El extremo vuelve a Málaga como estrella del Sporting, con diez goles y segundo mejor 'asistente' de la Liga
Hace apenas cuatro años Diego Castro (Pontevedra, 1982) no era más que el hijo de Fernando Castro Santos, ahora técnico del Leixoes y ex entrenador de numerosos equipos españoles o portugueses modestos. La incertidumbre rodeaba al extremo gallego, en las filas del venido a menos Málaga B. Un jugador sin gol (apenas dos en las tres temporadas en Segunda con el filial), aunque descarado y comprometido.
Hoy Diego Castro es la estrella del Sporting, el próximo rival del Málaga. Visitante en La Rosaleda, donde tantas veces jugó pero apenas vio puerta. Ahora totaliza diez dianas, además de una nada despreciable cifra de ocho pases de gol, que lo mantiene como el segundo máximo 'asistente' de la Liga, después de Pedro León (con nueve). Sorprendentemente, el jugador al que no quiso mantener en sus filas el club de La Rosaleda, sumido entonces en una de sus etapas más convulsas, se ha convertido en uno de los futbolistas más cotizados. Para los técnicos que lo tuvieron a sus órdenes en el Málaga B, su progresión no sorprende.
Así lo reconoce Antonio Tapia, que lo dirigió en la campaña 2003-04 y la mitad de la siguiente, y que incluso le hizo debutar en Primera, en un choque contra Osasuna en La Rosaleda (1-2). Después sólo jugaría otro, el siguiente, ante el Real Madrid. «El talento lo tenía. Eso se veía con claridad. Tenía unas condiciones naturales muy buenas y es un jugador muy hábil e inteligente. El tema era si iba a ser capaz de dar el salto de calidad en el aspecto físico y en el competitivo, de tener continuidad en el trabajo defensivo», se pronuncia el que hasta hace unos meses fuese el entrenador del Betis en Segunda.
'Lobo' Carrasco coincidió con él algo más tarde, en la segunda mitad de la temporada 2005-06, la del descenso del filial a Segunda B. Ya por entonces Castro era un jugador más maduro, falto de gol, pero un líder. Junto a Juanma, el único que se mantenía en el grupo en el ciclo en Segunda que comenzó este equipo dos años antes. «Tenía mucha mentalidad para jugar incluso en el Málaga. No le dieron las oportunidades que merecía», se pronuncia el ex jugador del Barcelona.
Para Juan Carlos Añón, su entrenador en la primera fase del curso 2005-06, la clave está en el aspecto táctico: «Técnicamente siempre fue sobresaliente y atrevido. Reunía muy buenas cualidades físicas, técnicas y mentales. Le faltaba la disciplina táctica. Creo que se merece lo que le está pasando y era normal».
Salto cualitativo
Diego Castro, comprometido con el Sporting antes de acabar la última temporada en el Málaga B, dio un salto cualitativo nada más llegar a Gijón. Sus cifras realizadoras así lo atestiguan: siete tantos en cada una de las dos siguientes campañas en Segunda, la última de ellas la del ascenso; seis en Primera en el ejercicio anterior al actual, en el que suma diez y tiene arrestos hasta para tirar los penaltis 'a lo Panenka'. A Tapia no le cabe duda sobre quién es uno de los culpables de su ascenso a la fama: su actual entrenador. «Preciado ha hecho un trabajo magnífico con él. Ahora es un jugador muy completo capaz de competir en una de las mejores ligas del mundo». En efecto, partiendo en principio a la banda izquierda, ahora no le falta confianza para encarar, chutar y ofrecerse con movilidad en diferentes zonas.
http://malagacf.sur.es/noticias/2010-04-28/sorprendente-caso-diego-castro-20100428.html