El Unicaja despide la Euroliga con derrota (61-77)
El Unicaja también pierde en su despedida de la Euroliga, ante el Panathinaikos, acaba último de grupo y es el único de los cinco equipos españoles que no accede al Top 8
Mientras el Martín Carpena se moría de pena anoche, con 5.700 personas en la grada, pocos abonados y muchos colegiales, me llamaba un amigo desde La Fonteta de Valencia. Era una fiesta gigante la que se oía por el otro lado del auricular. Admito que me emocioné, porque a mí me recordaba a aquella noche mágica, la del triple de Pepe Sánchez contra el Barça, en la que el Unicaja eliminaba a su eterno ogro y se plantaba en la Final Four de Atenas. Habrá cuatro equipos españoles en el Top 8 de la Euroliga. Justo la mitad. Eso habla mucho y bien del nivel de excelencia que ha alcanzado la Liga ACB en estos últimos tiempos. Madrid y Barça lo tenían ya hecho. El Power Electronics se apuntó a la machada y el Caja Laboral hizo lo que el Unicaja no pudo un par de semanas atrás, ganar en Vilna. No habrá rusos ni turcos ni balcánicos ni bálticos en Barcelona´11. Tampoco el Unicaja.
No había nada en juego anoche en el Carpena. De ahí la entrada, quizá la peor en la historia. En los espectáculos de ´Disney on ice´ o en ´Los Lunnis´, incluso en el Circo que acampó hace algún tiempo en el Palacio, hubo más público. Y, por supuesto, más ambiente. Aunque los saltimbanquis de los descansos dieron bastante juego. Quien decidió quedarse en casa, para ver el fútbol o como castigo al penoso Top 16 del equipo, no puede ser criticado. Seis partidos y cinco derrotas. Duro, muy duro.
Decía en la previa Chus Mateo, que tuvo que debutar en la competición, en casa, ante el Caja Laboral, que el que mereciera anoche minutos los tendría y el que no vería el partido en el banco. Repartió minutos Chus, aunque pudo darse cuenta de que algunos no lo merecen. Por ejemplo, McIntyre. Por ejemplo, Printezis. Los dos jugadores más costosos para el club son, al mismo tiempo, los que menos aportan. Son, a día de hoy, una rémora. Cuesta escribirlo y cuesta entenderlo, pero es así. De lamentable y de dramático. Porque sin tu base titular, sin tu presunta estrella, lo que resta de temporada va a ser mucho más difícil todavía.
Los papeles, a priori, se invirtieron en los cincos iniciales. Chus Mateo puso un cinco de garantías, pero Zeljko Obradovic sorprendió. Dejó en el banco a Diamantidis, Nicholas, Batiste y Fotsis. El Unicaja lo aprovechó para mandar en los instantes iniciales (12-11). A partir de ahí, entraron los ´buenos´ de ellos. Y así, claro, todo se complicó. Nicholas fue un martirio, metiéndolo todo, y Diamantidis dirigió con solvencia. El 20-28 marcaba un punto de inflexión. El cuadro griego parecía poner la directa. Pero el Unicaja aguantó. Sinanovic y Freeland coincidieron por primera vez en la pista. El Unicaja dio un estirón. En altura y en el marcador. Y le dio algo de vida al partido al descanso: 33-38. Pero después todo se rompió. Un parcial de 2-10 dinamitó el choque. De 35-38 a 37-48. Y de ahí, a 41-59. El 50-69 marcó la máxima. La historia acabó con 61-77. La Euroliga es historia. Por puro merecimiento.