcha del americano a los cuatro minutos víctima de una pequeña torcedura de tobillo. Nada grave visto lo que le ocurrió después a Gabriel. La presión no dio fruto. Los jugadores de Ivanovic sabían cómo acabar con ella.
Era otra historia, muy diferente a las vividas en las dos primeras jornadas. Todo un campeón con vocación de continuidad capaz de endosar por primera vez a este Unicaja 20 puntos en un cuarto. La prueba de aptitud presumida en las vísperas cobró forma. Haislip intentó insuflar de nuevo aire en los pulmones del equipo, que pareció tomar impulso después de un espectacular mate del estadounidense tras cazar el balón a dos metros del aro y depositarlo en su interior supendido en el aire. Puro espectáculo.
Ni por esas. Algo andaba más atascado. Las rotaciones no resultaban tan eficientes, ni la defensa, ni la fluidez de su ataque. Cobró ventajas mínimas, despidió la primera mitad por delante en el marcador (35-34), pero sin ofrecer en ningún momento las garantías y la seguridad que desprendió frente al Real Madrid o el Cajasol, incluso en los momentos más difíciles.
Fue una ventaja inconsistente, incapaz de resistir la embestisdas de un Tau que amplió su abanico de opciones en ataque en la reanudación. Teletovic abrió el campo, Rakocevic desbordó a sus defensores en sus 'uno contra uno' y el Unicaja volvió a verse en la obligación de tapar agujeros en una tubería a punto de estallar. Hacía aguas. Ni siquiera la superioridad interior de partida, en lo que a número de efectivos se refiere, pudo ser un consuelo. A falta de casi dos minutos, Gabriel se despidió del partido y de algo más. Su esguince de tobillo fue grave. De quirófano.
Fallos
Los destellos concretos de talento sostenían el pulso. Y fue en ese elemento en lo que trató de apoyarse Aíto para frenar el penúltimo intento de fuga del Tau (57-62, minuto 35) tras dos triples de Rakocevic y Prigioni. El madrileño hizo coincidir a Cabezas, Gomis, Kelati, Haislip y Ndong, lo más granado en ataque del Unicaja, con el objetivo de cambiar su sino durante todo el encuentro. El marcador final canta a las claras que no lo consiguió. Sólo lo tuvo a tiro.
Estuvo cerca, pero fue noche para poner los pies en la tierra. Y Kelati ayudó a ello. El estadounidense no tuvo respuesta a la confianza del técnico. Mickeal lo superó; Rakocevic hizo lo mismo. Y en ataque asumió el rol de protagonista absoluto. Pleno de desacierto. Frustrante. Todo un toque de atención. Una llamada a la serenidad. Botó y botó sin criterio, lanzó con precipitación, perdió un balón clave en un ataque para voltear el partido. Toda una bienvenida al mundo real, el de la ACB.
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