La Roca se recupera del pánico José paseaba tranquilamente por su barrio. La mañana soleada y primaveral invitaba a la caminata. Sus dos hijos andaban junto a él de la mano, ‘miroteándolo’ todo. Le sorprendió ver la mayoría de los comercios con la persiana cerrada. Eran las doce del mediodía del sábado y apenas el Bar Rosaleda y algún kiosko abrían sus puertas al público en el barrio. De buenas a primeras, escuchó cánticos procedentes de unos aficionados del Sevilla, que cinco horas después jugaba en La Rosaleda contra el Málaga. Extrañado, fue a curiosear. Lo que vio posteriormente pareció formar parte de una película: “Llegaron unos aficionados del Málaga y se dirigieron hacia ellos con bates de béisbol, cascos y bufandas blanquiazules en la cara para que no se les reconociera. Se liaron a mamporro vivo. Las mesas, las sillas y las botellas volaron por los aires y se estrellaron contra el suelo y contra los coches de alrededor”.
La sangre aún tiñe días después las aceras perimetrales del Bar Rosaleda, a escasos 50 metros del estadio. Allí se originó uno de los conflictos entre los aficionados más radicales de ambas aficiones. Al parecer, mientras 50 ó 60 seguidores hispalenses bebían y pagaban “con normalidad” sus cervezas, miembros del bando rival aparecieron buscando gresca. Ahí empezó la cruzada. “Pasamos miedo porque no era normal lo que se veía, parecía una guerra. Los minutos se hicieron una eternidad y algún herido tuvo que refugiarse en el baño”, relata con pausa Manuel, un empleado del local donde se produjo la batalla campal.
De esa riña salió algún herido leve, pero la consecuencia más grave de la pelea tuvo su foco en la Calle Poeta Agustín Ruano, muy cerca del bar. Allí fue apuñalado en el costado izquierdo un joven sevillista de 24 años. “Los del Málaga habían quedado para beber a las 10 de la mañana y, cuando ocurrió todo, ya estaban muy pasados. Seguro que si esta gente tuviera que ir a la guerra se meterían después debajo de las faldas de su mujer, pero el sábado no pude ni salir para cerrar por el miedo que tenía. Nunca vi algo así en toda mi vida,”, comenta aún con pavor Antonio, propietario de un negocio existente a pocos metros.
El herido se desvaneció tras la agresión y fue acompañado por un amigo hasta un portal, donde se recostó. Mari Carmen lo escuchó desde su casa y bajó con toallas para ayudarle a cortar la hemorragia. “Venían huyendo de la policía. La herida fue hecha con un estilete porque era un agujero redondo”, reconoce a la vez que señala que cosas como éstas ya son habituales en la zona de La Roca cuando se enfrentan el Málaga y el Sevilla. “Y no se trata de hombres, sino de niños muy jóvenes, de 16 ó 17 años”, asegura.
En el barrio no se habla de otra cosa estos días. El debate aflora en la barra del bar o en la cola de la frutería. Los vecinos están cansados de convivir con la violencia que conlleva el fútbol y con los derbis de rivalidad regional que manchan de miedo un sábado o un domingo cualquiera. “Todo el mundo cerró el negocio, pero yo necesitaba abrir porque es la única forma de vender algo”, continúa Antonio. Coinciden en que el sábado se echó en falta presencia policial. “Nosotros cerramos el bar hasta que vino la policía, pero no tuvimos que lamentar ningún destrozo”, afirma Manuel. Los antidisturbios tardaron diez minutos en llegar a su negocio tras los incidentes. Demasiado tarde.
En el Málaga también existe cierto malestar con la actuación policial al ser éste un partido calificado de alto riesgo. Fuentes del club de Martiricos afirman que dos autobuses de aficionados sevillistas orillaron en La Rosaleda al mediodía sin que mediara ningún tipo de protección policial. “Entraron como Pedro por su casa”, afirman estas mismas fuentes. Que la llama ardiera era cuestión de tiempo. “Yo creo que se pusieron de acuerdo para pegarse por Internet”, desliza convencido un vecino.
Fue tras los incidentes cuando la Policía Nacional trató de poner orden. Pidió al Málaga que abriera las puertas del estadio para poder mantener custodiados y a salvo a los aficionados sevillistas. En el momento de los hechos se levantaron casi una decena de actas por tenencia de armas y de sustancias estupefacientes pero no hubo ningún detenido. Fuentes policiales han asegurado al elDesmarquemalaga que aún se sigue investigando la autoría de la agresión por arma blanca y el desarrollo real de los acontecimientos en base a testimonios de testigos y a diversas pistas. Paralelamente, el Málaga ha iniciado unas pesquisas internas para esclarecer si los agresores forman parte de alguna peña de animación y si son socios del club, algo que todavía se desconoce.
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