Bipolar El Málaga pudo haber resuelto su victoria al descanso tras una primera mitad llena de ocasiones y acabó como siempre, en empate Pena Como en Tenerife, el equipo se fue con la sensación de no ganar a un rival que demostró ser muy inferior
Árbitro: González Vázquez (gallego). No tuvo influencia en el electrónico final, aunque demostró estar en el furgón de cola de la clasificación de árbitros. Estuvo torpe en la señalización de la ley de la ventaja y se mostró muy quisquilloso con faltas que cortaron la continuidad en el juego. Pudo haberse ahorrado alguna de las seis amonestaciones que sacó a lo largo de los 90 minutos.
Tarjetas: Amarillas Marcos (16'), Obinna (36'), Iván (60'), Manolo (78'), Nauzet Alemán (86') y Luis Prieto (88').
Goles: 0-1 (33') Duda. Balón cruzado por encima de la defensa que acaba en el segundo palo y, aprovechando la indecisión de Justo Villar, el portugués engancha una volea imparable al fondo de la red. 1-1 (69') Jesús Gámez (p. p.). Saque de esquina de Medunjanin que nadie remata pero que rebota en Nivaldo y es desviado por el fuengiroleño de forma que entra mansamente a gol.
Incidencias: Encuentro correspondiente a la decimocuarta jornada de la Liga BBVA disputado en el Nuevo José Zorrilla ante 13.435 espectadores, según informó el club. Valladolid registró uno de los días más fríos del año merced al intenso viento. Muchos jugadores se resbalaron en diversas fases del encuentro, especialmente los del Málaga.
El Málaga sigue desperdiciando balas ante rivales directos y desangrándose a base de empates. No saldrá en un día de las arenas movedizas en las que vive enfangado, pero esta saga de empates le sigue hundiendo domingo a domingo. Y las excusas del infortunio o la falta de puntería ya son sólo eso, excusas. El equipo tendría que haber resuleto el choque al descanso con claridad, pero no lo hizo y luego le llovió la desgracia de la igualada. Por más que hiciera un frío penetrante hasta los tuétanos, si Pucela era un purgatorio, los de Muñiz salieron con el trasero lleno de llamas camino al infierno clasificatorio.
El partido comenzó como el circo. A los dos minutos Jesús Gámez casi lesiona a un asistente y seis después el larguero ofreció una función de funambulismo. Ahí se estrelló un despeje de Luis Prieto sobre el cuerpo de Fernando y también el posterior cabezazo de Baha, que botó ahí dos veces antes de perderse fuera. En fútbol tocar madera no es sinónimo de tener suerte.
Fueron los primeros planos de una película previsible, pues dicen por Pucela que los de Mendilibar juegan incómodos ante los pitos de su gente y al Málaga le viene bien cualquier césped que no sea La Rosaleda. Así que empezaron cargando las armas los de naranja, pero disparando al aire. Fernando, puede que el poseedor de los mejores fundamentos técnicos sobre el escenario, desperdició tres balas en menos de 25 minutos. En realidad fueron amenazas serias; a los 33 minutos Duda canjeó en gol el dominio en el campo. Hubo tres indecisiones antes del tanto: la de los centrales en el balón que cruzó de banda, la de Justo Villar para salir a por la bola en sus dominio y la del luso, contagiado por el error del meta. Pero se rehizo con una volea imparable. La semana pasada se llevó la dos manos a la cabeza cuando su chut de falta se estrelló en un poste; ayer se llevó sólo una para dotar de una extraño festejo a una diana importantísima.
El gol no cambió la tónica y el Málaga comprobó que la ansiedad tiene más franquicias repartidas por la máxima categoría. Los centrales de Mendilibar, Nivaldo y Luis Prieto, siguieron errando en el ataque más previsible que existe, el balón en largo. Dos veces el beneficio fue para Obinna, potente para sorprender y torpe para definir. En dos minutos le regalaron dos entradas para ampliar estadística anotadora, pero solo ante Justo Villar y a escasos metros de la cal ninguno de sus dos disparos fue entre los tres palos. Edinho es peor futbolista, pero ha fallado menos que el nigeriano y lleva más goles. El caso es que al descanso en Zorrilla celebraban que el resultado fuera sólo de 0-1 y los más o menos 50 valientes venidos de Málaga recordaban por qué el Málaga está donde está. Inoperancia contra ineficacia.
Por una de esas indescifrables cuestiones que tanta rabia dan al aficionado, el Málaga de la reanudación volvió a la pista con otra careta. Dejó de ser el radar del encuentro y el dominio se quedó en manos de nadie, acaso del viento, que comenzó a soplar más hacia Munúa que en el primer tiempo. Gracias a numerosas faltas laterales, aunque sin remate, el Valladolid se dio cuenta de que el encuentro no estaba cerrado. Y amenazó al Málaga muy seriamente, cuando a quemarropa Manucho chutó al portero en lugar de a gol (66'). Munúa evitó la cornada.
La segunda ola confirmó que la marea estaba agitada y había engullido al Málaga. Fue cruel, pues un rebote en Nivaldo y Gámez fue a gol, pero confirmaba que el equipo de Muñiz se había desconectado. Trató de aprovechar el rebufo el Valladolid, que volvió a agarrarse a las jugadas a balón parado, aunque la torpeza de ambos siguió presidiendo la mesa. Con Apoño desaparecido y Juanito torpe, Duda y Medunjanin, factor éste revolucionario para los locales, sacaron su revólver para jugarse un mano a mano y los puntos en litigio. Pero el fútbol sin rematadores es igual que sin porterías y sus méritos acabaron siendo de fogueo. Sólo les valió para dar lustre a su estadística personal. El empate, séptimo de los locales, quinto seguido para los blanquiazules (seis en total), sirve para actualizar ese parte médico que suele enmascarar una realidad preocupante: el enfermo sigue estable dentro de la gravedad.
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