REPORTAJE: verano PLAYA DE LA MISERICORDIA, EN MÁLAGA
Las olas que genera el 'ferry' desatan la locura entre los bañistas
Miguelito, gafas de buceo en la frente, se pasea nervioso por la orilla avisando a la gente: "Rápido, recojan sus cosas. Ya viene el Melillero". A algunos, como a un inglés que a estas horas de la tarde ya se le nota el sol en la piel, les suena a chino la advertencia y miran extrañados al niño de 11 años, que espera impaciente en la arena. Un amigo suyo, con la merienda a medio terminar, ha bajado corriendo desde su apartamento de primera línea de playa para no perderse el acontecimiento. De un lado y otro del arenal se ve cómo cientos de personas retiran sus toallas de la orilla. Ha llegado el momento, son las siete y media de la tarde y la marea está a punto de subir. Es la hora del Melillero.
En el horizonte, de repente, aparece el barco, con su enorme letrero de Acciona en el lomo. La muchedumbre se divide, los niños y los más aventureros se lanzan al agua mientras los demás recogen sus enseres con prisa y se alejan de la orilla. En apenas tres minutos, como por arte de magia, surgen en el mar olas enormes. Así a ojo, en una encuesta informal entre los presentes, se calcula que miden entre dos y tres metros. La gente se lo pasa en grande cogiendo las olas y a Miguelito, un experto en el asunto, apenas se le ven las gafas en la cabeza cada vez que un golpe de mar lo revuelca contra la orilla.
"Es el mejor momento del día. Me paso la tarde pendiente del reloj y cuando veo que está a punto de pasar aviso a la gente, aunque siempre hay algún despistado que no hace caso", cuenta Miguelito, una vez que ha salido del agua mientras mira divertido al inglés, que enrolla su toalla empapada y parece no explicarse qué ha pasado.
En la playa de la Misericordia, la llegada del ferry que va de Málaga a Melilla es todo un acontecimiento. Cada día, a la misma hora, las olas que provoca a su paso poco antes de entrar en el puerto de la ciudad hacen las delicias de los bañistas. "A veces se retrasa unos minutos, pero antes de las ocho siempre pasa lo mismo", explica Charo Ruiz, una asidua a la familia Lorente, de Antequera, primeriza en el arenal y que, a pesar de las alertas de sus vecinos de toalla, no ha tenido tiempo de poner a salvo todas sus cosas.
Pasados unos minutos todo parece volver a la normalidad. El Melillero atraca en el puerto y la gente empieza a recoger. Es hora de irse a casa. El sol ya ha empezado a esconderse y para muchos, el barco, es la campanada que anuncia el final del día de playa.
El ferry que une Málaga con Melilla, a su paso por la playa de la Misericordia
Para novatos.
http://www.elpais.com/articulo/andalucia/hora/Melillero/elpepiespand/20100827elpand_16/Tes
Las olas que genera el 'ferry' desatan la locura entre los bañistas
Miguelito, gafas de buceo en la frente, se pasea nervioso por la orilla avisando a la gente: "Rápido, recojan sus cosas. Ya viene el Melillero". A algunos, como a un inglés que a estas horas de la tarde ya se le nota el sol en la piel, les suena a chino la advertencia y miran extrañados al niño de 11 años, que espera impaciente en la arena. Un amigo suyo, con la merienda a medio terminar, ha bajado corriendo desde su apartamento de primera línea de playa para no perderse el acontecimiento. De un lado y otro del arenal se ve cómo cientos de personas retiran sus toallas de la orilla. Ha llegado el momento, son las siete y media de la tarde y la marea está a punto de subir. Es la hora del Melillero.
En el horizonte, de repente, aparece el barco, con su enorme letrero de Acciona en el lomo. La muchedumbre se divide, los niños y los más aventureros se lanzan al agua mientras los demás recogen sus enseres con prisa y se alejan de la orilla. En apenas tres minutos, como por arte de magia, surgen en el mar olas enormes. Así a ojo, en una encuesta informal entre los presentes, se calcula que miden entre dos y tres metros. La gente se lo pasa en grande cogiendo las olas y a Miguelito, un experto en el asunto, apenas se le ven las gafas en la cabeza cada vez que un golpe de mar lo revuelca contra la orilla.
"Es el mejor momento del día. Me paso la tarde pendiente del reloj y cuando veo que está a punto de pasar aviso a la gente, aunque siempre hay algún despistado que no hace caso", cuenta Miguelito, una vez que ha salido del agua mientras mira divertido al inglés, que enrolla su toalla empapada y parece no explicarse qué ha pasado.
En la playa de la Misericordia, la llegada del ferry que va de Málaga a Melilla es todo un acontecimiento. Cada día, a la misma hora, las olas que provoca a su paso poco antes de entrar en el puerto de la ciudad hacen las delicias de los bañistas. "A veces se retrasa unos minutos, pero antes de las ocho siempre pasa lo mismo", explica Charo Ruiz, una asidua a la familia Lorente, de Antequera, primeriza en el arenal y que, a pesar de las alertas de sus vecinos de toalla, no ha tenido tiempo de poner a salvo todas sus cosas.
Pasados unos minutos todo parece volver a la normalidad. El Melillero atraca en el puerto y la gente empieza a recoger. Es hora de irse a casa. El sol ya ha empezado a esconderse y para muchos, el barco, es la campanada que anuncia el final del día de playa.
El ferry que une Málaga con Melilla, a su paso por la playa de la Misericordia
Para novatos.
http://www.elpais.com/articulo/andalucia/hora/Melillero/elpepiespand/20100827elpand_16/Tes