Quien avisa no es traidor. Las últimas reformas del Código Penal, que contemplan penas de cárcel para los delitos contra la seguridad vial, se han traducido en Málaga en los primeros ingresos en prisión por infracciones que antes se saldaban generalmente con una multa. Desde el estreno de la norma, medio centenar de conductores han pasado por el centro penitenciario de Alhaurín de la Torre condenados por hechos delictivos relacionados con el tráfico. Algunos aún continúan dentro.
Desde el pasado mayo a marzo de este año, 33 personas han acabado entre rejas en Málaga por delitos cometidos al volante. Todos cumplen o han cumplido sentencias superiores a tres meses de prisión. «A estos hay que sumar las condenas inferiores en tiempo, así como los encarcelados por delitos de desobediencia relacionados con el tráfico», explica el director del centro penitenciario provincial, Antonio Guerrero, quien estima que, entre unos y otros, pueden superar el medio centenar.
Las infracciones a la norma por las que han acabado entre barrotes se castigaban hace poco más de un año con sanciones económicas o, como mucho, con la retirada del carné. Este documento es precisamente el que más detenciones ha provocado. Ahora, conducir careciendo del permiso reglamentario supone un delito contra la seguridad del tráfico que está castigado con penas de tres a seis meses de prisión.
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El segundo motivo que más encarcelamientos ha causado es el cambio de la ley en relación a la velocidad excesiva y el consumo de alcohol, a raíz de otra reforma del Código Penal que entró en vigor en diciembre de 2007. Tras la modificación de la norma, circular superando en más de 60 kilómetros por hora el límite máximo en casco urbano (ir a 110 en vías de 50), o en más de 80 km/h en carretera (a más de 200 en autovía) está considerado delito contra la seguridad vial.
Conducir bajo los efectos del alcohol también está penado con cárcel desde noviembre de 2007. Sea cual sea la tasa, esta infracción puede ser contemplada por los agentes de la ley como delito en función de los síntomas que presente el conductor. Si supera 0,60 miligramos por litro de aire espirado, el denunciado acaba en el juzgado para enfrentarse a una pena que oscila entre tres y seis meses de prisión.
Pillados más de una vez
El tercer capítulo es el de los hechos delictivos vinculados al tráfico. Según Guerrero, hay conductores que acaban en prisión después de, por ejemplo, negarse a pasar la prueba de alcoholemia en un control de la Guardia Civil de Tráfico o las policías locales. Aunque los agentes pueden formular un atestado apoyándose en los síntomas, les acaban leyendo los derechos por desobediencia o por resistencia a la autoridad ante la dificultad de demostrar que circulaban ebrios.
El director del centro penitenciario de Alhaurín de la Torre matiza que estos conductores no han acabado en la cárcel por cometer uno de estos delitos en más de una ocasión. «Detrás de la mayoría de los reclusos que cumplen penas por tráfico suele estar la reincidencia», afirma.
Se trata de conductores -la mayoría, jóvenes- que han sido sorprendidos varias veces sin carné o que ya han sido denunciados en distintas ocasiones por infracciones similares, lo que obliga a los jueces a emplearse con mayor dureza contra ellos. De hecho, la Fiscalía de Seguridad Vial mantiene como criterio general solicitar prisión para los conductores sin carné y reincidentes a partir de la segunda sentencia firme.
La reforma del Código no ha hecho más que poner sobre la mesa la realidad de las carreteras. Las cifras no mienten. Sólo en la capital, la Policía Local de Málaga ya superó en diciembre el millar de conductores detenidos por carecer del carné de conducir. Cada semana, de media, los agentes municipales arrestan en la ciudad entre diez y quince personas por circular con una tasa de alcohol o de velocidad considerada delictiva.
Alcoholemias
En la Guardia Civil de Tráfico ocurre más de lo mismo. Desde la reforma penal que endurece las penas por alcoholemia, los agentes de la Benemérita han detenido o imputado en Málaga a 793 conductores que superaron la tasa de 0,60 miligramos de alcohol por litro de aire espirado o que evidenciaban claros síntomas de conducir ebrios.
Además, los guardias civiles de la provincia han arrestado a otras 434 personas por carecer del permiso de conducir, y a ocho más por circular a velocidades excesivas, como ir a más de 200 kilómetros por hora en la autovía o a 180 km/h en carreteras secundarias limitadas a 100.
