Si hace dos años alguien hubiera pronosticado que Rondón llevaría una decena de goles en Primera División, probablemente se habría pensado con toda la razón que sus conocimientos de fútbol eran mínimos. Pero en este periodo el venezolano ha demostrado con creces que aprende deprisa y que su capacidad de mejora no parece tener límites. El domingo firmó un antológico tanto de cabeza, con un movimiento al primer palo que sorprendió a los centrales y un primoroso giro con el cuello para enviar el balón ajustado a la base del segundo palo. Después del partido frente a la Real Sociedad el delantero, imparable en su progresión, tuvo palabras de agradecimiento para Manuel Pellegrini.
Rondón solo disputó siete encuentros en su primer año en el fútbol español. Marcos Márquez y Pablo Sánchez le cerraron el paso en Las Palmas. Pasó totalmente inadvertido y únicamente disfrutó de la titularidad en cuatro ocasiones, tres de ellas en las últimas jornadas. En la capital grancanaria, donde proliferan las emisoras de radio y los medios informativos, no tardaron en cuestionar su fichaje.
La llegada de Sergio Kresic reactivó a Rondón. El venezolano se ganó su confianza desde el principio. «Hacía entrenamientos muy buenos», justifica el técnico hispanocroata afincado en Marbella. Desde el principio este comprobó su generoso esfuerzo y su capacidad para trabajar en la media punta. Su protagonismo comenzó a dispararse, pero el futbolista exigía más. Pedía constantemente consejos no solo al entrenador, sino a su segundo, Diego Quintero. Quería crecer.
Poco a poco Rondón fue dejando atrás su principal laguna: el exceso de responsabilidad. Exhibía excelentes cualidades en el día a día, pero en los partidos le costaba transmitirlas a los aficionados. «Para nosotros fue muy importante, porque trabajaba muchísimo. No tenía características para organizar el juego en la media punta, pero asimiló muy pronto para qué lo queríamos: jugar sencillo, tocar con rapidez, impedir el trabajo del rival en la salida del balón y, sobre todo, la obligación de llegar siempre a la zona de remate y de terminar la jugada», explica Kresic.
Trabajo específico
El hispanocroata y su equipo contaron con una ventaja, igual que Jesualdo Ferreira y después Manuel Pellegrini: la tremenda ilusión que siempre ofrece el venezolano. Y así no resulta extraño que Rondón pidiera más cada semana. Se realizó con él un trabajo específico de trabajo individual, encaminado a mejorar en la definición. Tiros a puerta, acciones con control y remate, otras con centro y finalización, desmarques al primer palo, movimientos al segundo...
Rondón tardó en coger la onda. No se estrenó como goleador hasta la decimoctava jornada, en Elche, pero lo hizo por partida doble. Tuvo que esperar otras quince jornadas para acabar con su sequía en casa, ya acompañado de Javi Guerrero como 'nueve'. Al final firmó diez goles. El que supuso su estreno en el nuevo recinto insular fue el sexto. Así que su cotización se disparó y el Málaga entró en escena. «No esperaba llegar ahora a diez goles; en Segunda me costó muchísimo», confesaba ayer el sudamericano.
Participación en el juego
Aquel trabajo ha servido para ver en acción a un futbolista más certero en el remate. Rondón no es un 'nueve'. Se le exige como tal, pero a él le gusta participar en el juego, caer a las bandas, presionar para robar con rapidez... Tal vez por ello en la mayoría de las acciones de ataque no está donde se requiere para un delantero centro. Aun así, Pellegrini, consciente del potencial que adorna al venezolano, se empeñó desde el primer día en ponerlo al servicio del equipo a partes iguales entre la producción ofensiva y la definición.
El gol en Anoeta, su décimo esta temporada en la Liga, fue la recompensa a la insistencia del entrenador malaguista en un movimiento en particular: las apariciones en el primer palo. En encuentros anteriores el venezolano ya gozó de algunas oportunidades. Unas veces, por precipitación -aquel remate en plancha en La Rosaleda-, y otras, por falta de tino -sin ir más lejos, la primera jugada de ataque contra Osasuna, a los pocos segundos del arranque-, hasta ahora no había sacado rédito al trabajo a oscuras. No es el único movimiento en el que incide Pellegrini con el venezolano. Sabe que Rondón aprende deprisa.
Fue el primer jugador que hizo doblete como autor de diez goles en una temporada en Primera con el Málaga. Logró 15 en el estreno del equipo blanquiazul (49-50) y diez en la siguiente.
El delantero sevillano, sin duda el mejor goleador de la historia del Málaga, logró dieciséis tantos en la temporada 1950-51, saldada con descenso.
Junto a Bazán y Torres también llegó a la decena de goles en Primera con la elástica blanquiazul en la temporada 1950-51.
El paraguayo, traspasado luego al Real Madrid, marcó trece tantos en la temporada 1968-69, en la que también se descendió.
El argentino también llegó a la decena en la temporada 1974-75, la que cerró el 'quinquenio de oro' del Málaga en Primera al comienzo de los 70.
El brasileño ostenta el récord de goles de un malaguista en Primera en una sola temporada. Los veinticuatro en la 1999-2000 (el estreno como Málaga Club de Fútbol) valieron para un jugoso traspaso.
El panameño es el máximo goleador del Málaga en Primera (37 goles) y también el único que llegó a la decena por año en tres ocasiones (16 en la 2000-2001, 11 en la 2001-2002 y 10 en la 2002-2003).
El uruguayo hizo doblete, como Torres: 13 goles en la 2000-2001 y 10 en la 2002-2003.
Peleó por el Pichichi casi hasta el final. Firmó 19 goles en la campaña 2003-2004.
El último de la lista. A falta de diez jornadas, el venezolano ya ha llegado a la decena.