Posteado Jue 28 Abr 2011 - 8:05
El Hércules abrió y cerrará el círculo. El cuadro alicantino fue el primer rival que tuvo Manuel Pellegrini en su estreno oficial en el Málaga, y será el próximo escollo. Aquel jueves 11 de noviembre el cuadro de La Rosaleda era en su mayoría ilusión, sin que hubiera dado tiempo alguno a que la idea de juego del técnico chileno pudiera calar en los primeros entrenamientos del equipo. Hoy la plantilla vive con otra pinta el desenlace de la temporada. Los últimos resultados y el ansiado equilibrio entre defensa y ataque han concedido la suficiente seguridad como para encarar este tramo con optimismo.
Un cabezazo en escorzo de Sebastián Fernández salvó al Málaga en aquel estreno y permitió el pase a los octavos de final de la Copa del Rey. Hasta el minuto 89 del partido, con 2-2 en el marcador (0-0 en la ida, en el Rico Pérez), los locales estaban eliminados. Fue un choque desconcertante, marcado por los altibajos. Parte de la explicación había que encontrarla en que ambos conjuntos salieron con un buen número de jugadores poco habituales. Así, el Málaga formó con Arnau; Jesús Gámez, Stadsgaard, Weligton, Mtiliga; Fernando, Sandro Silva, Recio (debutante esa noche), Eliseu; Quincy y Edinho. Apenas cuatro de ellos -Gámez, Weligton, Recio y Eliseu, este en otro puesto- puede que repitan el domingo (17.00 horas, PPV), y quizás solo tres en el rival: Juanra, Abel Aguilar y Tiago Gomes, en una formación que completaron Velthuizen, Sarr, Rodri, Pulhac, Rufete, Thomert, Cristian y Portillo.
El destino ha entrecruzado las trayectorias de ambos equipos, que ahora pelean por la permanencia. Pellegrini, tras seguir en la grada en Cornellá la derrota contra el Espanyol (1-0), tomó a un Málaga colista en la Liga. Aquel Hércules era poco menos que la revelación liguera. La buena respuesta en los partidos de casa, la campanada en el Camp Nou (0-2) y la excelente actuación hasta entonces de sus delanteros estrella (Valdez y Trezeguet) lo tuvieron en una zona cómoda clasificatoria hasta el ecuador. Sin embargo, el equipo se ha hundido en la segunda mitad del campeonato y está ahora a tres puntos de salir del descenso a cinco jornadas para el final.
Larga transición
Muy distinta es la situación del Málaga, en la que Pellegrini, después de muchas decepciones, ha conseguido al fin enderezar el rumbo. Trabajo le ha llevado. Sus primeros meses no detuvieron la sangría de goles en contra. Su empeño en que la plantilla asimilara un juego combinativo, la plaga de bajas (algunas muy importantes) y la falta de confianza que ofrecían los resultados ha mantenido al equipo en zona de descenso hasta el pasado Lunes Santo, cuando el Zaragoza perdió en Villarreal.
Una racha de trece de los últimos dieciocho puntos en disputa y la reaparición de Baptista marcan el resurgir definitivo. 171 días después de que se celebrara aquel Málaga-Hércules de Copa, el choque de la Liga se presenta con otras coordenadas muy diferentes. El cuadro de La Rosaleda, que prevé llegar a la cita con su once de gala, se siente favorito. Un triunfo podría dejarlo a tres puntos de los 42 fijados para la permanencia. Por contra, el Hércules, al que acaba de llegar al banquillo Miroslav Djukic, sigue aferrándose a las cuentas.
La revolución en el equipo alicantino es tal que Valdez ya no es titular; Drenthe ha reincidido en sus faltas graves; el eje de la zaga asiste a otro cambio, con la presencia de Juanra (habitual lateral) como central, en perjuicio de Pamarot, y en la línea medular ha reaparecido como medio centro el veterano Farinós, clave por su ascendencia en el grupo y su garra en el campo, y se consolida en la banda derecha el joven Kiko.