"En los momentos difíciles, el grupo se unió más y supo sacar una situación muy difícil adelante", explica Juan Ramón Muñiz como la principal razón del cambio de dinámica del Málaga en las últimas jornadas
Como una familia bien avenida. Con sus evidentes problemas de convivencia, pero con la solidaridad y el compromiso como acompañantes. Así define cualquier integrante el vestuario malaguista. Un ejemplo gráfico es la agradable sorpresa que vive Forestieri en ese sentido. Él, acostumbrado a que en Italia le veían como el que subía de los escalafones inferiores para arrebatar el puesto a los más veteranos. Ahora le sorprende positivamente lo fácil que hacen la integración todos los que trabajan con el equipo en el día a día.
Y es que en este Málaga los personalismos son absorbidos por el grupo. El primero en reconocerlo es Juan Ramón Muñiz, su entrenador, quien, como no podía ser de otra manera, el mérito del cambio que están experimentando en la dinámica, sobre todo de resultados, se lo atribuye al vestuario. "En ningún momento vi un equipo con mal juego, con mala actitud. Es al revés, siempre vi muy buena actitud. Perdimos puntos por jugadas puntuales, pero nunca me fui a casa decepcionado con el trabajo de los futbolistas. Esa es la causa, el equipo no se vino para abajo nunca, siempre trabajó y durante la semana se olvidó de la semana anterior y volvió a trabajar y volvió a tener ilusión. En los momentos difíciles, el grupo se unió más y supo sacar una situación muy difícil adelante. Ahora estamos en el camino, de buen juego y buenos resultados. Destacaría sobre todo la unión que hubo en el vestuario para sacar esto adelante".
Tal es su fe en el grupo que resta méritos al cambio de sistema: "No considero que éste mejore lo anterior. Este sistema me está dando buen juego y puntos. El anterior nos estaba dando buen juego también y los puntos los perdimos más por hechos puntuales. En este sistema necesitas jugadores de otro perfil. Intentas aprovechar las virtudes que tienes en el campo".
Unas virtudes que le podrían llevar a sumar, por primera vez esta temporada, dos victorias consecutivas si ganan al Espanyol. Aunque en su mente, más que pequeños desafíos, está el objetivo definitivo: "La guinda la pondría en mayo, Ésa es al guinda, la que todos esperamos poner. Aún queda mucho trabajo por hacer. Las guindas se ponen en mayo; por le camino se tienen buenos y malos resultados".
En ese camino, obsesión para el técnico, que es alcanzar la permanencia, los de Pochettino son el siguiente rival. Para Muñiz, son un equipo que "juega bien al fútbol, trata bien el balón". Es por ello que dice no esperar un cerrojazo: "Cada equipo intenta aprovechar las virtudes que tiene y sacar el rendimiento a las características de sus jugadores, no lo considero ni más ni menos ofensivo. El Espanyol es un equipo que le gusta tener el balón, le gusta atacar, y está sacando resultados así. Por lo tanto no espero que varíe mucho su forma de juego. Las formas de jugar cambian poco si juegas fuera o dentro. Desde que está la clasificación de tres puntos, siempre se intenta ganar. Unos lo hacen teniendo la posesión el 90% y otros el 20".
Esta semana, con la vuelta de Jesús Gámez e Iván, se da lo que Muñiz califica como "lo más importante para un entrenador es tener problemas para elegir un once porque haya competencia y rivalidad sana. Y luego, juegue quien juegue, que todos estén preparados para cuando les toque jugar y rendir".
Con la anunciada salida de Ricardo Rodríguez de la dirección deportiva, el técnico no quiere ni que se le planteé su regreso a los despachos: "Hay dos amigos trabajando ahí y, por respeto a ellos, no voy a opinar. Ahora, de momento, soy entrenador y en eso me centro". Ni aunque se lo pida el presidente: "No es el momento para que yo me meta en el trabajo de otra gente y para que opine de esa situación. Lo único que me preocupa ahora es el partido del domingo, volver a ganar y poner la guinda de la salvación".
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