La de Iturra, el Colocho, es otra historia de jugador semidesconocido al que las musas visitan un día y no le abandonan. Pasó de correr por las calles a silenciar el Camp Nou. Recorrer su mejor año en contraposición a su carrera merece mucho la pena.
-¿Le pilló de sorpresa su fichaje?
-Mucho. Uno siempre tiene el sueño y la aspiración de jugar en un equipo importante, pero nunca se me pasó por la cabeza jugar en un equipo que disputara la Champions. La noticia me dio una alegría enorme, no lo creía.
-¿Cómo recuerda esa llamada?
-Estaba en mi casa de Chile, con mi señora, preparándome para ir a hacer un poco de ejercicio. Recibí la llamada en casa, se lo conté a ella y nos pusimos felices. Ese mismo día salí a entrenar con otra disposición y soñando. Imagínate, que te den esa noticia a punto de cerrarse el periodo de fichajes...
-¿Se iba a quedar sin equipo?
-No, había otras opciones. Mi empresa de representación me dijo que podíamos fichar por alguna de las dos opciones que había o esperar algo mejor al filo de la navaja. ¿Quieres tomar ese riesgo?, me dijeron. Y lo hicimos. Ahora podemos decir que la jugada salió muy bien. Se conjugaron muchas cosas para que yo llegara hasta aquí.
-¿Cambió su estrella?
-Se puede decir que sí. Hasta el momento ha sido un año soñado. Ni el más optimista pensaría que podría tener un año así. Fichas por el Málaga, debutas en Champions, juegas en la liga más competitiva del mundo... Ni mi señora ni madre hubieran pensado que estaría aquí. En el fútbol hay que tener esa cuota de suerte y, cuando te toca, estar preparado. Yo creo que me he preparado bastante y he estado en el tono de lo que este Málaga es hoy en día.
-¿Cómo trabajaba en solitario?
-Con algunos equipos de Chile y con una persona que me programaba el trabajo. No llegué en el tono físico adecuado porque no es lo mismo trabajar que entrenarte constantemente con balón y tus compañeros. Mi estilo es de mucha intensidad y dinámica, y sé que tengo que estar a tope físicamente para jugar bien. Si bajo un poco la forma, no soy el mismo.
-Dicen que usted podría aguantar partidos de 180 minutos.
-[Risas]. Pues aquí hay jugadores que corren más que yo. Me gusta mucho participar en el juego, a lo mejor eso me lleva a correr más.
-¿Cree que le consideraban técnicamente un jugador menor?
-¿Que a pesar de ser un volante de contención tengo algunas cosillas? [Risas]. La gente no me conocía para nada y viniendo de Segunda a lo mejor esperaban un jugador menos capacitado técnicamente, y a lo mejor el día que me vieron debutar dijeron: 'Mira, no es tan malo'. Me fui soltando a medida que agarré confianza. También es mucho mérito de mis compañeros, del juego de equipo, que te hace mejorar. Soy un agradecido de poder estar con mis compañeros a diario porque cada día que pasa soy mejor futbolista.
-¿Siente que también es tras haber conocido a Pellegrini?
-Obviamente, después de haberle conocido soy mejor por su calidad como entrenador. Todos los días está en la cancha tratando de corregir tus errores. A eso hay que sumarle la calidad de mis compañeros y el rodaje del equipo. Es más fácil incrustarse en un equipo que sabe a lo que juega que otro que no tiene tan claras las ideas. Me siento mejor futbolista.
-Chile, Portugal, España. ¿Por qué tantos tumbos en su carrera?
-Soy irregular. Pero no sólo en mi trayectoria, sino en todos los sentidos. Lo puedes ver reflejado en partidos, a veces unos me salen bien, otros no tanto. Son circunstancias de la vida que te va poniendo en distintos sitios. Pero luego también se encarga de dejarte en el que te corresponde. He cometido errores en mi vida, no lo niego, que me han impedido llegar antes a la élite del fútbol.
-Y ahora que le va tan bien, ¿cómo enfoca esas circunstancias?
-Yo no cambio mi manera de ser ni de pensar. Trato de ser el mismo. Lo único que hago es disfrutar del momento. Me costó tanto poder jugar en la Primera División de España, llegar a la élite del fútbol... Tuvieron que pasar muchos baches para llegar a estas circunstancias y lo estoy disfrutando a muerte. Por eso trato de dar el 150% de mi rendimiento.
-¿El trato en la calle también es distinto?
-Ahora me dicen: ¡eh, pichurra! [risas]. Me hace gracia. Vivo en las afueras y soy hombre de casa, casi siempre estoy encerrado ahí con mi señora. A veces me reconocen, sí, pero creo que por el pelo. Cuando voy con gorra paso desapercibido. Me tratan con mucho cariño desde el primer día a pesar de ser un desconocido.
-¿Le sorprende cómo le aplaude La Rosaleda por su derroche?
