Diversos sectores de La Rosaleda mostraron su malestar con la situación que atraviesa el equipo. Y los pitos, en algunas fases puntuales del partido, tuvieron oídos dirigidos, los de los jugadores. Hubo murmullos para casi todos, pero especialmente significativos fueron los casos de Gámez y Cazorla. El fuengiroleño escuchó las reprimendas de la grada en forma de silbidos desde su primer fallo en la primera parte. A partir de ahí, el lateral se desquició y no dio una a derechas. Tuvo un partido discreto y cada vez que intervino la grada se lo recordó.
Más aislado fue el caso de Cazorla, que se fue sustituido por Recio entre división de opiniones, pero con un malestar notorio de la grada. El contraste de sus silbidos con los aplausos recibidos por el malagueño a su entrada fue palpable. Sigue sin encontrar su sitio el asturiano que, tras hacerlo mal en el mediocentro, hoy ha vuelto a cuajar otra desafortunada actuación en su posición natural. Van Nistelrooy, Maresca e incluso Demichelis también fueron silbados, aunque en menor medida.
Las ovaciones de la tarde se la llevaron el propio Recio. “Recio, Recio”, cantó Martiricos y, sobre todo, Andrés Iniesta cuando fue cambiado. De una forma inesperada, todo el estadio se levantó para vitorear al héroe del Mundial de Sudáfrica. Él correspondió con aplausos. El 29 de febrero jugará aquí de local con España. También hubo aplausos, más tímidos, con el tercer gol de Messi, el que cerró la cuenta del Barcelona.
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