Con estos ingredientes, las reformas del Código Penal amenazan con agravar la situación de la ya saturada prisión de Alhaurín de la Torre, como ya ha ocurrido con los tribunales. El propio Juzgado Decano de Málaga criticó el año pasado que la modificación de la ley ha supuesto una sobrecarga de trabajo en las salas -ven una media de seis detenidos diarios- que no ha ido aparejada de más medios humanos y materiales
Desde el pasado mayo a marzo de este año, 33 personas han acabado entre rejas en Málaga por delitos cometidos al volante. Todos cumplen o han cumplido sentencias superiores a tres meses de prisión. «A estos hay que sumar las condenas inferiores en tiempo, así como los encarcelados por delitos de desobediencia relacionados con el tráfico», explica el director del centro penitenciario provincial, Antonio Guerrero, quien estima que, entre unos y otros, pueden superar el medio centenar.
Las infracciones a la norma por las que han acabado entre barrotes se castigaban hace poco más de un año con sanciones económicas o, como mucho, con la retirada del carné. Este documento es precisamente el que más detenciones ha provocado. Ahora, conducir careciendo del permiso reglamentario supone un delito contra la seguridad del tráfico que está castigado con penas de tres a seis meses de prisión.
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El segundo motivo que más encarcelamientos ha causado es el cambio de la ley en relación a la velocidad excesiva y el consumo de alcohol, a raíz de otra reforma del Código Penal que entró en vigor en diciembre de 2007. Tras la modificación de la norma, circular superando en más de 60 kilómetros por hora el límite máximo en casco urbano (ir a 110 en vías de 50), o en más de 80 km/h en carretera (a más de 200 en autovía) está considerado delito contra la seguridad vial.
Conducir bajo los efectos del alcohol también está penado con cárcel desde noviembre de 2007. Sea cual sea la tasa, esta infracción puede ser contemplada por los agentes de la ley como delito en función de los síntomas que presente el conductor. Si supera 0,60 miligramos por litro de aire espirado, el denunciado acaba en el juzgado para enfrentarse a una pena que oscila entre tres y seis meses de prisión.
Pillados más de una vez
El tercer capítulo es el de los hechos delictivos vinculados al tráfico. Según Guerrero, hay conductores que acaban en prisión después de, por ejemplo, negarse a pasar la prueba de alcoholemia en un control de la Guardia Civil de Tráfico o las policías locales. Aunque los agentes pueden formular un atestado apoyándose en los síntomas, les acaban leyendo los derechos por desobediencia o por resistencia a la autoridad ante la dificultad de demostrar que circulaban ebrios.
El director del centro penitenciario de Alhaurín de la Torre matiza que estos conductores no han acabado en la cárcel por cometer uno de estos delitos en más de una ocasión. «Detrás de la mayoría de los reclusos que cumplen penas por tráfico suele estar la reincidencia», afirma.
Se trata de conductores -la mayoría, jóvenes- que han sido sorprendidos varias veces sin carné o que ya han sido denunciados en distintas ocasiones por infracciones similares, lo que obliga a los jueces a emplearse con mayor dureza contra ellos. De hecho, la Fiscalía de Seguridad Vial mantiene como criterio general solicitar prisión para los conductores sin carné y reincidentes a partir de la segunda sentencia firme.
La reforma del Código no ha hecho más que poner sobre la mesa la realidad de las carreteras. Las cifras no mienten. Sólo en la capital, la Policía Local de Málaga ya superó en diciembre el millar de conductores detenidos por carecer del carné de conducir. Cada semana, de media, los agentes municipales arrestan en la ciudad entre diez y quince personas por circular con una tasa de alcohol o de velocidad considerada delictiva.
Alcoholemias
En la Guardia Civil de Tráfico ocurre más de lo mismo. Desde la reforma penal que endurece las penas por alcoholemia, los agentes de la Benemérita han detenido o imputado en Málaga a 793 conductores que superaron la tasa de 0,60 miligramos de alcohol por litro de aire espirado o que evidenciaban claros síntomas de conducir ebrios.
Además, los guardias civiles de la provincia han arrestado a otras 434 personas por carecer del permiso de conducir, y a ocho más por circular a velocidades excesivas, como ir a más de 200 kilómetros por hora en la autovía o a 180 km/h en carreteras secundarias limitadas a 100.
Con estos ingredientes, las reformas del Código Penal amenazan con agravar la situación de la ya saturada prisión de Alhaurín de la Torre, como ya ha ocurrido con los tribunales. El propio Juzgado Decano de Málaga criticó el año pasado que la modificación de la ley ha supuesto una sobrecarga de trabajo en las salas -ven una media de seis detenidos diarios- que no ha ido aparejada de más medios humanos y materiales