El cielo es azul y blanco7.000 'guiris' fliparon viendo a miles de personas vestidas con los colores del Málaga por el centro.-Dónde y cómo verán el partido famosos malaguistas como Antonio Banderas, Julio Iglesias, Luz Casal o el doctor Pascual.-Quieren que Al Thani y Ghubn sean nombrados 'hijos adoptivos' de Málaga.- El reconocimiento para quienes fundaron este Málaga CF: Federico Beltrán, Eduardo Padilla y Fernando Puche Unos 7.000 turistas desembarcaron en Málaga ayer, un sábado que no fue como otro cualquiera, y lógicamente alucinaron. «¿Pero qué pasa aquí...?». Imaginen las caras que se les quedaron cuando sobre la una de la tarde una verdadera riada humana vestida con camisetas blanquiazules desembocaban en calle Larios para hacerse una foto en una iniciativa de SUR (pocos pueden alardear de 75 años de historia malaguista con sus gozos y tristezas, como esta casa) que fue todo un acontecimiento ciudadano. Gente conocida y anónima; propios y extraños, hombres y mujeres, mayores y niños. todos con la camiseta del Málaga CF, pasión por una ciudad, por una provincia, por unos colores, ilusión por algo ni siquiera soñado hace apenas unos meses. Curioso que haya tenido que ser gente de fuera (con muchos 'posibles', claro), los que hayan propiciado este sentimiento malaguista, de amor y sentimiento por un equipo de fútbol, pero la vida es así. Camino de calle Larios había que recordar a aquel grupo de malagueños que se reunieron en una casa de Pedregalejo allá por 1994 para refundar el Málaga CF tras la triste desaparición del CD Málaga. Sí, porque este Málaga que hoy puede entrar en la gloria de Europa, hace menos de 20 años comenzaba su peregrinar por lugares (también europeos, ojo, pero ya saben a lo que refiero, con todo mi cariño hacia el pueblo almeriense, pero aún recuerdo aquel partido, vivido en directo, por cierto) como Garrucha en la Tercera División de la pelota patria. Pues eso, que el Málaga de Abdullah Al Thani y Abdullah Ghubn (por cierto, un grupo de seguidores promueve la causa de que sean nombrados 'hijos adoptivos' de Málaga) lo es gracias a los tres malagueños y malaguistas a los que después se unirían más, pero que tienen el gran honor de ser los promotores del club que hoy puede llegar a la Champions: Federico Beltrán, Eduardo Padilla y Fernando Puche. Ellos hicieron (y pusieron) lo posible para que Málaga tuviera de nuevo un equipo de fútbol, y hoy disfrutarán como posesos desde sus asientos (que los pagan, ojo) en La Rosaleda. Lo mismo que otros grandes aficionados malaguistas seguirán las peripecias de su club dispersados por medio mundo. Por ejemplo (la lista podría ser mucho más larga, pero estos nombres son más que representativos), Antonio Banderas, verdadero forofo, lo verá por televisión desde Los Ángeles aunque conectado en directo a través del móvil con su hermano Javier, que estará en Martiricos. Ya ha colocado su bandera con los colores blanquiazules en el corazón de la mítica ciudad estadounidense y está de los nervios pendiente del encuentro: «No podemos fallar, es un día para la gloria y la felicidad y nada lo puede estropear. ¡Qué felicidad!». En Miami, Julio Iglesias, furibundo aficionado, ya ha anunciado que se pondrá la camiseta blanquiazul con su nombre impreso en la misma que recibiera en La Rosaleda hace unos cuantos años con motivo del debú del Málaga en el partido de la UEFA que disputó ante el Sarajevo, y estará vía televisión también pendiente de lo que pase. En Shangai, ni más ni menos, seguirán el encuentro otros dos malaguistas confesos y contundentes, como son Paco Pérez Bryan y Luz Casal, mientras que el famoso médico malagueño Juan Manuel Pascual (al que alguien bautizó acertadamente como 'el doctor House malagueño'), director del Departamento de Neurología, Pediatría y Fisiología del Southwestern Medical Center, lo hará desde su casa de Texas.
