Me gustaría dejar por aquí un par de textos que he publicado recientemente, con el permiso de la moderación, aquí o si se cree oportuno moverlos a otros subforos. La primera es una reflexión muy personal y que soy consciente de que no es para nada el sentir de la afición actualmente, pero sí el mío, y de alguna manera necesitaba compartirla.
http://comunidad.eldesmarque.com/profiles/blogs/mi-malaguismo-est-enfermo
Entendería perfectamente que ElDesmarque no publicase este texto. Porque hablo sobre el Málaga, pero fundamentalmente hablo sobre mí. Siendo el malaguismo algo que pertenece y de lo que hacen gala tantos miles de personas, ponerme aquí a hablar de mí puede ser visto por mucha gente como un gesto egocéntrico. Lo asumo. Pero mi malaguismo, que tras mi familia y amigos es lo más grande e importante que tengo en la vida, está en la UCI, y quiero agotar el recurso de pediros ayuda a los que lo tenéis sano y salvo para intentar ponerlo tratamiento antes de que muera sin más.
Voy a tratar de enumerar y describir los síntomas que de esta enfermedad, que vengo notando desde hace ya un tiempo.
Síntoma 1. Ver los partidos del Málaga fuera de casa ha dejado de ser una preferencia para mí. Televisión de pago no tengo, porque la considero el principal sustento del fútbol moderno, ese de los horarios tan coherentes, y me niego a participar de ese circo. Ir a un bar supone pagar una consumición y contribuir también por ello en cierto modo, así que tampoco. Hasta ahí bien; sin embargo, lo normal tras eso sería buscar un enlace en Internet o acudir a casa de mis padres (invitación permanente), como ha venido ocurriendo habitualmente. Y sin embargo, sin que por más que me autoanalizo haya conseguido descubrir por qué, me da una pereza terrible. Ni la radio pongo. Últimamente cojo un libro y a veces hasta se me olvida que el Málaga está jugando en ese momento.
Síntoma 2. Deseo que Al-Thani abandone inmediatamente el Málaga CF y que lo coja gente que trate con respeto a esta entidad y a las personas que la integran. Me da igual si esa gente es pobre, si necesita vender a toda la plantilla, si juega con once malagueños canteranos, si nunca más hay Liga de Campeones en La Rosaleda, si en vez de pedirme 200 euros por el abono me pide 500... Me da igual absolutamente todo eso si quien lo coge es alguien serio y responsable, y no gasta un euro más de lo que el club puede ingresar.
Síntoma 3. Si los árbitros perjudican con sus decisiones al Málaga, jamás se me pasa por la cabeza la palabra robo. Entiendo que son personas humanas que tienen errores, como los tienen Saviola, Joaquín, Demichelis o Pellegrini, y que dichos errores son únicamente un factor más de los doscientos mil que participan en el juego. No analizo los partidos en función de la labor arbitral ni pongo el foco sobre ello cuando el Málaga pierde para excusar una derrota que llega, además de ese, por otros muchísimos motivos.
Síntoma 4. Sigo sosteniendo que el objetivo de este equipo es llegar a los 45 puntos. No me niego a hablar de otras pretensiones si eso sucede, por ejemplo, en la jornada 29. Pero hablar de otras cosas en agosto o ahora, me parece absurdo.
Síntoma 5. Me parece comprensible que TVE no haya emitido ningún partido del Málaga en la fase de grupos. Entiendo que los dos grandes le dan más audiencia y no veo en ello ningún complot contra el Málaga, ninguna persecución, ninguna mala intención por parte del ente público.
Síntoma 6. La Copa del Rey me parece exactamente igual de importante que la Liga o que la Liga de Campeones. El Cacereño me parece un rival que merece exactamente el mismo respeto que el Barcelona. Valoro igual un desplazamiento a Granada para animar al Málaga que uno a Milán. Si el club me regala dentro del abono de Liga por primera vez (que recuerde) un partido de Copa del Rey, acudo a él con tanta ilusión como si fuera de otra competición y no pondré luego el grito en el cielo cuando esos partidos sean de pago.
