Más de 15.000 empresarios manifiestan que las administraciones cada vez ahogan más al sector
Los vendedores ambulantes no ven ni mucho menos «despejado» su futuro. Seguirá la mayoría con un empleo heredado de ancestros o allegados, «porque el pequeño comercio en las tiendas aún pasa mayores penurias por la crisis», pero el pesimismo está muy extendido entre estos expertos de la comercialización itinerante. Son en Málaga 15.000, aunque la asociación que más voces aúna ni siquiera alcance el medio millar.

«Uno de nuestros grandes problemas es que estamos anclados en el pasado. Estamos pasando sin engaños una de las peores épocas que puedan recordarse y el problema es que en una década sumamos ya dos oleadas importantes contra nuestros intereses, una primera por el nacimiento de las grandes superficies en cada comarca y otra posterior, procedente de los bazares chinos», apunta el presidente de la reseñada Asociación de Vendedores Ambulantes de Málaga (AVAM), Juan Rojas.

Los mercadillos semanales que cada municipio coordina a través de sus ayuntamientos han llegado a perder en algunas zonas la mitad de la clientela y, por lo tanto, esa importante cuota de ventas. Se recurre a los bajos precios, que no es más que una guerra abierta a la economía de mercado que siempre ha dado estabilidad al gremio. «Las pasadas fechas de Navidad se han caracterizado por ser las menos rentables de los últimos cuatro o cinco años en este aspecto».

Rojas confía en que las administraciones locales apuesten decididamente por un sector que no ha dejado nunca de generar empleo y que cumple con una reconocida función social. «El problema es que muchas veces, sin embargo, cuando negocias con un ayuntamiento, sientes cómo meten en nuestro mismo saco a quienes ponen a la venta los productos robados o falsificados».

Otra cuestión que preocupa al sector es la reciente directiva europea, denominada Bolkestein, y que pretendía en origen evitar la renovación anual de las licencias y, como alternativa, que se estableciera un concurso público de adjudicación mediante el proceso típico de igualdad de condiciones. En la capital malagueña, no obstante, sí que se han dado pasos pero encaminados a dotar a los vendedores de una mayor estabilidad. Se ha planteado una nueva ordenanza municipal que sí prima la experiencia al conceder las autorizaciones de los puestos y también permite traspasos «sin necesidad de que sean familiares, con la condición de que se acredite al menos un año de experiencia».

Y es que únicamente existían las transmisiones entre familiares directos en la anterior regulación, al quedar vacante una plaza. Estas nuevas normas agilizan asimismo el tránsito de vendedores desde otros municipios a los mercadillos de la capital. Además, las concesiones se fijan por periodos de hasta cuatro años, con la posibilidad de que sean prorrogadas por periodos idénticos. Juan Rojas, con 33 años de experiencia, asegura que los últimos cambios «significativos» en el sector se remontan a 1988, con lo que ello supone en «un terreno como el comercio en una constante evolución».

Sin dinero plástico
AVAM puso en marcha hace unos años una iniciativa dirigida precisamente a abrir nuevos nichos de mercado entre sus usuarios, con la incorporación de acuerdos con entidades bancarias que permitiesen la compra con tarjetas dentro de los mismos puestos ambulantes. La medida fue tomada con bastante celeridad por determinados vendedores, que reconocían haber multiplicados sus movimientos semanales.

«El problema vino después –indica Rojas–, cuando el sistema de cobro con tarjeta, con dinero plástico, no se generalizó, por lo que el cliente al final optó por no utilizarlo». Aún quedan algunos vendedores adaptados al mismo, condicionados a esa situación en la que son excepciones dentro de un mismo colectivo.
La referencia en cuanto a aceptación social para este gremio son los mercadillos internacionales de enorme implantación en el resto de Europa. Hace unos años hubo también una curiosa experiencia piloto que, sin embargo, no terminó de implantarse. Representantes de asociaciones de vendedores ambulantes de todo el continente europeo organizaron varios mercadillos anuales, donde intercambiar formas de trabajo y ofrecer a clientes productos más variados. Hubo ediciones en Estrasburgo y Manchester y luego se organizó una tercera en nuestro país, en Zaragoza.

«En otros países de nuestro entorno, los clientes de los mercadillos le otorgan al comerciante mucho más prestigio. No se plantea el origen de las prendas, ni la calidad de las mismas, con tantos prejuicios. Además, las autoridades son responsables del éxito de los mismos, de forma que ocurren situaciones aquí impensables, al otorgarles campañas promocionales en los locales comerciales». Tal y como apunta Juan Rojas, se fijan carteles con las fechas de los mercadillos hasta en las tiendas de los municipios y en cuantos soportes de actividades existen en las ciudades donde se celebran.

En este mismo sentido, en España y más concretamente en la provincia malagueña, al contrario que esas otras zonas, el vendedor ambulante está permanentemente vigilado: «No es normal que en la tienda de barrio no haya revisiones periódicas sobre lo que se ha vendido o se vaya a vender, mientras que nosotros pasemos hasta seis controles semanales. Estamos a prueba permanentemente por la sospecha de que nuestra mercancía sea robada o sea de procedencia diferente a la del comercio, cuando en muchos casos somos nosotros mismos también propietarios de locales».

Del centro a las afueras
Un aspecto adicional que suele ser materia de discusión en el sector viene marcado por la localización de las áreas públicas reservadas a los mercadillos. Fue bastante espinoso el conflicto que en Nerja impuso el traslado del mercadillo desde zonas muy céntricas del casco histórico, a las urbanizaciones periféricas cercanas a la autovía A-7. Los vendedores se quejan de que muchos consistorios no consideran estos mercados como elementos dinamizadores: «El movimiento de personas que generamos es muy importante, por lo que no tiene sentido dejar a las zonas céntricas sin ese flujo que puede generar más ventas entre los propios negocios autóctonos», concluye Miguel Jurado, otro vendedor asociado.

Anda que está la cosa bien