El consumo de combustibles en la provincia va en picado. No lo dicen los responsables de las estaciones de servicio ni los conductores, sino las estadísticas oficiales de la Corporación de Reservas Estratégicas de Productos Petrolíferos (Cores), un organismo dependiente del Ministerio de Industria, Comercio y Turismo que es el responsable del control de las existencias de hidrocarburos (productos petrolíferos y gas natural) en toda España, y que aporta datos específicos sobre Málaga. Del análisis de los informes anuales se extrae una conclusión clara: el uso de estos productos ha descendido a niveles de principios de la década pasada. Aún hoy no ha tocado suelo y sigue en retroceso.
Si se toma como referencia 2006, cuando se produjo el máximo histórico de gasto de petróleo en la provincia, el descenso en la venta de gasolina ha sido del 17%, mientras que el gasóleo se mostró más estable y ha perdido un 10%. En volúmenes brutos, en estos cinco años se han dejado de consumir casi cien mil toneladas de carburantes, de los que 61.516 corresponden a diésel y 36.757 a la 95.
El descenso interanual ha sido de entre un 2 y un 3% en el periodo estudiado, aunque también es cierto que se ha ralentizado en los últimos meses. Así, entre 2009 y 2010 se dejaron de expender casi 27.000 toneladas de gasóleo A; mientras que entre 2008 y 2009 la bajada fue muy superior, de 36.000 toneladas.
Si se tienen en cuenta las ventas mes a mes la trayectoria sigue siendo negativa. El pasado enero (último dato disponible) fijó un mínimo histórico, por debajo de las 43.000 toneladas de gasóleo consumidas. Solo un mes antes los malagueños emplearon 4.500 toneladas más, por lo que la bajada fue cercana al 10%. La cifra está muy lejos de las 55.760 toneladas que eran necesarias para mantener el empuje económico de la provincia en diciembre de 2006.
A escala andaluza, Málaga se mantiene como la segunda provincia con mayor demanda, por debajo de Sevilla y por encima de Cádiz, que es la tercera. Curiosamente, sería la primera si se tuviera en cuenta solo la gasolina (supone el 20% de toda la que se consume en la Comunidad), lo que parece estar relacionado con el elevado parque móvil de motocicletas. En Andalucía el descenso en el último lustro se cifra en el 6% en el gasóleo y del 18,5% en la 95.
Situación en las gasolineras
De entre todos los gremios, es sin duda el de las gasolineras el más consciente de esta situación. Para Álvaro Fontes, presidente de la Agrupación Andaluza de Vendedores por Menor de Carburantes y Combustibles (Agavecar), patronal de estaciones de servicio, la clave está tanto en la crisis económica general, que provoca una bajada de la actividad y del movimiento de trabajadores, como en el fuerte encarecimiento de los derivados del petróleo. El gasóleo se vendía ayer en la mayoría de estaciones de servicio por encima de 1,30 euros; y la gasolina 95, a 1,37.
En este punto, hace especial hincapié en el hecho de que la subida de los precios perjudica a su sector, al contrario de lo que pudiera parecer. «Perdemos dinero con la subida, porque el cliente sigue repostando veinte euros, pero eso son menos litros y nuestro margen es fijo», afirma. Por ello, asegura que la llave para paliar la carga de los hogares la tiene el Gobierno. «Las medidas de ahorro son demagógicas, porque podrían levantar la carga impositiva al consumidor. En los combustibles el 60% del coste son impuestos».
A su juicio, se han resentido todos los usos del coche particular, tanto laborales y de primera necesidad como lúdicos: «Observamos un movimiento mucho menor de vehículos, sobre todo los últimos días del mes. El tique medio está entre cuatro y cinco euros». A la vez, asegura que se produce una afluencia muy superior de motos pequeñas y que ahora es más normal compartir coche para ir a trabajar, «de hecho, quedan en las gasolineras».
Aunque insiste en la crisis y la subida del precio como claves principales, reconoce que también hay componentes psicológicos (por la guerra en Libia), de ahorro y medioambientales que agudizan la situación. «La crisis cada mes nos sorprende. Marzo ha sido el peor de estos tres últimos años».