Síntoma 7. Quizá el más ilustrativo. El último día que disfruté en La Rosaleda fue el 16 de mayo de 2010: Málaga 1 - Real Madrid 1. Luego de eso (hace ya dos años y medio largos) se han vivido muchas goleadas, se ha logrado la mejor clasificación liguera de la historia del club, se ha ninguneado al Milán... Y yo estaba allí todas esas veces, pero no he disfrutado. Es más, he sufrido, y sufro constantemente. Lo paso mal, y me sienta mal, cuando el sector más bullicioso de la afición a la que se supone que pertenezco se pasa gran parte de los 90 minutos (y desde antes de ellos) cantando "Puta Anderlecht"; cuando el sector más bullicioso de la afición a la que se supone que pertenezco se burla del Granada CF y de sus seguidores diciendo "uy, uy" cuando su equipo tiene una ocasión de gol y el Málaga le va ganando; cuando mocosos de no más de ocho o nueve años insultan al árbitro o a un jugador rival y el padre que está a su lado le ríe la gracia; cuando alguien creyendo actuar en nombre de la afición a la que se supone que pertenezco intenta justificar que a un jugador del Cacereño (o que a Juan Ramón Muñiz en su día) le quieran agredir por la calle al salir del estadio... Pongo un ejemplo concreto. Llevo 17 años ininterrumpidos de abonado, siempre en Gol Bajo. Empecé en la piedra y cuando pusieron los asientos escogí uno de Fila 5, centradito, del que jamás me he movido y donde siempre he visto el fútbol muy a gusto, llegando incluso a convencer (no sin esfuerzo y gracias a que de manera unánime todo el público de ese sector piensa como yo) a toda una Peña Málaga CF de que ahí había que verlo así, sentado, porque para eso pusieron los asientos. Pues bien, este año, exclusivamente para los partidos de Liga de Campeones, tiene su localidad justo delante de mí (Fila 4) un señor que sistemáticamente se levanta como un resorte cada vez que hay una ocasión de gol o que cree que debe protestarse una decisión arbitral (que es casi como decir cada vez que el árbitro toca el silbato). El primer partido lo dejo estar; al segundo partido, a la vez número catorce o quince que lo hace, le digo que si actúa de esa forma, yo no puedo ver el partido, y me suelta por toda respuesta: "Es que tienes que comprender que estamos en la Champions, que esto es un partido de Champions", en un tono de ofuscación patente, como si él, que quizá el año que viene ya no vuelva a aparecer más por La Rosaleda, tuviera más derecho a ver el partido como le venga en gana que yo. Y el caso es que cinco minutos después vuelve a haber una ocasión de gol, vuelve a levantarse, yo ya no le digo nada y por dentro de mí pienso que quizás es cierto, que este hombre tiene razón y que soy yo el que no lo comprende, que mientras el malaguismo, el suyo y el de todos los que lo profesan, está en la Champions, mi malaguismo y yo, sin que consiga comprender por qué, seguimos anclados en Segunda División B luchando por marcarle un gol más al Tarrasa, y por eso mi malaguismo es el que agoniza.
Hay más síntomas, pero creo que es suficiente con enumerar estos. Creedme si os digo que nunca he necesitado tanto como en este momento recibir vuestros comentarios, vuestros diagnósticos, sean los que sean. Si son de apoyo, por tener algún tipo de esperanza que permita que mi malaguismo se recupere y pueda volverse a integrar dentro de mi persona, cosa que necesito realmente que sea así, salvarlo y reconciliarlo conmigo, porque ninguna otra afición o cosa que busque podrá llenarme tanto ni darme lo que me ha dado esta. Pero si son de reproche, también, para saber que debo dejarlo morir dignamente y que se agote mañana mismo, antes de seguir padeciendo y traspasando su infección a otros valores de mi vida.
http://comunidad.eldesmarque.com/profiles/blogs/mi-malaguismo-est-enfermo
Entendería perfectamente que ElDesmarque no publicase este texto. Porque hablo sobre el Málaga, pero fundamentalmente hablo sobre mí. Siendo el malaguismo algo que pertenece y de lo que hacen gala tantos miles de personas, ponerme aquí a hablar de mí puede ser visto por mucha gente como un gesto egocéntrico. Lo asumo. Pero mi malaguismo, que tras mi familia y amigos es lo más grande e importante que tengo en la vida, está en la UCI, y quiero agotar el recurso de pediros ayuda a los que lo tenéis sano y salvo para intentar ponerlo tratamiento antes de que muera sin más.
Voy a tratar de enumerar y describir los síntomas que de esta enfermedad, que vengo notando desde hace ya un tiempo.
Síntoma 1. Ver los partidos del Málaga fuera de casa ha dejado de ser una preferencia para mí. Televisión de pago no tengo, porque la considero el principal sustento del fútbol moderno, ese de los horarios tan coherentes, y me niego a participar de ese circo. Ir a un bar supone pagar una consumición y contribuir también por ello en cierto modo, así que tampoco. Hasta ahí bien; sin embargo, lo normal tras eso sería buscar un enlace en Internet o acudir a casa de mis padres (invitación permanente), como ha venido ocurriendo habitualmente. Y sin embargo, sin que por más que me autoanalizo haya conseguido descubrir por qué, me da una pereza terrible. Ni la radio pongo. Últimamente cojo un libro y a veces hasta se me olvida que el Málaga está jugando en ese momento.
Síntoma 2. Deseo que Al-Thani abandone inmediatamente el Málaga CF y que lo coja gente que trate con respeto a esta entidad y a las personas que la integran. Me da igual si esa gente es pobre, si necesita vender a toda la plantilla, si juega con once malagueños canteranos, si nunca más hay Liga de Campeones en La Rosaleda, si en vez de pedirme 200 euros por el abono me pide 500... Me da igual absolutamente todo eso si quien lo coge es alguien serio y responsable, y no gasta un euro más de lo que el club puede ingresar.
