El doble cambio de Pellegrini reactivó al Málaga y provocó que todos sus compañeros creyeran en la posibilidad de empatar Sebastián Fernández y, sobre todo, Portillo revolucionaron el encuentro tras el descanso
Portillo es el tipo de jugador que tiene más opciones de triunfar en un equipo con el estilo del Barcelona o con un técnico como Pellegrini». Esa frase no es de ahora, sino de hace un año. El autor es Rafa Gil, el entrenador del Atlético Malagueño, al que precisamente el paleño le fascina. Futbolista de físico liviano, como Sebastián Fernández, el paleño lideró ayer la rebelión de los pequeños y condujo al Málaga a un empate que sabe a victoria.
Eran cambios casi cantados. Ni Maresca ni Fernando estaban atinados. Pellegrini no dudó en sacrificarlos, consciente de que, pese a su importante papel en el vestuario, son dos futbolistas que siempre están para sumar y que no van a enrarecer el ambiente. Al contrario. La decisión del chileno debió producirse tras una reflexión ya en la caseta, porque inicialmente el calentamiento era similar para Sebastián Fernández, Portillo, Juanmi y Manu. A los cinco minutos salió el preparador físico, José Cabello, e intensificó los ejercicios con los dos primeros.
Pellegrini no solo apostó por dos futbolistas pequeños. También reestructuró el equipo. Pese a prescindir de los dos volantes de las bandas, solo uno de los sustitutos se situó más cerca de la línea de cal, Sebastián Fernández. En la zona opuesta, pegado a Tribuna, no colocó a Portillo, sino a Baptista. Así trató de que el brasileño tuviera más libertad de movimientos, porque de nuevo, como frente al Zaragoza, poco pudo hacer en la media punta en la primera parte.
Objetivo real
Pero realmente el objetivo de Pellegrini era otro: contar con un futbolista dinámico 'entre líneas', que le sirviera de apoyo al incansable Recio y que además pudiera crear cierta zozobra en el dispositivo defensivo del Getafe. Portillo supo entender las consignas del técnico a la perfección y también le vino bien que el entrenador visitante, Míchel, no reaccionó.
A excepción de un pase interior, Portillo no cometió errores en sus intervenciones. No solo fue el apoyo de Recio, sino que siempre buscó a Sebastián Fernández con un balón al hueco para aprovechar la tenacidad del uruguayo. Y este también aprendió la lección y nunca se salió del guion. Nada de hacer la guerra por su cuenta, ni de meterse en la maraña de piernas en la media punta.
Eso sí, resulta paradójica la situación de Portillo. Jugó el partido completo en casa contra el Deportivo, pero después fue suplente. En los cinco siguientes no jugó en dos de ellos y en la serie siguiente de cinco encuentros solo fue convocado, pero sin actuar, en Valencia y Sevilla. Incluso, en el Pizjuán se vistió a última hora. Era el descartado, pero le benefició la lesión de Duda en el calentamiento. Ayer lideró la rebelión de los pequeños con Sebastián Fernández y Recio como escuderos.