Se supone que 'ir al teatro' significa ir a ver un espectáculo. Puede que sea dramático, de danza o música, pero, en principio, el interés fundamental está situado encima del escenario. En el Echegaray, la expresión adquiere nuevos tintes. Porque el interés, al menos durante unos meses, también habrá que buscarlo en la fachada de nuevo blanca, en los portalones de caobilla, en los mármoles del vestíbulo, en los plafones del techo, en las vidrieras iluminadas de las escaleras, en las butacas naranjas, rojas y amarillas... Y así, ir al teatro significará ir a ver el teatro.
El Echegaray regresa a la escena cultural de la ciudad y lo hace como los proyectos soñados durante mucho tiempo. Ocho años, en este caso. Largo y complejo ha sido el camino para convertir el antiguo cine en una sala polivalente que mañana vivirá su presentación en sociedad.
Será en una gala presentada por la actriz Fiorella Faltoyano que ofrecerá «pinceladas de música, danza y teatro», en palabras de Miguel Gallego, artífice de la programación del Teatro Echegaray. Gallego prefiere no ofrecer muchos detalles del acto de inauguración. Apenas adelanta que el espectáculo sugerirá «algunas de las propuestas que se pueden presentar en este espacio».
La mayor actualidad
Una gala «breve» a la que sólo podrán asistir los invitados incluidos en el protocolo municipal. Para la apertura la público habrá que esperar un poco más. En concreto, hasta el viernes, cuando la compañía Familie Flöz estrene el programa del teatro con su 'Hotel Paradiso'. A partir de ese momento, el Echegaray ofrecerá «espectáculos de mayor actualidad en música, danza y teatro», en palabras de Gallego.
Así, el Echegaray será en la práctica un espacio complementario al Cervantes. Ese era el papel que le había reservado el Ayuntamiento cuando se hizo con el inmueble en abril de 2001, si bien durante la pasada primavera se planteó la posibilidad de privatizar la gestión de la sala.
Al final se han cumplido los planes originales y el Echegaray actúa como 'secundario de lujo' en los planes del Cervantes. Un cometido que le reserva, no obstante, el protagonismo en la escena alternativa de las artes escénicas.
Para ello, el remozado Teatro Echegaray dispone de un espacio multiusos capaz de adaptarse a las necesidades de cada montaje. De este modo, la reforma ideada por los arquitectos Salvador Moreno Peralta, César Olano y Francisco Peñalosa (que lideró el proyecto hasta su fallecimiento el pasado agosto) incluye un patio de butacas retráctil que puede expandirse o contraerse en función del espectáculo programado.
Así, el público podrá permanecer de pie frente al escenario en un hipotético concierto o bien tendrá la posibilidad de ocupar las casi 300 localidades que ahora se suman a la oferta cultural de la ciudad. Un aforo alejado del millar de butacas del Cervantes pero adecuado al pequeño formato en el que quiere abrir brecha este nuevo espacio escénico.
Por fin abierto
Con su esperada reapertura, el Echegaray concluye su particular travesía por el desierto de los trámites administrativos y las obras en el centro histórico. Los primeros se prolongaron más de tres años y las segundas tardaron otros cinco, ya que durante los trabajos se encontraron diversos restos arqueológicos. En principio se estudió su integración en el proyecto, pero al final, a la vista se su escaso valor, sólo han quedado documentados.
Hasta 7,2 millones de euros ha invertido el Ayuntamiento en recuperar el Echegaray, que incorpora según los responsables de la reforma los últimos adelantos tecnológicos para convertirse en «un teatro vivo». Atrás quedan ocho años grises. Ahora, el Echegaray recupera el buen aspecto. El color. No hay más que ver sus butacas naranjas, rojas y amarillas.
El Echegaray regresa a la escena cultural de la ciudad y lo hace como los proyectos soñados durante mucho tiempo. Ocho años, en este caso. Largo y complejo ha sido el camino para convertir el antiguo cine en una sala polivalente que mañana vivirá su presentación en sociedad.
Será en una gala presentada por la actriz Fiorella Faltoyano que ofrecerá «pinceladas de música, danza y teatro», en palabras de Miguel Gallego, artífice de la programación del Teatro Echegaray. Gallego prefiere no ofrecer muchos detalles del acto de inauguración. Apenas adelanta que el espectáculo sugerirá «algunas de las propuestas que se pueden presentar en este espacio».
La mayor actualidad
Una gala «breve» a la que sólo podrán asistir los invitados incluidos en el protocolo municipal. Para la apertura la público habrá que esperar un poco más. En concreto, hasta el viernes, cuando la compañía Familie Flöz estrene el programa del teatro con su 'Hotel Paradiso'. A partir de ese momento, el Echegaray ofrecerá «espectáculos de mayor actualidad en música, danza y teatro», en palabras de Gallego.
Así, el Echegaray será en la práctica un espacio complementario al Cervantes. Ese era el papel que le había reservado el Ayuntamiento cuando se hizo con el inmueble en abril de 2001, si bien durante la pasada primavera se planteó la posibilidad de privatizar la gestión de la sala.
Al final se han cumplido los planes originales y el Echegaray actúa como 'secundario de lujo' en los planes del Cervantes. Un cometido que le reserva, no obstante, el protagonismo en la escena alternativa de las artes escénicas.
Para ello, el remozado Teatro Echegaray dispone de un espacio multiusos capaz de adaptarse a las necesidades de cada montaje. De este modo, la reforma ideada por los arquitectos Salvador Moreno Peralta, César Olano y Francisco Peñalosa (que lideró el proyecto hasta su fallecimiento el pasado agosto) incluye un patio de butacas retráctil que puede expandirse o contraerse en función del espectáculo programado.
Así, el público podrá permanecer de pie frente al escenario en un hipotético concierto o bien tendrá la posibilidad de ocupar las casi 300 localidades que ahora se suman a la oferta cultural de la ciudad. Un aforo alejado del millar de butacas del Cervantes pero adecuado al pequeño formato en el que quiere abrir brecha este nuevo espacio escénico.
Por fin abierto
Con su esperada reapertura, el Echegaray concluye su particular travesía por el desierto de los trámites administrativos y las obras en el centro histórico. Los primeros se prolongaron más de tres años y las segundas tardaron otros cinco, ya que durante los trabajos se encontraron diversos restos arqueológicos. En principio se estudió su integración en el proyecto, pero al final, a la vista se su escaso valor, sólo han quedado documentados.
Hasta 7,2 millones de euros ha invertido el Ayuntamiento en recuperar el Echegaray, que incorpora según los responsables de la reforma los últimos adelantos tecnológicos para convertirse en «un teatro vivo». Atrás quedan ocho años grises. Ahora, el Echegaray recupera el buen aspecto. El color. No hay más que ver sus butacas naranjas, rojas y amarillas.