Síntoma 3. Si los árbitros perjudican con sus decisiones al Málaga, jamás se me pasa por la cabeza la palabra robo. Entiendo que son personas humanas que tienen errores, como los tienen Saviola, Joaquín, Demichelis o Pellegrini, y que dichos errores son únicamente un factor más de los doscientos mil que participan en el juego. No analizo los partidos en función de la labor arbitral ni pongo el foco sobre ello cuando el Málaga pierde para excusar una derrota que llega, además de ese, por otros muchísimos motivos.
Síntoma 4. Sigo sosteniendo que el objetivo de este equipo es llegar a los 45 puntos. No me niego a hablar de otras pretensiones si eso sucede, por ejemplo, en la jornada 29. Pero hablar de otras cosas en agosto o ahora, me parece absurdo.
Síntoma 5. Me parece comprensible que TVE no haya emitido ningún partido del Málaga en la fase de grupos. Entiendo que los dos grandes le dan más audiencia y no veo en ello ningún complot contra el Málaga, ninguna persecución, ninguna mala intención por parte del ente público.
Síntoma 6. La Copa del Rey me parece exactamente igual de importante que la Liga o que la Liga de Campeones. El Cacereño me parece un rival que merece exactamente el mismo respeto que el Barcelona. Valoro igual un desplazamiento a Granada para animar al Málaga que uno a Milán. Si el club me regala dentro del abono de Liga por primera vez (que recuerde) un partido de Copa del Rey, acudo a él con tanta ilusión como si fuera de otra competición y no pondré luego el grito en el cielo cuando esos partidos sean de pago.
Síntoma 7. Quizá el más ilustrativo. El último día que disfruté en La Rosaleda fue el 16 de mayo de 2010: Málaga 1 - Real Madrid 1. Luego de eso (hace ya dos años y medio largos) se han vivido muchas goleadas, se ha logrado la mejor clasificación liguera de la historia del club, se ha ninguneado al Milán... Y yo estaba allí todas esas veces, pero no he disfrutado. Es más, he sufrido, y sufro constantemente. Lo paso mal, y me sienta mal, cuando el sector más bullicioso de la afición a la que se supone que pertenezco se pasa gran parte de los 90 minutos (y desde antes de ellos) cantando "Puta Anderlecht"; cuando el sector más bullicioso de la afición a la que se supone que pertenezco se burla del Granada CF y de sus seguidores diciendo "uy, uy" cuando su equipo tiene una ocasión de gol y el Málaga le va ganando; cuando mocosos de no más de ocho o nueve años insultan al árbitro o a un jugador rival y el padre que está a su lado le ríe la gracia; cuando alguien creyendo actuar en nombre de la afición a la que se supone que pertenezco intenta justificar que a un jugador del Cacereño (o que a Juan Ramón Muñiz en su día) le quieran agredir por la calle al salir del estadio... Pongo un ejemplo concreto. Llevo 17 años ininterrumpidos de abonado, siempre en Gol Bajo. Empecé en la piedra y cuando pusieron los asientos escogí uno de Fila 5, centradito, del que jamás me he movido y donde siempre he visto el fútbol muy a gusto, llegando incluso a convencer (no sin esfuerzo y gracias a que de manera unánime todo el público de ese sector piensa como yo) a toda una Peña Málaga CF de que ahí había que verlo así, sentado, porque para eso pusieron los asientos. Pues bien, este año, exclusivamente para los partidos de Liga de Campeones, tiene su localidad justo delante de mí (Fila 4) un señor que sistemáticamente se levanta como un resorte cada vez que hay una ocasión de gol o que cree que debe protestarse una decisión arbitral (que es casi como decir cada vez que el árbitro toca el silbato). El primer partido lo dejo estar; al segundo partido, a la vez número catorce o quince que lo hace, le digo que si actúa de esa forma, yo no puedo ver el partido, y me suelta por toda respuesta: "Es que tienes que comprender que estamos en la Champions, que esto es un partido de Champions", en un tono de ofuscación patente, como si él, que quizá el año que viene ya no vuelva a aparecer más por La Rosaleda, tuviera más derecho a ver el partido como le venga en gana que yo. Y el caso es que cinco minutos después vuelve a haber una ocasión de gol, vuelve a levantarse, yo ya no le digo nada y por dentro de mí pienso que quizás es cierto, que este hombre tiene razón y que soy yo el que no lo comprende, que mientras el malaguismo, el suyo y el de todos los que lo profesan, está en la Champions, mi malaguismo y yo, sin que consiga comprender por qué, seguimos anclados en Segunda División B luchando por marcarle un gol más al Tarrasa, y por eso mi malaguismo es el que agoniza.
Hay más síntomas, pero creo que es suficiente con enumerar estos. Creedme si os digo que nunca he necesitado tanto como en este momento recibir vuestros comentarios, vuestros diagnósticos, sean los que sean. Si son de apoyo, por tener algún tipo de esperanza que permita que mi malaguismo se recupere y pueda volverse a integrar dentro de mi persona, cosa que necesito realmente que sea así, salvarlo y reconciliarlo conmigo, porque ninguna otra afición o cosa que busque podrá llenarme tanto ni darme lo que me ha dado esta. Pero si son de reproche, también, para saber que debo dejarlo morir dignamente y que se agote mañana mismo, antes de seguir padeciendo y traspasando su infección a otros valores de mi vida.