Pues eso, imaginen a los miles de turistas cómo fliparon entre tanta camiseta azul y blanca y admiraron una ciudad llena de banderas y adornos malaguistas. Una gozada, algo jamás vivido antes por Málaga ni por los malagueños, acostumbrados hasta ahora a la celebración de 'triunfos para la supervivencia', y no al que acariciamos hoy: no es lo mismo ganar un partido para no descender o para ascender que para entrar en la máxima competición europea, esa que veíamos en la tele como algo imposible de saborear y que nunca ni siquiera soñamos disputar.
Pero no acaba la cosa ahí. Esos mismos turistas vieron que tras la fiesta blanquiazul se celebró una manifestación (15-M), y por la noche, los que estaban aún en estos lares, fliparon con la Noche en Blanco que llenó las calles de Málaga por todas las esquinas con una sonrisa frente a la crisis. Y volvieron a preguntarse, seguro, eso de «¡qué pasa aquí en esta tierra...!». Desde luego, si yo fuera uno de los turistas extranjeros que pulularon entre hoy y mañana por esta Ciudad del Paraíso que bautizara Aleixandre, me quedaría prendada de ella hasta los tuétanos, como poco.
Hoy, camino de Martiricos para la vieja/nueva Rosaleda, no pocos se olvidarán de los problemas. Que los tenemos y muchos, demasiados. Es el 'milagro' de la pelota: no solo nos evade de los problemas durante al menos unos horas, sino que además nos invita a la comunión social (ahora que estamos en el mes de mayo, pues miren.), al orgullo colectivo para con la ciudad y la provincia de uno, bien por nacimiento o por elección, del sentimiento por unos colores, por un símbolo, por un escudo, por el Málaga blanco y azul en tres palabras. Aquí no hay condicionamientos sociales, laborales, ideológicos o religiosos, que el gol será para todos igual. Es la grandeza de un deporte que consiguió que banderas españolas lucieran en no pocos balcones de Euskadi y de Catalunya en la Eurocopa y el Mundial, lo que no deja de ser casi un milagro solo al alcance de algo tan poco importante (sic) como el fútbol.
Vimos a los guiris felices, en plena fiesta, negociando con los coches de caballos una vuelta, andando despistados, y haciendo fotos por cada rincón donde el azul y el blanco eran los colores que llenaban el espacio escénico en el que se ha convertido una Málaga más malaguista que nunca. Dicen que partidos de grandes expectaciones suelen conllevar grandes decepciones, pero eso corresponde a otra época, diferente a la de hoy. El mismo Málaga, pero distinto. No puede haber otro final que la fiesta que se va a vivir en torno a la Fuente de las Tres Gracias, la misma que hasta ahora solo ha vivido el bullicio de los ascensos a Primera, porque la de la Plaza de la Constitución ya no es lo que fue... Vamos, que también nosotros tenemos nuestra Cibeles o nuestro Neptuno y ahora tenemos que reivindicarlo y ponerlo en valor, pese a la maldita indiferencia e incluso animadversión de una prensa deportiva nacional que nunca nos tuvo en cuenta, pero que ahora tampoco quiere hacerlo. Muy molesto por los comentarios de tertulias y reportajes de televisiones y radios nacionales sobre la jornada y este Málaga-Sporting estaba, como tantos otros malagueños y malaguistas, Juan Campos, quien fuera presidente de los economistas andaluces, quien hablaba del tema con los hermanos Mariano y Gonzalo Vergara y el deán de la Catedral, Alfonso Fernández-Casamayor. Porque también nosotros tenemos curas malaguistas para conjurar las peticiones celestiales que hizo en la Cuatro un sacerdote hincha furibundo del Sporting de Gijón, se vayan a creer, que Dios, que uno sepa, no tiene colores, aunque el cielo suele ser azul y blanco..., allá donde ya está el bueno de Carlos Gil.
http://www.diariosur.es/v/20120513/malaga/cielo-azul-blanco-20120513.html