Posteado Mar 11 Mar 2014 - 11:02
PEDRO LUIS GÓMEZ | .-
Cuando Fernando Teixeira (el menos malo de la saga arbitral santanderina) señaló la expulsión de Jesús Gámez en el minuto 52, estoy seguro de que ni el más optimista de los seguidores malaguistas daba un euro por la victoria. Y es que era para 'pisarse el callo': con lo difícil que había sido aguantar en el primer tiempo y mantener la ventaja del maravilloso gol de Samu (no olvidemos que un gol del Málaga en esta temporada es caviar o langosta, utilizando la metáfora que deseen), pensar en una segunda parte en inferioridad, con el brioso y marrullero Osasuna apretando, era mucha tela. Pero el fútbol es así. Tanto que ni Schuster lo entiende. Pero en vez de irnos al infierno por la absurda jugada (Gámez se ganó la primera tarjeta amarilla por una verdadera tontería), nos fuimos a la gloria cuando una combinación Santa Cruz-Amrabat acabó con el 0-2 en el marcador. Nadie lo esperaba, pero mucho menos los locales (todos, jugadores y afición), y Osasuna se vino abajo por completo. Con uno menos, pero todo controlado, y si algo quedaba en el aire, por allí aparecía Caballero, que es el dios protector del Málaga hoy por hoy.
El Málaga ganó en el terreno más complicado, en el momento más angustioso, y con todo en contra. Incluidas las increíbles declaraciones de su entrenador, que desde luego no le ha hecho un favor ni a su equipo ni a su club, que es el que le paga. No tiene motivos para estar molesto con nadie en Málaga, más bien al contrario. Lo que sí tiene motivos, es, al menos, para estarse calladito...
Pero dejemos a Schuster. El Málaga superó todas las adversidades y ante Osasuna hizo uno de los mejores partidos fuera de casa en lo que va de temporada. Es verdad que los pamplonicas achucharon y gozaron de claras ocasiones, que incluso tuvieron mala suerte, pero en el fútbol la fortuna te favorece unos partidos y otros te da la espalda, porque es un juego, hay mucho de azar, que ya saben todos ustedes es un ser maniático y errático, que nunca aplica la lógica a sus decisiones.
El Málaga, 'ayudado' por Schuster, llegó muy tocado a El Sadar, pero la casta pelotera salió a relucir en el momento que más falta le hacía al enfermo, muy grave, y los tres puntos han sido como un chute de 'oxígeno de oro', porque anoche ya no cabía otra cosa que ganar, porque el Barcelona aprovechó el peor momento para darse el 'batacazo', en Valladolid, y porque el sábado que viene el rival, Real Madrid, no es para pensar en grandes logros... Así, con el Betis envalentonado, el Valladolid rezándole a todos los santos, y el Málaga anclado en una racha desesperante, la cosa pintaba mal, muy mal. Por eso en Pamplona estaba, además de San Fermín, la clave.
Hasta allí llegó el Málaga conjurado y enrarecido, con una semana para olvidar, pero con una serie de jugadores que se habían propuesto sacar la nave a flote. La conjura surtió el efecto más deseado: se ganó, y bien. Porque el Málaga comenzó con fuerza y achuchando, e incluso tuvo arrestos para mantener el tipo en los momentos de crisis, en los que, eso es verdad, siempre aparecía Caballero. Excelente defensa, buen centro del campo con Darder y Camacho, y mucha clase y mucha experiencia en Santa Cruz y Amrabat. Todo estuvo bien, y las constelaciones también se alinearon todas de nuestra parte, pero eso es el fútbol, donde la suerte, ya lo hemos dicho antes, unas veces te da la vida y otras te mata.
Ganar en Pamplona ha sido mucho más que una simple victoria. Todos lo sabemos. Menos mal. Porque hay que seguir en Primera...