-Sí, porque siempre la gente es muy agradecida con el goleador, el jugador distinto. Aquí también se agradece el sacrificio, que lo des todo por el equipo, que esté comprometido con la camiseta. Lo podemos ver reflejado en Jeremy, Camacho, en mí. Nos dan su cariño y eso es una motivación extra para salir a la cancha a darlo todo.
-¿Qué recuerda de su gol en el Camp Nou?
-No piensas que lo vas a fallar. Estaba tan concentrado en robar el balón y la vi tan clara que nunca dudé en definir así. Es difícil describir lo que sientes cuando ves la pelota entrar. Mis compañeros me decían que me iba a poner a llorar. Hay una foto con Diego y Seba y me lo están diciendo. ¡Pero si yo no lloro nunca! No me lo podía creer. A partir de ese momento cogí mucha confianza. Fue algo indescriptible.
-¿Es su partido favorito?
-No sólo por el escenario, es que no estoy acostumbrado a marcar. Mi trabajo es otro dentro de la cancha. Llegar a un mano a mano con el portero para mí es casi imposible. Por eso, por la trascendencia del rival, por el Camp Nou y por todo, es uno de los favoritos.
-¿Se acuerda de su anterior gol?
-Con el Murcia, en Valladolid. Pero, ¡hey!, pude haber marcado contra el Anderlecht, ¿eh? Robé un balón y fallé el mano a mano, y eso que traté de definir igual que en el Camp Nou, pero me salió más centrado. Aquel gol en Valladolid fue una pelota que rechacé en el borde del área. Se la di a un compañero, porque estábamos con uno menos, a él le hicieron falta, los centrales se quedaron parados pensando que iban a cobrar faul y yo la cogí, seguí corriendo y definí a un palo. Corrí de una a otra parte del campo. Lo que más sorprendió a la gente es que había sido en el último minuto. Pero si no tengo fuerza para hacer un gol ahí... ¡Es mi única opción de hacer un gol! Llevo cinco o seis goles a nivel profesional, así que imagínate. Juego por tras el balón y no soy alto para estar incorporar en la estrategia. Me ponen muchas barreras para llegar al gol [risas].
-¿Se sentiría cómodo jugando en posición más avanzada?
-El pase a Joaquín ante el Milan o lo del Camp Nou son eventualidades, cosas que te salen por instinto. Si las piensas, igual ni las haces. No es mi trabajo, tengo claras mis virtudes y defectos. Mis virtudes, que son pocas, trato de llevarlas al máximo provecho. Soy medio centro defensivo y trato de hacer bien mi trabajo para que mis compañeros hagan el otro, el de crear.
-¿Disfruta cortando un balón al mismo nivel que por ejemplo Isco dando un pase de gol?
-¡Claro! Pastelero a tus pasteles. Yo tengo que hacer mi trabajo, quitársela al rival y dársela a uno del mismo color que yo. Con eso ya me siento satisfecho. Sin cometer falta, claro.
-Siendo un jugador tan bravo, no siempre le resulta fácil lo de no hacer faltas.
-Soy muy temperamental e impulsivo. He tratado de corregir eso para no ver tantas amarillas. El míster también me lo corrige mucho.
-¿Cree que la famosa entrada a Guardado le perjudicó mucho?
-Fue el error más grande que he cometido en mi carrera. Mucha gente pensaba que iría al Mundial porque había participado en casi todas las convocatorias con Marcelo Bielsa. Incluso estuve en el último partido en Colombia, cuando logramos la clasificación. Ese era el último encuentro antes de dar la nómina definitiva para ir a Sudáfrica. Cometí el error de entrar muy fuerte al campo. Llevaba un par de minutos en el campo y le di la patada a Guardado. Apenas llegados a Chile Bielsa me llamó a la oficina para decirme que no estaba en la nómina de 23. Ahí empezó mi carrera descendente. En ese momento tenía también una oferta para jugar en México y, claro, siendo Guardado de allí, la chambonada me costó cara. Se cayó el traspaso a México, influyó en Bielsa... Y llegó una fase complicada.
-¿Y qué le rescata?
-¡La llamada del Málaga! En Murcia hice buenos partidos y me fueron a ver personas de otros equipos, pero hicimos una segunda vuelta bastante mala, logramos ganar sólo tres partidos tras una primera vuelta casi de play off. Muchos tenían dudas sobre mí después de esa segunda vuelta. Después pasó lo que pasó, me llamó el Málaga, y cambió mi vida.
-¡Y ahora la afición se tira de los pelos porque Sampaoli le dejó fuera de la lista de Chile!
-Esas son las vueltas del fútbol. Es una decisión técnica de él. Estoy dando lo mejor de mí, en un equipo de mucha vitrina, porque la caja de resonancia del Málaga en todo lo que hace es muy importante, y si no quiere contar conmigo es porque es libre de llamar a los jugadores que estime convenientes. Estaría encantado de que me llamara, pero si no, estoy feliz acá. Aquí siempre estás a la expectativa de estar en las convocatorias, pero ahora mismo hay muy buenos jugadores en la selección, no sólo en mi puesto.