La cuadratura del círculo. Poco menos que esa es la empresa que acometen en estos días el director deportivo del Málaga, Ricardo Rodríguez, y el entrenador, Antonio Tapia, ayudados por los otros componentes del cuerpo técnico. Como no se cansa de repetir cada vez que sale a la palestra el preparador de Baena, el club de La Rosaleda compite en inferioridad de condiciones con casi todos los equipos de la máxima categoría. Apenas otros cuatro -los también recién ascendidos Sporting y Numancia, el Racing y el Recreativo- no tienen de momento previsión de pagar futuros traspasos, y las dificultades para negociar con los representantes y con las entidades son notoria.
Tapia da casi por imposible que el delantero de referencia pueda llegar en los próximos días. Salvo que un 'mirlo blanco' se pose en el tejado de la Liga, habrá que esperar a la última semana del mercado, cuando se puedan producir descartes en otras plantillas por exceso de atacantes.
El Málaga, que prevé un gasto de trece millones en la próxima plantilla -partida que incluye el coste del cuerpo técnico-, no prevé montante alguno para hipotéticos traspasos, salvo alguna operación en la que el criterio de la parcela técnica persuada de lo contrario a la directiva y a los administradores de la entidad. Y en ningún caso la cantidad sería elevada, probablemente no superior a los 600.000 euros.
Ante estas dificultades, Tapia y Rodríguez no han dudado en recuperar a ex jugadores del Málaga que no son lo suficientemente felices en sus actuales equipos, como Manolo (Levante), Miguel Ángel y Fernando (Betis), Nacho (Getafe) o Luque (Granada 74). En todos los casos se sigue la máxima de no incurrir en el riesgo de contratar jugadores cuyo rendimiento pueda ser una incógnita. Esta es otra de las razones por las que, Tapia especialmente, no se acogen con agrado las propuestas de futbolistas de otras ligas.
Mercado raquítico
Pero el mercado nacional se queda raquítico en los puestos de ataque. Los jugadores de banda o delanteros con cierto nivel tienen precios prohibitivos. Valga un ejemplo: un 'nueve' como el motrileño José Callejón, del Castilla, máximo realizador en toda la Segunda B la pasada campaña, inédito en Primera y con unos minutos jugados en Segunda hace dos años, fue adquirido por 1,2 millones por el Espanyol.
Pero hasta clubes modestos de Primera se permiten algún traspaso sonado, a lo que no puede recurrir el Málaga. La razón es clara: no hizo ventas importantes, y el único jugador con cierto caché en el vestuario es Jesús Gámez, por el que el club podría obtener unos dos millones. Lejos de los cinco que se llevó el Valladolid por Llorente -espera doblar la cifra si se desprende del meta Sergio Asenjo-, los trece que pagó el Fiorentina al Almería por Felipe Melo, los cerca de veinticinco que puede obtener el Mallorca o los 46 que le ofreció el Barcelona al Sevilla por Alves y Keita.
El Málaga sólo se ha permitido una operación de futuro. Asegurarse por algo más de dos millones a Weligton hasta 2012. Lo hizo nada más lograr el ascenso. Más allá de eso sigue suspirando por las cesiones, los 'mirlos blancos' y los descartes de la última semana. Prima la austeridad.
Tapia da casi por imposible que el delantero de referencia pueda llegar en los próximos días. Salvo que un 'mirlo blanco' se pose en el tejado de la Liga, habrá que esperar a la última semana del mercado, cuando se puedan producir descartes en otras plantillas por exceso de atacantes.
El Málaga, que prevé un gasto de trece millones en la próxima plantilla -partida que incluye el coste del cuerpo técnico-, no prevé montante alguno para hipotéticos traspasos, salvo alguna operación en la que el criterio de la parcela técnica persuada de lo contrario a la directiva y a los administradores de la entidad. Y en ningún caso la cantidad sería elevada, probablemente no superior a los 600.000 euros.
Ante estas dificultades, Tapia y Rodríguez no han dudado en recuperar a ex jugadores del Málaga que no son lo suficientemente felices en sus actuales equipos, como Manolo (Levante), Miguel Ángel y Fernando (Betis), Nacho (Getafe) o Luque (Granada 74). En todos los casos se sigue la máxima de no incurrir en el riesgo de contratar jugadores cuyo rendimiento pueda ser una incógnita. Esta es otra de las razones por las que, Tapia especialmente, no se acogen con agrado las propuestas de futbolistas de otras ligas.
Mercado raquítico
Pero el mercado nacional se queda raquítico en los puestos de ataque. Los jugadores de banda o delanteros con cierto nivel tienen precios prohibitivos. Valga un ejemplo: un 'nueve' como el motrileño José Callejón, del Castilla, máximo realizador en toda la Segunda B la pasada campaña, inédito en Primera y con unos minutos jugados en Segunda hace dos años, fue adquirido por 1,2 millones por el Espanyol.
Pero hasta clubes modestos de Primera se permiten algún traspaso sonado, a lo que no puede recurrir el Málaga. La razón es clara: no hizo ventas importantes, y el único jugador con cierto caché en el vestuario es Jesús Gámez, por el que el club podría obtener unos dos millones. Lejos de los cinco que se llevó el Valladolid por Llorente -espera doblar la cifra si se desprende del meta Sergio Asenjo-, los trece que pagó el Fiorentina al Almería por Felipe Melo, los cerca de veinticinco que puede obtener el Mallorca o los 46 que le ofreció el Barcelona al Sevilla por Alves y Keita.
El Málaga sólo se ha permitido una operación de futuro. Asegurarse por algo más de dos millones a Weligton hasta 2012. Lo hizo nada más lograr el ascenso. Más allá de eso sigue suspirando por las cesiones, los 'mirlos blancos' y los descartes de la última semana. Prima la austeridad.